martes, 21 de enero de 2014

Las «carencias sociales» de los adictos a la cocaína bloquean su curación



Dos estudios que se publican en «PNAS» demuestran algunos de los mecanismos claves que interfieren en la adicción a la cocaína. Los resultados de los trabajos, realizados en la Universidad de Zurich, en Suiza, y el Hospital Monte Sinaí de Nueva York, podrían ser de gran relevancia para diseñar tratamientos que permitan curar a las personas adictas a la cocaína y a otras sustancias.

Los adictos a la cocaína presentan importantes déficits de interacción social que no solo suponen una importante carga para las familias afectadas, sino que dificultan notablemente su tratamiento. Sin embargo, explica la investigadora del hospital suizo Katrin H. Preller, se desconoce el origen neural que contribuye a la interacción social alterada en los usuarios de drogas. Y, la relevancia de este nuevo trabajo es que desvela la naturaleza de los déficits básicos de la interacción social, gracias al análisis de los comportamientos, psicológicos y de sus cerebros (mediante resonancia magnética) del «punto de vista social» de los 80 consumidores de cocaína comparados con los de 63 voluntarios.

A tenor de sus resultados, los investigadores especulan que las «alteraciones que se aprecian en la interacción social» de los adictos a la cocaína interfieren en su capacidad de poder seguir un tratamiento con eficacia. Según Preller, los resultados sugieren una mayor relevancia de la «reintegración de la recompensa social en el tratamiento de la adicción a la cocaína y a otras drogas».

Las personas que son adictas a la cocaína terminan por hacer un uso descontrolado y compulsivo de la droga. A pesar de las graves consecuencias negativas de su consumo, incluyendo la pérdida de sus relaciones sociales, de empleo y la aparición de enfermedades somáticas y psiquiátricas, la vida de un adicto termina por centrarse exclusivamente en la cocaína, y todo su mundo y acciones dependen de la droga. Se considera que el consumo de drogas un importante problema de salud social, legal y pública. Después del cannabis, la cocaína es la segunda droga de mayor prevalencia ilegal en EE.UU. y Europa, con una prevalencia entre los jóvenes de un 6,3% en Europa y de un 13,3% en EE.UU.

Estudios como el de Preller, o el del Hospital Monte Sinaí, que ha descubierto un mecanismo molecular por el que la cocaína altera los circuitos de recompensa del cerebro y causa adicción, suponen importantes pasos en el tratamiento de la adicción.

Mecanismo adictivos

La investigación realizada en EE.UU., que también se publica en «PNAS», es más compleja, y se dirige hacía una posible diana farmacológica. El trabajo revela cómo una enzima abundante y un gen sináptico afectan a un circuito de recompensa clave en el cerebro, cambiando las formas en las que los genes se expresan en el núcleo accumbens, una zona del cerebro relacionada con la recompensa, la adicción, el miedo y el placer. El ADN, explica el autor principal del estudio, Eric Nestler, en si no se ve alterado, pero esta modificación hace que determinados genes que codifican las proteínas sinápticas en el ADN se activen o repriman.

Trabajando en ratones, los investigadores vieron que la administración de la cocaína de forma crónica aumentaba los niveles de una enzima llamada PARP-1 y que dicho incremento desencadenaba cambios en genes en el núcleo accumbens, contribuyendo a la adicción a la cocaína a largo plazo.

Aunque es la primera vez que se relaciona PARP-1 con la adicción a la cocaína, sí se ha analizado el papel de PARP-1 para el tratamiento del cáncer. «Este descubrimiento proporciona nuevas pistas para el desarrollo de medicamentos contra la adicción», sostiene Eric Nestler. De hecho, Nestler y su equipo están utilizando PARP para identificar otras proteínas reguladas por la cocaína, por si resultaran útiles para el próximo diseño de fármacos.

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