lunes, 14 de octubre de 2013

¿Está de acuerdo con la elección de pareja de sus hijos?



Pitágoras aseguró en una ocasión que “educar no es dar carrera para vivir, sino templar el alma para las dificultades de la vida”. Sin embargo, ser padres, muchas veces, no es una tarea sencilla, y más cuando los acontecimientos vitales se van sucediendo indemnes según pasan los años. Uno de esos aspectos que puede traer más de un conflicto a la estructura familiar es la elección de pareja de los hijos. ¿Puede un padre o una madre estar siempre de acuerdo con los novios que eligen sus hijos? ¿Qué influencia tienen sobre sus descendientes en esta elección?

Guillermo Utrilla, psicólogo y terapeuta infanto-juvenil del centro Psifam, expone una característica clave que hace que sea o no determinante el papel que juegan los padres en estos asuntos del corazón y en otros muchos. Si una familia tiene una estructura rígida, donde los padres han tenido con su hijo una gran sobre protección, pueden darse dos opciones: que hagan lo mismo que sus padres y 'hagan caso' en todo lo que ellos mantengan, o bien, que tomen una actitud de rebeldía y quieran romper el sistema que han tenido impuesto a lo largo de sus vidas.

Mientras que si una familia tiene un modelo permeable, los hijos tienden a copiar el modelo de sus padres y a tener, al menos, más presentes los valores y aprendizajes que de ellos han ido adquiriendo a lo largo de la vida. Eso sí, "nunca de un modo determinante", aclara el experto. Además, asegura que esto no tiene nada que ver con clases sociales o niveles culturales, ocurre en todas las familias en función del modelo que tengan. "Los padres no tienen una influencia directa sobre las decisiones de sus hijos, pero sí lo hacen indirectamente a través de los valores y del modelaje", mantiene Utrilla.

La clave más importante, dice, está en la autonomización. Es decir, los padres deben ir poco a poco dando autonomía a su hijo para que así adquiera gradualmente responsabilidades y toma de decisiones por sí mismo. "Si no hay autonomía, se tiende por tanto, a hacer lo contrario de lo que se les ha inculcado", puntualiza.

Influyente, pero no determinante

La influencia de los padres es indudable, pero lo que sí es más discutible es lo conscientes que son las familias en cómo median en los asuntos del corazón. Es decir, "mujeres y hombres aprendemos a relacionarnos en pareja a través de los modelos y valores que hay en nuestro entorno. Las relaciones de pareja en nuestra familia son uno de los primeros referentes que tenemos y, además, se mantienen durante mucho tiempo. Ésa es una de las formas en que nuestras familias influyen sobre nuestra elección de pareja", explica Patricia Huelves, psicóloga y sexóloga en la Federación de Planificación Familiar Estatal (FPFE).

También otros aprendizajes son importantes como el colegio, los amigos o los medios de comunicación. "Nadie es inmune a estos factores pero es importante recalcar que hablamos precisamente de influir y no de determinar: la elección de pareja es una decisión individual y libre, al menos en nuestra cultura", asegura la especialista.

Por tanto, la influencia de las familias en la elección de pareja de sus hijos existe, pero no determina su toma de decisiones. Cosa que por ejemplo, no ocurre en otras culturas, donde esa elección es mucho más determinada y consciente.

El papel de los padres

Un equipo de profesionales de las universidades de Bristol (Reino Unido) y Groningen (Holanda) han desarrollado un estudio, recientemente publicado en la revista 'Evolution & Human Behavior', para ver cómo se desarrollan las preferencias de pareja de los padres y los hijos. La conclusión más relevante a la que llegaron fue que "los padres dan más seguridad a sus hijos y/o tienden a protegerlos más cuando sus hijos tienen parejas menos solidarias", es decir, que no les prestan la atención o protección que deberían. "Los padres prefieren para sus hijas un yerno más solidario y proveedor que el que eligen ellas".

Huelves asegura que, en general, todavía a día de hoy existe una mayor protección de las familias hacia las hijas, pero quizá habría que desterrar en alguna medida el 'mito de la suegra'. "Aunque continúan dándose casos de mala relación entre nuera y suegra, debido a un exceso de control de la primera, los nuevos modelos de pareja, con relaciones menos absorbentes, más independientes de las familias y con una idea del compromiso más plural, van poco a poco reduciendo esta idea", explica.

Probablemente, añade, fruto de la educación de la que hablábamos antes, lo que nuestra familia encuentra deseable influye de alguna forma en lo que también nosotros deseamos -sin menospreciar la influencia de todas las otras fuentes de aprendizaje-. Pero también, "debemos tener en cuenta que lo que es prioritario para una madre, puede no serlo para su hijo: mientras ella está pensando en que la pareja de su hijo debe ser trabajadora, él busca alguien que le comprenda y en quien confíe".

Es importante destacar que el enamoramiento es una vivencia emocional y, por tanto, poco tiene que ver con la razón. "Mientras los padres pueden considerar factores más objetivos, si la hija está experimentando emociones agradables e intensas con su actual pareja, seguramente releve a un segundo lugar todo aquello que encuentra deseable en una pareja. Una vez pasada esta primera fase será cuando evalúe si esa persona reúne o no las condiciones para ser una pareja 'atractiva y adecuada' para ella", señala esta psicóloga.

Por su parte, Norberto Barbagelata, médico psiquiatra y coordinador del centro de psicología madrileño Grupo Zurbano, mantiene que los padres deben quedarse al margen de esta cuestión y "no pueden meterse en la elección de pareja de sus hijos, salvo excepciones que se sean evidentemente graves, tales como asuntos de drogas o maltratos".

Pese a todo lo dicho, hay que desterrar la idea de que la influencia de los padres sea negativa, ya que, agrega Huelves, "tanto ellos como nuestros hermanos, abuelos, etc. son importantes para nosotros y, por ende, para nuestros hijos". De este modo, concluye que, "así como a base está en el diálogo y la confianza, en ocasiones hay que trabajar con las familias para ayudarlas a mediar entre las expectativas que tienen, sobre quiénes quieren que sean sus hijos y quienes realmente son".

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