El
sobrepeso o la obesidad no son solo problemas físicos. Se ven influidos por
factores psicológicos, como el hecho de sufrir una depresión o padecer
problemas de ansiedad. Por eso, el psicólogo puede desempeñar un papel
fundamental para ayudar a perder peso.
Cada
vez hay más personas con sobrepeso u obesidad. Según la Encuesta Nacional de
Salud 2011-2012, el 17% de los adultos españoles padece obesidad y el 37% tiene
exceso de peso. Esto significa que el número de obesos ha aumentado más del
doble en los últimos 25 años. Aunque es cierto que muchas personas tienen una
predisposición biológica a sufrir estos problemas, muchas otras podrían
mantenerse de manera fácil en su peso correcto, si comieran de una forma sana y
equilibrada y practicaran ejercicio físico con regularidad.
Factores
psicológicos que influyen en la conducta alimentaria
Algunas
personas no consiguen seguir hábitos alimentarios adecuados debido a factores
psicológicos. Como señala Isaac Amigo, catedrático de psicología de la
Universidad de Oviedo, "el estrés y las alteraciones emocionales como la
ansiedad provocan cambios en la conducta alimentaria".
Los
alimentos que se buscan para intentar calmar los nervios contienen más calorías
y son ricos en azúcar y grasas. Es decir, que son los que más predisponen hacia
la ganancia de peso. "Parece que existe un mecanismo fisiológico que
explica esta preferencia. Este tipo de alimentos frenan a corto plazo el efecto
del cortisol, la hormona que provoca los síntomas del estrés crónico",
añade el experto.
Además
de la ansiedad que puede generar el estrés, los problemas depresivos también
llevan a un aumento excesivo de peso. Como explica Alfonso Méndez, psicólogo y
director de la Unidad de Obesidad y Sobrepeso del Instituto CENTTA, "una
persona con depresión puede tener la autoestima dañada y refugiarse en la
comida y la falta de actividad". De este modo, gana más peso, su
autoestima se ve más afectada y se produce un círculo vicioso.
¿Cómo
puede ayudar un psicólogo en el exceso de peso?
Como
es lógico, seguir una buena dieta y practicar ejercicio físico es la mejor
manera de reducir peso. Pero, se tengan o no problemas de depresión o ansiedad,
muchas personas abandonan el régimen antes de llegar a su peso adecuado.
"Si se acude al psicólogo, es menos probable que se deje la dieta",
asegura Méndez.
Por
otro lado, hay personas que tienen expectativas poco realistas al inicio de un
régimen. Quieren perder mucho peso o lo quieren perder demasiado rápido. Como
apunta Amigo, "suele haber una gran discrepancia entre lo deseado y lo
posible. Si se lleva a cabo una restricción alimentaria severa, enseguida
surgirán problemas como el quebrantamiento de la dieta o su abandono". Por
ese motivo, Alberto Soler, psicólogo experto en psicoterapia, recomienda no
acudir nunca a las dietas milagro. "Cualquier régimen que promete una
rápida pérdida de peso, por norma general, implica una rápida recuperación del
mismo", señala.
A
lo largo del tratamiento, el psicólogo realiza educación nutricional, se
trabajan áreas como el control del estrés y la ansiedad y se facilitan
estrategias para el manejo de los pensamientos negativos. Todo ello con el
objetivo de que la persona aprenda a gestionar sus emociones de otra manera y
no se dé atracones ni consuma alimentos poco saludables y muy calóricos.
Además,
cuando se finalice la dieta, es necesario mantener unos hábitos alimentarios
adecuados. Para que esas costumbres se consoliden, Amigo aconseja "no
prohibirse aquellos alimentos que más gustan, aunque sean muy calóricos. Es
mejor moderar la cantidad que prohibir, ya que eso solo contribuiría a
fortalecer el efecto contrario", es decir, convertiría el alimento en algo
mucho más deseable.
Muchos
de los pacientes que acuden a terapia psicológica logran los objetivos que se
marcan al inicio del tratamiento. No obstante, en el resultado final influye
mucho el nivel de motivación y el compromiso del paciente. Y, como asegura
Soler, "los casos en los que el paciente presenta sobrepeso u obesidad
moderada tienen mejor pronóstico que aquellos con grandes obesidades".
La
ansiedad y la grasa abdominal
El
estrés, y la ansiedad que lo acompaña, es uno de los principales factores para
ganar peso. Y, además, favorece la obesidad más perjudicial, ya que el cortisol
activa los receptores de la grasa del abdomen y el vientre, por lo que la grasa
se acumula en esa zona. El problema es que el exceso de grasa abdominal aumenta
de forma clara el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares.
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