Imagínese
la situación: Va paseando por la calle y, de repente, frente a usted un
viandante se desploma y pierde por completo la consciencia. ¿Qué haría? ¿Acudiría
a atenderle? ¿Intentaría realizarle un masaje cardiaco? Si tiene dudas sobre
cuál sería su respuesta, sepa que sus manos pueden marcar la diferencia entre
la vida y la muerte de esa persona.
Los
médicos llevan años reclamando la participación ciudadana a la hora de atender
una parada cardiorrespiratoria fuera de un entorno sanitario, pero ahora datos
claros vienen a reforzar sus palabras. Según un estudio danés que publica esta
semana la revista 'Journal of the American Medical Association' ('JAMA'), las
manos -aunque no sean expertas- son claves a la hora de salvar vidas.
En
2001, Dinamarca constató que pocos de sus ciudadanos se atrevían a actuar
frente a una parada cardiorrespiratoria repentina, lo que se traducía en
escuetas cifras de supervivencia entre los afectados. Para tratar de
remediarlo, las autoridades del país escandinavo pusieron en marcha distintas
iniciativas para fomentar el conocimiento y la práctica de las maniobras de
reanimación cardiopulmonar entre sus ciudadanos. Así, entre otras estrategias,
se iniciaron distintos programas de entrenamiento obligatorio en escuelas y
desde 2006 se estableció como requisito indispensable saber realizar una RCP
para sacarse el carné de conducir.
Con
estos cambios ya en la calle, un equipo de investigadores de la Universidad de
Copenhague quiso averiguar si existía una mayor concienciación ciudadana al
respecto y, sobre todo, si esto se traducía en mayores tasas de supervivencia
entre los afectados por una parada cardiorrespiratoria.
Para
ello, analizaron los datos de 19.468 pacientes que habían sufrido una parada
cardiaca fuera del hospital entre 2001 y 2010, las circunstancias en las que se
había producido el ataque, cómo había sido la atención recibida y cuál había
sido el resultado (Dinamarca cuenta con registros de datos sanitarios muy
completos).
Sus
datos fueron claros. Durante el tiempo de estudio, se había incrementado
significativamente la proporción de pacientes que había recibido la ayuda de un
transeúnte (el porcentaje pasó del 21.1% al 44,9%). Asimismo, también aumentó
de forma considerable el número de pacientes que conseguían llegar con vida al
hospital (las cifras subieron del 7,9% al 21,8%), así como los que conseguían
sobrevivir al menos un mes (del 3,5% repuntaron al 10,8%) e incluso un año (del
2,9% subieron al 10,2%).
En
el tiempo estudiado, apenas aumentó el uso de desfibriladores semiautomáticos
entre la población, aunque los investigadores lo achacan a que la expansión de
la disponibilidad de estos aparatos ocurrió en el último año del estudio.
Implicaciones
Los
resultados, señalan los investigadores en sus conclusiones, "muestran que
entre 2001 y 2010 en Dinamarca se produjo un incremento en la supervivencia
tras haber sufrido una parada cardiaca fuera del hospital" y que ese hecho
estaba fuertemente relacionado con un aumento en el número de maniobras
cardiorrespiratorias realizadas por transeúntes, subrayan.
"Nuestros
datos [se trata de un estudio observacional] no permiten establecer una
relación causal" entre ambos factores, reconocen los científicos en la
revista médica. Pero hay datos, como el hecho de que "el aumento de la
supervivencia a 30 días se lograra principalmente entre los pacientes que
habían recibido una RCP por parte de un viandante", que apoyan la
existencia de una relación muy robusta, independientemente de la influencia de
otras circunstancias.
Coincide
con este punto de vista Julián Pérez Villacastín, responsable de la Unidad de
Arritmias del Hospital Clínico San Carlos de Madrid. "Indudablemente en
estos años se han producido importantes avances que han contribuido a la mejora
de las cifras de supervivencia en estos casos. La medicina ha desarrollado
nuevas técnicas y prácticamente todo el mundo tiene un móvil, con lo que se
facilita la llamada al 112. Pero los datos de este trabajo apuntan claramente a
que realizar una maniobra de reanimación a tiempo es fundamental".
Para
este especialista, nuestro país debería seguir el ejemplo de Dinamarca y poner
en marcha programas de formación en primeros auxilios. "Las escuelas
serían un lugar ideal. Aprender a realizar una reanimación cardiopulmonar es
sencillo, a los niños no les costaría nada y eso supondría vidas
salvadas", indica.
De
la misma opinión es Nicasio Pérez-Castellano, secretario de la sección de
Electrofisiología y Arritmias de la Sociedad Española de Cardiología (SEC),
quien insiste en la importancia de extender el conocimiento sobre cómo realizar
una reanimación básica. "Hace años, se pensaba que sólo los médicos
deberían hacer RCP. Enseguida, se propuso que se extendiera a todo el personal
sanitario. Y, ahora, datos como estos demuestran que es toda la población la
que debe saber cómo actuar ante una parada", señala.
"Todo
el mundo debería saber hacer una RCP. Los desfibriladores semiautomáticos son
muy útiles, suponen un dar un paso más, pero la RCP es una medida muy sencilla,
barata y que da resultados porque lo importante es actuar en el mismo momento
en que se produce el suceso", indica.Por cada minuto que pasa, las
posibilidades de sobrevivir en estos casos se reducen un 10%, por lo que la
inmediatez es vital, subraya el cardiólogo.
Cada
año, unos 350.000 europeos sufren una parada cardiaca fuera del hospital, pero
apenas uno de cada 10 logra sobrevivir.
Según
una estimación reciente del Consejo Europeo de Resucitación Cardiaca, aprender
las maniobras de resucitación podría ayudar a salvar cada año unas 100.000
vidas en el continente.
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