lunes, 7 de octubre de 2013

Una fármaco de apenas 2 euros reduce el daño cardíaco tras un infarto



La administración precoz de un medicamento que apenas cuesta dos euros durante las primeras horas después de haber sufrido un infarto reduce el daño cardiaco en casi un 20% y podría, si se confirma lo que ya se sospecha en ensayos clínicos a largo plazo, disminuir las complicaciones cardiacas y la mortalidad de los pacientes. Estos resultados los ha obtenido una investigación realizada en España sobre 270 pacientes de Madrid, Galicia, Castilla y León y Cantabria y podrían cambiar en el futuro la práctica clínica de tratamiento de las personas que han experimentado un infarto. «Es una muestra clara de cómo el conocimiento se transforma en un beneficio claro para el ciudadano», señaló Valentín Fuster, Director del Centro de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC) durante la presentación del estudio METOCARD-CNIC.

En el infarto agudo de miocardio, la patología cardiovascular con una de las tasas de mortalidad más elevadas, cada minuto que pasa es «crítico», aseguró Borja Ibáñez, del CNIC y autor principal del estudio que se ha publicado en la revista Circulation. «Nosotros hemos probado el uso precoz de metropolol durante el traslado en ambulancia al hospital, y hemos visto que podemos lograr una reducción del daño de casi un 25%». Y este dato, señaló Fuster, es fundamental, porque el tamaño de la lesión cardiaca «predice los resultados en el paciente y, cuanto más grande sea, mayor probabilidad de que sufran complicaciones como insuficiencia cardiaca, arritmias e incluso la muerte al cabo de unos meses».

La mejor vía para limitar la extensión del infarto es la realización de una angioplastia de urgencia. Según otro de los investigadores, Carlos Macaya, del hospital Clínico San Carlos de Madrid, «la angioplastia, cuanto antes mejor, pero siempre dentro de las dos primeras horas, es el tratamiento más beneficioso tras un infarto». Porque, indicó, cuando el corazón tiene mucha zona «necrosada», es muy difícil que pueda recuperarse. De ahí, asegura, la relevancia de reducir el tamaño de la lesión con este fármaco durante el traslado al hospital. «Nosotros -dice- rematamos la labor iniciada por el servicio de emergencias». Y, recordó que, ante un infarto, «lo mejor es llamar a los servicios de emergencias, porque sólo ellos saben qué hospital es el más adecuado».

Barato

El metoprolol es un fármaco de la familia de los beta-bloqueantes que se emplea para el tratamiento de la hipertensión arterial y otras enfermedades cardiovasculares y su coste es inferior a los dos euros. Ello hace que los investigadores destaquen que, además de su reducido coste, el retorno de la inversión podrá ser aún mayor, ya que las personas infartadas con menos músculo cardiaco necrosado -dañado- son menos proclives a necesitar un desfribilador implantable (con un coste superior a los 20.000 euros) y a requerir costosos ingresos por insuficiencia cardiaca. «El beneficio económico para el sistema será millonario, por un gasto de menos de dos euros, en el futuro se habrán ahorrado miles de euros», resaltó Ibáñez.

Tal y como explicaron Ibáñez y Fuster, el siguiente paso es realizar un ensayo clínico mucho más numeroso a nivel internacional para demostrar no sólo una reducción del tamaño del infarto, sino una reducción de la mortalidad a largo plazo de los pacientes tratados con metoprolol precoz durante su traslado al hospital. El equipo investigador de CNIC y sus colaboradores de servicios de emergencias y hospitales está ya trabajando en la logística de este nuevo ensayo multinacional.

Colaboración

El ensayo METOCARD-CNIC ha sido posible gracias a la colaboración de los servicios de emergencias de 7 hospitales españoles y, como subrayó Fuster, «es un clarísimo ejemplo de los resultados que se obtienen cuando se trabaja en un modelo de colaboración». En este sentido, Francisco Lasquetty, Consejero de Sanidad de la Comunidad de Madrid afirmó que «esta investigación muestra el beneficio de la investigación sobre la salud de los pacientes» y, añadió, que es posible que «suponga un cambio en la práctica clínica habitual para el paciente infartado».

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