miércoles, 15 de enero de 2014

La escasez de tejido cerebral en la dislexia no provoca las dificultades de lectura



En las personas con dislexia, la presencia de menos materia gris en el cerebro se ha relacionado con la discapacidad en la lectura, pero ahora una nueva investigación, publicada en la edición digital de 'The Journal of Neuroscience', sugiere que se trata de una consecuencia de las experiencias de lectura más pobres y no la causa del trastorno.

Se ha supuesto que la diferencia en la cantidad de materia gris en el cerebro de estos individuos podría, en parte, explicar por qué los niños disléxicos tienen dificultades a la hora de trazar correctamente y con fluidez en la escritura los sonidos de las palabras.

El estudio, realizado por expertos del Centro para el Estudio de Aprendizaje del Centro Médico de la Universidad de Georgetown, en Washington, Estados Unidos, comparó un grupo de niños disléxicos con dos grupos de control distintos: uno de la misma edad y otro de niños más pequeños, quienes fueron agrupados en el mismo nivel de lectura que los niños con dislexia.

"Este tipo de enfoque nos permite controlar tanto la edad como la experiencia de lectura --explica Guinevere Eden, profesor de Pediatría en GUMC--. Si se hubieran observado diferencias en la anatomía del cerebro en la dislexia, en comparación con los dos grupos de control, habría sugerido que la reducción de la materia gris refleja una causa subyacente del déficit de lectura. Pero eso no es lo que hemos observado".

Los disléxicos mostraron menos materia gris en comparación con un grupo control pareado por edad, en consonancia con los resultados anteriores. Sin embargo, el resultado no se repitió cuando se utilizó un grupo de control de nivel de lectura como grupo de comparación con los disléxicos.

"Esto sugiere que las diferencias anatómicas reportadas en las regiones de procesamiento del lenguaje del hemisferio izquierdo parecen ser una consecuencia de la experiencia de lectura en lugar de una causa de la dislexia", señala Anthony Krafnick, autor principal de la publicación.

"Estos resultados tienen un impacto en la forma anterior en la que interpretamos la literatura anatómica sobre la dislexia y sugiere que el uso de la resonancia magnética anatómica no es una forma adecuada para identificar a los niños con dislexia", afirma. El trabajo también ayuda a determinar la delgada línea entre los cambios en el cerebro inducidos por la experiencia y las diferencias que son la causa del deterioro cognitivo.

Por ejemplo, se sabe por estudios en personas analfabetas que obtienen las habilidades de lectura que este tipo de aprendizaje induce el crecimiento de la masa cerebral. Cambios similares inducidos por el aprendizaje en lectores habituales pueden dar lugar a diferencias con sus compañeros disléxicos, que no han gozado de las mismas experiencias de lectura, y, por lo tanto, no han sufrido modificaciones similares en la estructura del cerebro.

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