El
desarrollo de la agresión física en los niños pequeños se asocia fuertemente a
factores genéticos y, en menor grado, con el medio ambiente, según un nuevo
estudio dirigido por Eric Lacourse, de la Universidad de Montreal, en Canadá, y
su hospital afiliado CHU Sainte-Justine. Lacourse trabajó con los padres de
gemelos idénticos y no idénticos para evaluar y comparar su comportamiento, el
medio ambiente y la genética.
"El
análisis gen-ambiente reveló que factores genéticos tempranos estaban
omnipresentes al analizar el desarrollo de las tendencias, lo que explica la
mayor parte de la estabilidad y el cambio en la agresión física", señala
Lacourse. "Sin embargo, debe hacerse hincapié en que estas asociaciones
genéticas no implican que las primeras trayectorias de agresión física se
establecen y son inmutables. Los factores genéticos siempre pueden interactuar
con otros del medio ambiente en la cadena causal que explica cualquier
comportamiento", agrega.
En
los últimos 25 años, la investigación sobre el desarrollo temprano de la
agresión física ha estado muy influenciada por las teorías de aprendizaje
social que sugieren que la aparición y el desarrollo de la agresión física está
determinada principalmente por la exposición acumulada a modelos agresivos en
el entorno social y los medios de comunicación.
Sin
embargo, los resultados de estudios sobre la agresión física en la primera
infancia indican que se inicia y tiene picos entre las edades de 2 y 4 años,
también demuestran que hay sustanciales diferencias en la frecuencia de la
aparición y la velocidad de cambio de la agresión física por la interacción de
factores de la genética y el medio ambiente en el tiempo.
Investigaciones
genéticamente informadas sobre la conducta disruptiva y las diferentes formas
de agresión a lo largo de la esperanza de vida en general llegan a la
conclusión de que los factores genéticos representan aproximadamente el 50 por
ciento de la variedad en la población.
Lacourse
y sus colegas postularon y probaron tres modelos generales sobre las funciones
de desarrollo de los factores genéticos y ambientales en la agresión física,
según explican los propios autores en 'Psychological Medicine'. En primer
lugar, el punto de vista más consensuado y general es que ambas fuentes de
influencia están en todas partes y participan en la estabilidad de la agresión
física.
En
segundo lugar, un modelo de "punto de ajuste genético" sugiere que un
solo conjunto de factores genéticos podrían explicar el nivel de agresión
física a través del tiempo. Un tercer patrón con la etiqueta "maduración
genética" postula nuevas fuentes de influencias genéticas y ambientales
con la edad. "De acuerdo con
la hipótesis de maduración genética, nuevas contribuciones ambientales a la
agresión física podrían ser de corta duración, en contraste con los factores
genéticos", resalta Lacourse.
Este
estudio en gemelos lo inició Michel Boivin, de la Universidad Laval, en Quebec,
y Richard Tremblay, quien también está afiliado con la Universidad de Montreal
y la 'University College Dublin', en Irlanda. Todos los padres de gemelos
nacidos entre abril de 1995 y diciembre de 1998 en el área metropolitana de
Montreal (Canadá) fueron invitados a participar, lo que condujo a 667 parejas
de gemelos monocigóticos (originados del mismo embrión, genéticamente
idénticos) y dicigóticos (de embriones separados) participantes.
Las
madres informaron sobre comportamientos como golpear, morder, dar patadas y
pelearse a las edades de 20, 32 y 50 meses. "Los resultados del análisis
gen-ambiente concedió cierto apoyo a la hipótesis genética, pero sobre todo a
las hipótesis de maduración genética", resalta Lacourse.
A
su juicio, los factores genéticos siempre explican una parte sustancial de las
diferencias individuales en la agresión física mientras, de manera más general,
el papel limitado de los factores ambientales compartidos en la agresión física
choca con los resultados de estudios de hijos únicos en los que se encontraron
muchos factores familiares o de nivel de matriz para predecir las trayectorias
de desarrollo de agresión física durante la infancia", argumenta este
experto, quien subraya que estos hallazgos sugieren que el efecto de estos
factores puede no ser tan directo como ocurría anteriormente.
Estudios
a largo plazo de la agresión física muestran claramente que la mayoría de los
niños, adolescentes y adultos, con el tiempo aprenden a utilizar alternativas a
la agresión física. "Debido a la propensión de la primera infancia, pueden
provocar respuestas negativas de los padres y los compañeros y, por lo tanto,
crear contextos donde se mantiene y refuerza el uso de la agresión física, de
forma que la agresión física temprana necesita ser tratada con cuidado",
aconseja Lacourse.
Y
concluye: "Estos ciclos de agresión entre los niños y los hermanos o los
padres de familia, así como entre los niños y sus compañeros, podrían apoyar el
desarrollo de la agresión física crónica. Actualmente, estamos explorando el
impacto de interacciones entre estos genes y el entorno social".
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