Pintar,
bailar, cantar, escribir... El uso de disciplinas artísticas como 'alivio' para
pacientes con cáncer y otras patologías no es algo nuevo, pero su verdadera
eficacia no ha logrado ser demostrada hasta ahora con el método científico
tradicional. Una revisión de estudios que publica esta semana la revista 'Jama
Internal Medicine' ha observado una pequeña mejoría entre los pacientes, aunque
de efecto modesto y no sostenido en el tiempo.
Como
admiten en su introducción Timothy Puetz y su equipo, de los Institutos
Nacionales de Salud, un 40% de los pacientes con cáncer recurre a algún tipo de
terapia alternativa, pero casi toda la atención científica se ha centrado en
demostrar la eficacia de los llamados tratamientos complementarios (hierbas,
homeopatía, acupuntura...). La utilidad de la arteterapia, en cambio, sigue en
una especie de limbo científico.
Para
tratar de demostrar la eficcia de las sesiones de musicoterapia, pintura y
otras disciplinas artísticas, Puetz y su equipo revisar los resultados de 27
estudios en los que se habían valorado parámetros como la depresión, la
ansiedad, el dolor o la calidad de vida.
Aunque
la conclusión general es que los talleres artísticos beneficiaban a los
pacientes en todas estas escalas, los científicos admiten que los beneficios
para los pacientes se iban reduciendo con el paso del tiempo.
El
doctor Francisco Ruza, director del Máster de Musicoterapia de la Universidad
Complutense de Madrid y creador de la UCI pediátrica del Hospital La Paz de
Madrid, coincide con esta percepción de sus colegas estadounidenses. "La
aplicación de las artes creativas (por ejemplo, el baile, masajes, etc.) son
complementarias -ni alternativas ni sustitutivas- y lo que hacen es mejorar el
estado de ánimo de la persona y, por lo tanto, mejoran su calidad de vida.
Pero, efectivamente, el efecto es transitorio. Ocurre lo mismo con los fármacos.
Cuando bajan los niveles en plasma, dejan de tener efecto. Por eso, para que las terapias creativas sean
eficaces hay que mantenerlas a lo largo del tiempo".
En
el caso del arte, por ejemplo, el estudio observó un curioso fenómeno, y es que
los pacientes mostraron mayores beneficios cuando los talleres no eran
dirigidos por un terapeuta profesional. Los investigadores también admiten que
las ventajas del arte se compararon frente a la terapia estándar, ningún
tratamiento, la lista de espera o un placebo, una cuestión que no permite
extraer conclusiones contundentes. El trabajo tampoco precisa exactamente los
estadíos o tipos de tumores en los que se encontraban los pacientes que más se
beneficiaron de los talleres.
Sin
embargo, los autores sí admiten que este trabajo es una buena pista para seguir
indagando en esta cuestión y ahondar en los pacientes que más se pueden
beneficiar de estas terapias.
El
doctor Ruza admite que los oncólogos "cada vez más valoran esta opción
[artística] como terapia complementaria para sus pacientes". De hecho, en
su hospital, la música comenzó a implantarse hace seis años en la UCI pediátrica,
donde se comprobaron sus beneficios en un estudio con bebés de menos de seis
meses. A partir de ahí, la experiencia musical se ha extendido a otras áreas
del hospital, a los niños trasplantados, neurológicos y también oncológicos.
Ref:
Haz click aquí
No hay comentarios:
Publicar un comentario