martes, 14 de enero de 2014

La obesidad infantil, una epidemia que distingue entre clases sociales



Parece que la obesidad también es una cuestión de clases. Algunos estudios, como el que se acaba de publicar en «PNAS», sugieren que, al menos en EE.UU., país en donde la obesidad constituye un verdadero problema de salud pública, la obesidad, especialmente entre los jóvenes y niños, estaría directamente relacionada con el estatus socieconómico. El estudio ha constatado que mientras que en EE.UU. se ha producido un estancamiento en la epidemia de la obesidad infantil, parecer existir una brecha de clases importante y creciente entre los jóvenes con un nivel socioeconómico inferior y los de un estatus mejor.

Utilizando los datos de dos amplias Encuestas Nacionales de Salud de EE.UU., el National Health and Nutrition Examination Survey y la Encuesta Nacional de Salud Infantil, los investigadores Carl Frederick, Kaisa Snellman y Robert Putnam, de la Universidad de Harvard, muestran que sí bien es cierto que las tasas de obesidad aumentaron en cifras similares para todos los adolescentes entre 1988 y 2002, sin embargo, desde entonces, los investigadores ha observado que la obesidad ha comenzado a disminuir entre los jóvenes que tienen un mayor nivel socieconómico, pero ha seguido incrementándose entre los jóvenes con menores recursos.

La obesidad infantil es uno de los problemas de salud pública más importantes en EE.UU., pero también en otros países, como España. Los últimos datos sobre obesidad y sobrepeso en menores demuestran que la incidencia de este problema de salud sigue siendo «peligrosamente» elevada en España y nos sitúa a niveles muy próximos a los de Estados Unidos. De hecho, algunos estudios nos sitúan como «líderes europeos» en obesidad infantil, aunque en los últimos años la cifra de menores que tienen problemas con la báscula se han mantenido estable en los últimos cuatro años, según los datos de la Encuesta Nacional de Salud del Ministerio de Sanidad.

Un reciente informe realizado por la Escuela Andaluza de Salud Pública junto con otros organismos públicos, mostraba que el 26% de los niños españoles de entre 8 y 17 años presenta sobrepeso y el 12,6% sufre obesidad. Si se comparan estos resultados con los de otros países, aseguró José Juan Sánchez Cruz, profesor de la Escuela Andaluza de Salud Pública y uno de los autores del estudio, «en relación a los demás países europeos, España presenta valores de los más altos o incluso similares a los de Estados Unidos, paradigma de la pandemia mundial de la obesidad, cuya prevalencia de exceso de peso es del 37,1% en los niños de entre 6 y 11 años y del 34% en los niños de entre 12 y 19 años, según los últimos datos publicados en 2012 por el informe de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OECD). Esto significa que la siguiente generación podría tener una esperanza de vida menor que la actual, debido a esta obesidad».

La obesidad durante la infancia puede dejar secuelas difíciles de revertir. Según los autores del estudio que se publica en «PNAS», la obesidad en niños y adolescentes aumenta el riesgo de una variedad de situaciones adversas para la salud: diabetes tipo 2, apnea obstructiva del sueño, hipertensión, dislipidemia, síndrome metabólico, problemas cardiovasculares e incluso cáncer y problemas de relaciones sociales.

Por ejemplo, según los datos del estudio de la Escuela Andaluza de Salud Pública, aproximadamente cuatro de cada diez jóvenes españoles están expuestos desde etapas muy tempranas a factores de riesgo cardiovascular que son potencialmente modificables y que tendrán un efecto negativo sobre su salud, tanto a corto como a largo plazo, ya que en muchos casos la persona lleva padeciéndolos desde la infancia».

En la prevención de la obesidad intervienen muchos factores, destaca Snellman: alimentación, estilo de vida, sedentarismo, genética, etc. Y casi todos son modificables. Y si bien es cierto que en los últimos años, especialmente en EE.UU., se han lanzado campañas masivas para prevenir la obesidad infantil y se ha declarado la guerra a los azúcares o a las grasas, a tenor de los datos de este trabajo, los mensajes no parecen llegar a todos los grupos poblacionales.

Los investigadores han analizado factores claves relacionados con la obesidad: la excesiva ingesta de alimentos y la falta de ejercicio físico. Así han visto, por ejemplo, que mientras que durante muchos años la ingesta de alimentos era uniforme en todas las poblaciones, no lo es desde hace unos años: «los niños con un mejor nivel socieconómico comen menos alimentos calóricos». Y lo mismo se puede decir del ejercicio físico.

Los investigadores creen que este hallazgo puede ayudar a explicar la creciente disparidad socioeconómica en la obesidad entre los adolescentes. Los resultados, concluyen, subrayan la necesidad de orientar las intervenciones de salud pública hacia los jóvenes más desfavorecidos que permanecen en riesgo de obesidad, además de examinar cómo la información médica es sesgada en función de la clase social.

El trabajo realizado por este grupo de investigadores no deja de hacer palpable que la obesidad se ha convertido en uno de los problemas de salud pública más preocupantes en todo el mundo y también en nuestro país. Según la OMS, la pandemia del sobrepeso y la obesidad es ya el quinto factor principal de riesgo de defunción en el mundo, responsable de que cada año más de 2,8 millones de personas adultas fallezcan como consecuencia de este trastorno.

Sedentarismo

El aumento en la prevalencia de la obesidad se vincula a hábitos alimenticios poco saludables. Sin embargo, tal y como se recoge en el estudio de «PNAS», los niños de EE.UU., independientemente de su clase social, consumen menos calorías que hace años. Pero, a pesar de estos cambios saludables en el consumo de energía, algunos niños continúan aumentando de peso. «Nuestros hallazgos sugieren que las disparidades de salud provienen de las diferencias tanto en la ingesta de calorías como en la actividad física. Así –señalan los expertos-, aunque la ingesta media de energía ha disminuido en todos los niños, ha caído más entre los niños con un mayor nivel social».

Y, muy importante, «muchos niños tienen un estilo de vida sedentario que hace que sea difícil que consuman las calorías suficientes para quemar lo que consumen». Especialmente, según el trabajo, los jóvenes de las clases más bajas, ya que muchos de ellos no hacen ningún tipo de actividad física a la semana. Claro, que el informe también reconoce que en barrios en donde no hay instalaciones deportivas o zonas verdes es complicado hacer ejercicio. «En los barrios ricos es más sencillo», reconocen.

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