La
'memoria' de nuestro sistema inmune depende de una población de células T con
unas propiedades muy parecidas a las de las células madre (son muy longevas y
capaces de reproducirse para dar lugar a otras células más especializadas). Ese
grupo podría ser el refugio elegido por el VIH para esconderse y ser capaz de
persistir a pesar de los tratamientos.
Aunque
los antirretrovirales son capaces de suprimir la replicación del VIH y permitir
a los individuos infectados llevar una vida normal gracias a su tratamiento, el
virus del sida no desaparece completamente del organismo gracias a la
existencia de reservorios en los que es capaz de permanecer latente, listo para
volver a activarse si el paciente abandona la medicación.
La
búsqueda de esos reservorios es uno de los caballos de batalla de la
inmunología actual, que trata de acabar con esos refugios como otra forma de
acabar con la infección. Un estudio que esta semana se publica en la revista
'Nature Medicine' ha demostrado que el VIH es capaz de 'esconderse' en esos
precursores de las células con memoria del sistema inmune.
En
una investigación del Hospital de Massachusetts y el Instituto Ragon (EEUU),
con destacada presencia española, María Buzón, Enrique Martín-Gayo y su equipo
han puesto una piedra más en el camino por descubrir los reservorios del VIH.
"La
mayoría de las células humanas, incluidos los CD4 que suelen ser infectados por
el virus, tienen una vida corta", explica en una nota de prensa otro de
los firmantes, Mathias Lichterfeld, responsable de enfermedades infecciosas en
el Hospital de Massachusetts; "por eso era un misterio cómo podía
sobrevivir el VIH en el organismo pese a la eficacia del tratamiento". Esa
idea les llevó a investigar la posibilidad de que el virus utilizase las
células madre, con una supervivencia mayor, para mantenerse latente durante
décadas.
Como
explica a EL MUNDO la propia Buzón, investigadora del Hospital General de
Massachusetts, las células madre específicas de cada órgano, las que permiten
ir regenerando los tejidos cuando sufren algún daño, o las que dan lugar a
todos los linajes sanguíneos del organismo, son inmunes a la infección del
virus del sida, pero los investigadores han descubierto una pequeña población
de células T (en cierta manera parecidas a las células madre) que sí parece
susceptible a la infección. Debido a que estas células defensivas tienen,
además, una gran longevidad, los autores sospechaban que podrían ser un buen
nicho para el VIH latente. "Por eso, aunque los pacientes estén durante
muchos años en tratamiento, nunca se curan", indica la científica
española.
Análisis
En
sus experimentos, los científicos han descubierto que estas longevas células
tienen receptores (como CD4 y CCR5) que el VIH usa habitualmente como puerta de
entrada cuando infecta alguna célula del organismo.
Además,
y tomando muestras de pacientes seropositivos que llevaban muchos años en
tratamiento antirretroviral, confirmaron que, efectivamente, el virus del sida
sí es capaz de infectar estas población, a diferencia de lo que ocurre con
otras células madre, 'inmunes' al VIH. Incluso seis o 10 años después de la
infección inicial, estas células T con memoria seguían estando infectadas por
el VIH.
Como
los propios autores recuerdan, las células madre ya es un campo ampliamente
estudiado en otros campos de la medicina, como el cáncer. De hecho, explican,
en Oncología se sabe que estas células -que no responden a la quimioterapia-
pueden ser las iniciadoras del tumor, incluso años después de que el paciente
haya sido tratado con éxito. Por eso sospechan que, a partir de ahora, la
investigación sobre sida también deberá prestarle atención a esta población de
células.
Coincide
con este punto de vista Javier Martínez Picado, profesor ICREA en el Instituto
de Investigación del Sida IrsiCaixa, quien considera que este descubrimiento
"es muy importante" porque desvela un refugio del virus que podría
ser clave.
"En
los últimos 25 años, la investigación sobre VIH se ha centrado en lograr
tratamientos efectivos y no excesivamente tóxicos. Ahora la ciencia se está
dirigiendo a encontrar los reservorios del virus y ver cómo se pueden destruir
y esta investigación permite avanzar un gran paso", señala.
Según
explica, ya se sabía que el VIH puede esconderse en células concretas de la
sangre o en determinados tejidos -como los órganos genitales-, pero la
constatación de que tiene como escondite células vitales para la memoria del
sistema inmune "es fundamental porque ayuda a comprender por qué el virus
puede sobrevivir latente durante muchos años".
La
clave ahora, subraya, es conocer "cómo se pueden eliminar esas células de
forma específica".
El
siguiente paso en el estudio de este campo, confirma Buzón, será investigar
fármacos específicos para estas células, "con mecanismos moleculares
específicos", y aunque están probando ya algunas sustancias, de momento se
encuentran en una fase muy preliminar.
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