viernes, 24 de enero de 2014

El riesgo de enfermedad cardiaca podría prevenirse ya desde el embarazo



Cuanto más pequeños somos cuando estamos en el vientre materno, peor salud tendremos de adultos. El tamaño del feto al principio del embarazo parece que determinará nuestra salud futura: cuanto más pequeño, más riesgo de sufrir problemas cardiovasculares de mayores.

El estudio que se publica en «British Medical Journal» concluye que un crecimiento lento durante los tres primeros meses del embarazo se asocia con una serie de factores de riesgo cardiovascular en la infancia. Los resultados se suman a otros que evidencian, y sugieren, que el primer trimestre de embarazo puede ser un período crítico para la salud cardiovascular en la edad adulta.

El primer trimestre incluye la «fase embrionaria» (un período de rápido desarrollo durante el cual el corazón y otros órganos importantes comienzan a formarse). Debido a que se considera un momento «clave», un equipo de investigadores del Erasmus University Medical Center, en Países Bajos, decidió examinar si un pobre crecimiento durante dicho período se asociaba con un mayor riesgo cardiovascular durante la infancia.

En el estudio participaron 1.184 niños de los que se había obtenido datos sobre la longitud corona-cóccix durante el primer trimestre (una medida utilizada para estimar la edad del feto). Además se tuvieron en cuenta otros factores: edad materna, la etnia, la educación, el tabaquismo, el índice de masa corporal y la presión arterial .

Cuando cumplieron los seis años de edad se analizaron determinados factores de riesgo cardiovascular en los niños: índice de masa corporal, distribución de la grasa corporal, presión arterial, niveles de colesterol y concentraciones de insulina.

Utilizando como medida la longitud corona-cóccix, los investigadores dividieron el grupo de fetos en quintas. Así vieron que, comparación con los de la quinta más alta, los de la más baja (los fetos más pequeños ) tuvieron a los 6 años, mayor IMC y más masa grasa almacenada alrededor del abdomen, una aumento de la presión arterial diastólica y un perfil adverso de colesterol .

A pesar de que los autores reconocen que algunas de sus asociaciones pueden haber surgido por casualidad, sugieren que el primer trimestre de embarazo puede ser un período crítico para la función cardiovascular y metabólica. «Se necesitan más estudios para identificar los mecanismos biológicos causales subyacentes y las consecuencias a largo plazo», añaden, aunque proponen que en el futuro las estrategias para mejorar la salud cardiovascular «podrían comenzar desde el embarazo, o incluso antes de la concepción».

Evidencias

En un editorial acompañante, los profesores Gordon Smith y Catherine Aiken, de la Universidad de Cambridge, señala que a pesar de algunas limitaciones, el estudio se suma a una creciente evidencia que sugieren que un crecimiento fetal más lento se asocia con un mayor riesgo de enfermedades cardiovasculares, y muchas otras, de adultos.

Aunque matizan que hace falta una «comprensión más profunda de la fuerza, la naturaleza y los mecanismos de estas asociaciones antes de apresurarse a intervenir».

No hay comentarios:

Publicar un comentario