El
asma es una enfermedad crónica que en España afecta a una de cada 10 o 20
personas. Aunque no se puede prevenir, sí minimizar las crisis, si se reduce o
elimina la exposición al alérgeno desencadenante en cada caso concreto. De
hecho, un seguimiento estricto de los factores que agudizan la enfermedad
supone una disminución en el número de crisis y una mejora de la calidad de
vida del enfermo. Sin embargo, las últimas investigaciones señalan que los
pacientes tienen poca información al respecto, además de una falsa sensación de
tener su enfermedad bajo control. Y, en realidad, solo el 33% de los asmáticos
se cuida de forma correcta.
Asma:
bajo conocimiento y poco autocuidado
En
fechas recientes, la revista 'Archivos de Bronconeumología' de la Sociedad
Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR) publicaba los datos de un
estudio efectuado por el Grupo Emergente de Asma (GEA) del Área de Asma de esta
sociedad, para mostrar qué grado de conocimiento tienen las personas
diagnosticadas de asma alérgica sobre su enfermedad. Los resultados fueron
mucho peores de lo que cabría esperar.
Los
datos ponen de manifiesto que, a pesar de que el 49% de los pacientes con asma
alérgica atendidos en servicios de neumología conocen sus alergias, solo un 33%
se cuida de forma correcta: demuestran conocimientos sobre los desencadenantes
a los que son sensibles y actúan en consecuencia, esto es, siguen conductas de
evitación, para reducir o eliminar la exposición al alérgeno.
Según
se extrae del sondeo, donde un 76% de los preguntados aseguraba tener un nivel
de estudios medio o superior, esta falta de conocimientos y de autocuidado no
se podría atribuir a ellos por completo, sino, piensan los autores de la
investigación, que también habría que valorar cómo son las estrategias
educativas actuales e incorporar a la práctica clínica el registro del
seguimiento de las recomendaciones.
De
la misma manera, otros estudios relacionados apuntan que más de la mitad de los
pacientes con asma tienen la falsa sensación de tener bajo control su
enfermedad. Esta errónea impresión les lleva a sufrir más síntomas (como la
disnea) y de forma más frecuente y crisis asmáticas más repetidas, que provocan
un empeoramiento de su calidad de vida. Asimismo, por la agudización de la
enfermedad, necesitan más medicación de rescate y más recursos sanitarios.
Además,
el asma es motivo de bajas laborales y representa un gran gasto sanitario. Se
estima que se le destinan 1.480 millones de euros de todos los recursos de la
sanidad pública y hasta un 70% del total corresponde a las consecuencias del
mal control de la enfermedad. Parece obvio, entonces, que aunque la atención a
los pacientes con asma ha mejorado, queda mucho por hacer todavía.
Asma:
cuidado con los factores que desencadenan una crisis
"Prevenir
es mejor que curar" reza el dicho popular. Y aunque en el asma es difícil
porque no se conoce la causa principal que hace que se desarrolle, en personas
con antecedentes familiares de enfermedad asmática (cerca de la mitad de los
afectados tienen antecedentes familiares, aunque todavía no se conocen bien los
patrones genéticos) o personales de alergia, los especialistas señalan que hay
algunas actitudes que podrían contribuir a prevenirla.
Estas
personas más susceptibles deberían mantener a raya los factores desencadenantes
inespecíficos, como el humo de tabaco o los resfriados. Cuando uno ya está
diagnosticado de alguna alergia, primero deberá extremar las precauciones
relacionadas con el desencadenante específico y, además, tener en cuenta que
con el paso del tiempo puede volverse alérgico a otras sustancias.
Los
pacientes con asma alérgica y rinitis tienen más probabilidades de sufrir una
alergia alimentaria que el resto de la población, según un estudio, realizado
por investigadores del Hospital Clínic de Barcelona, que se presentó en la XXII
Reunión de Invierno de la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica
(SEPAR). También cabe recalcar que, a pesar de que no todos los casos de asma
son debidos a alergias, y no todas las alergias ocasionan síntomas de asma,
están muy relacionadas: se calcula que entre el 75% y el 85% de los niños con
asma padece algún tipo de alergia y la mitad de los alérgicos sufre asma.
Otras
sustancias que hay que evitar son las que al inhalarse desencadenan reacciones
alérgicas en el aparato respiratorio (asma o rinitis alérgica estacional), los
denominados neumoalérgenos: polen, ácaros y mascotas.
Otros
factores desencadenantes que, aunque no son la causa primera de asma,
contribuyen a producir síntomas o crisis asmática, sin que intervenga ningún
mecanismo alérgico, son: el frío, la humedad y la nieve; el ejercicio físico
intenso; los ambientes contaminados, sobre todo, por el humo de tabaco;
infecciones respiratorias como resfriados y gripe o bronquitis; medicamentos
como aspirina y derivados y betabloqueantes; e, incluso, las emociones fuertes.
El
asma, pacientes en aumento
En
España, el asma tiene una prevalencia que oscila entre el 7% y el 10% en la
población adulta y el 10% de los niños, según diferentes estudios. En las dos
últimas décadas ha aumentado esta cifra aunque se desconoce el motivo exacto.
Al
ser más frecuente en sociedades de países desarrollados, la "teoría de la
higiene" ha ganado adeptos. Esta culpa la excesiva preocupación por vivir
en ambientes libres de microorganismos, que alteraría al sistema inmunológico y
provocaría una respuesta exagerada a ciertos estímulos, desarrollando el asma y
otras enfermedades alérgicas.
Por
el contrario, hay estudios que señalan que habitar en un entorno rural y con
hermanos y convivir con animales en un ambiente de granja son factores que
podrían proteger frente enfermedades alérgicas (como el asma de tipo alérgico),
mientras que haber crecido en un entorno urbano y en una familia pequeña se ha
relacionado con más casos de alergias.
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