La
eterna discusión sobre si la vitamina E es eficaz para frenar el declive
cognitivo cuenta desde hoy con una nueva evidencia científica. Un estudio
publicado en JAMA demuestra que altas dosis de este compuesto frenan
moderadamente el declive cognitivo en los estadios precoces de la enfermedad de
Alzheimer. ¿Significa esto que todas las personas recién diagnosticadas de esta
común demencia deben atiborrarse a partir de ahora de la vitamina? Según los
expertos consultados por ELMUNDO.ES, es pronto para decirlo, pero los
resultados son, dentro de su modestia, alentadores.
El
trabajo se llevó a cabo en 613 veteranos estadounidenses (beneficiarios de un
seguro médico gubernamental que cubre todos los gastos médicos) diagnosticados
de demencia tipo Alzheimer y en tratamiento con inhibidores de la colinesterasa
(el fármaco de elección en estadios precoces de la enfermedad, al menos en EEUU)
y está "muy bien diseñado, aunque es complejo", según el jefe de
Investigación de la Fundación ACE, Agustín Ruiz. Lo que demuestra el estudio es
que la administración de alfa tocoferol (vitamina E) retrasa frente a placebo
la progresión clínica de la enfermedad de Alzheimer en un 19% en pacientes en
estadios leves, lo que se traduce en un retraso de 6,2 meses en el declive
cognitivo.
Ruiz
comenta que no es, ni mucho menos, la primera vez que se estudia este aspecto y
que, de hecho, este complemento se "consumía mucho" hasta que un
metaanálisis publicado en 2005 alertó sobre sus efectos adversos: más riesgo de
síncope, de caídas... De hecho, el estudio tenía por inquietante título
"La suplementación a altas dosis con vitamina E podría incrementar la
mortalidad por todas las causas".
Para
entonces, señala Ruiz, ya se había demostrado que la vitamina E, un potente
antioxidante, podía frenar el deterioro cognitivo, algo con lo que coincide el
presidente de la Sociedad Española de Dietética y Ciencias de la Alimentación
(Sedca), Antonio Villarino, que señala que la conclusión "no es
nueva". Villarino explica también que el alfa tocoferol está presente en
semillas vegetales y frutos secos pero también se vende en pastillas, algo que
sería interesante si se quisieran llevar a la práctica las conclusiones del
estudio publicado en JAMA.
Porque,
como resalta Ruiz, la cantidad de vitamina E que utilizaron en el estudio,
2.000 unidades internacionales al día (IU/d), es de 100 veces la dosis diaria
recomendada de este nutriente. "No se trata de cubrir un déficit, sería
administrarla como fármaco", comenta el experto que predice "una
eclosión" de productos de este tipo (en España ya hay fármacos con esta
composición, pero no a semejantes dosis).
Así,
el experto comenta que el estudio dirigido por el investigador de la
Universidad de Yale Peter Guarino tiene un triple objetivo: demostrar la
seguridad de la vitamina E, estudiar la eficacia de un fármaco aprobado para
las fases avanzadas de Alzheimer en las fases más precoces y saber si la
vitamina E retrasa el declive cognitivo en estos pacientes. Según los
resultados de la investigación, los autores demuestran que el producto es
seguro, rechazan que el fármaco para el Alzheimer (memantina) se deba ampliar a
etapas más precoces de la enfermedad y muestran cierta eficacia de la vitamina
E. "Hay cierta mejora, no es espectacular", apunta Ruiz, que resalta
que el efecto es "modesto" y "no sobre la enfermedad".
Cautela
El
autor del metaanálisis que, según Ruiz, hizo que se aminorase la investigación
en torno a la vitamina E es el español Eliseo Guallar, del Departamento de
Epidemiología de la John Hopkins University. Guallar comenta a este diario que
ha habido estudios previos de vitamina E en pacientes con deficiencias cognitivas
"y han sido mayoritariamente nulos".
Sin
embargo, reconoce que este trabajo concreto muestra "un pequeño
beneficio" en pacientes con enfermedad de Alzheimer que solo recibían
vitamina E.
Pero
para Guallar es justamente ahí donde reside uno de los problemas del estudio.
En el mismo, se dividió a los 613 veteranos en cuatro grupos. Uno fue asignado
solo a la memantina, otro, solo a la vitamina E, un tercero, a la combinación
de fármaco y suplemento vitamínico mientras que el último grupo solo tomó
placebo. Lo curioso es que el efecto beneficioso que se observó en el grupo de
la vitamina E no se observó en el que tomaba ésta y la memantina. Es algo que
los autores del estudio mencionan, pero no son capaces de explicar ya que,
señalan, "aunque es posible que la memantina interfiera con el alfa
tocoferol, es difícil postular un mecanismo que lo explique".
Guallar
considera que este dato "hace sospechar que los resultados dependen de una
cierta variabilidad aleatoria, lo que es esperable en un estudio no muy grande
(unos 140 participantes por grupo)".
El
editorial que acompaña a la publicación del trabajo alerta sobre una posible
extrapolación del mismo a otras dosis de vitamina E y en combinación con otros
medicamentos. Además, señala también que sería necesario confirmar los
resultados de la investigación en un estudio más amplio, algo en lo que
coincide Ruiz que, no obstante, cree que es muy posible que eso no suceda, dado
lo caro del estudio.
Así
las cosas, el especialista en Alzheimer no sabe qué ocurrirá a partir de ahora.
"Es un estudio que va a generar mucho debate", comenta y apunta a que
técnicamente, los sujetos que tomaron la vitamina E estuvieron mejor y tardaron
más en requerir de asistencia completa. Por ello, el especialista cree que
"habrá demanda". Pero Ruiz considera que, en la situación actual, es
complicado que el Servicio Nacional de Salud asuma incluir este suplemento
entre los fármacos cubiertos por la seguridad social para la enfermedad. Así,
este médico cree que puede pasar algo similar a lo que sucede con Souvenaid, un
alimento funcional aprobado para el Alzheimer leve que ha de recetar el médico
pero paga el paciente. "Será una decisión personal entre el médico y el
paciente y tardará un tiempo en clarificarse", apunta.
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