Cuando
parecía que el debate sobre el uso de embriones y la clonación parecía
superado, la Universidad de Oregón (Estados Unidos) anuncia la obtención de células
madre embrionarias con la técnica que dio origen a la oveja Dolly. Se trata de
un paso aplaudido por la comunidad científica porque la técnica podría ayudar a
regenerar órganos. Pero la investigación también tiene numerosas aristas al
abrir una puerta peligrosa a la clonación reproductiva. Para conocer en detalle
las implicaciones de esta investigación, ABC ha hablado con expertos en
medicina reproductiva y genetistas.
1.
¿Cómo lo hicieron?
Se
tomó una célula de la piel de una persona, se extrajo su núcleo (con la
información genética del individuo) y se fusionó con un óvulo de una mujer al
que previamente se eliminó su núcleo y su ADN. El resultado es un blastocisto,
un embrión de pocos días. En teoría, porque nadie lo ha probado, si se dejara
completar su desarrollo y se introdujera en el útero de una mujer podría dar
lugar a una vida. La técnica utilizada se conoce como transferencia nuclear o
clonación terapéutica.
2.
Clonación terapéutica o reproductiva ¿son iguales?
No.
El camino seguido es el mismo pero no el fin. La reproductiva persigue generar
clones de seres vivos, como la famosa oveja Dolly. La terapéutica tiene como
objetivo obtener un embrión para extraer sus células madre. Esas células se
pueden convertir en casi cualquier tejido (neuronas, células sanguíneas,
musculares...) y utilizarlas para regenerar órganos y tejidos dañados sin
riesgo de rechazo.
3.
¿Las dos plantean problemas éticos?
Sí.
La clonación reproductiva es censurada por todos los científicos, sin excepción,
y es ilegal. La terapéutica es legal en muchos países, incluido el nuestro,
pero obliga a destruir el embrión para extraer sus células. Aunque la
estrategia también divide a los expertos en bioética y a los investigadores. «La
clave de este debate ético está en el nombre que le damos a un organismo
pluricelular, ¿a qué llamamos embrión?», pregunta Carlos Simón,director científico
del Instituto Valenciano de Infertilidad y catedrático de Ginecología.
4.
¿Cuál era el objetivo de la Universidad de Oregón?
Desde
que nació Dolly, numerosos grupos de investigación han intentado reproducir esa
misma técnica en humanos. Su objetivo no era lograr el nacimiento de un clon
humano como se muestra en la película «La Isla», sino un embrión clónico para
extraerle células madre útiles para trasplante. Nadie lo había logrado hasta
ahora. «Los científicos de Oregón han demostrado que la técnica que había
funcionado hasta ahora en animales también es eficaz en humanos», explica Anna
Veiga, directora del Banco de Líneas Celulares de Barcelona. Además han
reducido el número de óvulos necesarios para que la técnica sea eficaz.
5.
¿Se puede clonar a una persona?
De
momento es ciencia ficción, aunque todos los científicos consultados aseguran
que se ha dado el primer paso. Otros mamíferos (gatos, perros, toros...) se han
clonado. No se ha logrado con monos, los más cercanos a los humanos. Sin
embargo, se ha dado el primer paso para lograrlo.
6.
¿Existe alternativa a la utilización de células embrionarias?
Sí,
se llaman iPS. Con estas siglas se denomina a un nuevo tipo celular descubierta
por el japonés Shinya Yamanaka. Este investigador halló una alternativa ética
que permite generar estas células iPS, similares a las embrionarias sin
utilizar embriones, óvulos y sin clonación. Estás células en el labotatorio
también se transforman en células musculares, cardiacas, nervisosas.. para
reparar órganos dañados y tratar enfermedades incurables. El hallazgo le sirvió
el Nobel de Medicina.
7.
Si existe esta alternativa ¿por qué era necesario volver a la clonación terapéutica?
«No
era necesario», opina Felipe Prósper, experto en Terapia Celular de la Clínica
de la Universidad de Navarra. «Con la técnica de Yamanaka ya podemos obtener células
para autotrasplante sin problemas éticos». También preocupa que las células
embrionarias puedan propiciar la aparición de tumores al inyectarlas en una
persona. No opina de la misma manera, Carlos Simón. «Las iPS fueron un hallazgo
fabuloso, pero aún no se pueden llevar a la clínica. Hoy son más seguras las
embrionarias, de hecho ya se están probando en dos ensayos: uno para tratar a
lesionados medulares y otro contra la retinitis pigmentaria». El japonés
Yamanaka está a punto de conseguir autorización para probar sus iPSen
pacientes.
8.
Entonces, ¿estamos ante un hito científico?
«Sin
duda», aseguran Carlos Simón y Anna Veiga. Más dudas muestra el experto de la
Universidad de Navarra, aunque reconoce el valor científico del trabajo. «Nos
ayudará a mejorar la tecnología de la terapia celular».
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