El
número de gafas de sol que son usadas por los españoles y que disponen de
filtro 100 por cien ultravioleta representa únicamente el 20 por ciento, según
señala a Europa Press el optometrista de la Fundación Alain Afflelou, Fernando
Sánchez.
Así
lo asegura el experto con motivo del inicio al final de este mes de la campaña
de esta entidad 'Protección Solar Infantil', por la que se pretende
"promover el uso de gafas de sol entre los menores", algo que se
efectuará mediante comunicación en médicos y a través de su divulgación en las
ópticas de la compañía.
A
su juicio, éstas son muy importantes, ya que evitan la aparición de
determinadas patologías oculares en etapas más tardías de la vida, motivo por
el que lamenta que el 80 por ciento de estos objetos sean adquiridos "en
bazares, jugueterías y otras tiendas no especializadas". Por ello, y
porque la gafa oscura "no es sinónimo de protección ultravioleta",
apuesta por comprarlas en ópticas, donde se garantiza una protección "de
filtro ultravioleta B y parte del A".
De
esta forma, Sánchez señala que es más perjudicial para el menor el uso de una
gafa oscura sin filtro ultravioleta que la mera utilización de una visera ya
que, "al ser oscura, dilata la pupila y entra más radiación ultravioleta
en la retina del niño".
Para
el especialista, el problema principal que tiene los niños es que "no
tienen una protección natural como ocurre en las personas adultas".
"En el momento del nacimiento, nuestro ojo nace con una lente que se llama
cristalino, y que no tiene protección ultravioleta", explica al tiempo que
señala que ésta se va generando "a lo largo de la vida".
LA
PROTECCION NATURAL CONTRA LOS UVA Y UVB SE COMPLETA A LOS 25 AÑOS
El
instante en el que se completa la protección es a los 25 años pero, hasta los
13, "el 60 por ciento de los ultravioleta entran directamente al ojo y
caen en retina", indica. Estos, por tanto, son acumulativos y los que
provocan "la aparición de problemas visuales con posterioridad",
lamenta.
Entre
ellos, Sánchez destaca a algunos como el pterigium, que es "una especie de
tejido que crece hasta el ojo, llegando incluso a la pupila, y que tiene más
incidencia en las zonas de la península y de Canarias donde hay una mayor
exposición solar".
Además,
pueden provocar "cataratas, degeneración macular asociada a la edad o
cualquier enfermedad retiniana que tenga un factor oxidativo importante, como
pueden ser las quemaduras retinianas y las queratosis actínicas por exposición
a la luz solar", determina.
Debido
a que estos problemas son asintomáticos, a no ser que haya una enfermedad
subyacente, y a que no provocan la queja del menor, el especialista de la
Fundación Alain Afflelou sostiene que educar al respecto tanto en los colegios,
como en casa "sería muy buena alternativa".
Para
él, los niños "deben llevar gafas de sol siempre que estén el
exterior", por lo que descarta que sólo sean usadas en la playa. De hecho,
subraya que "hay que cambiar esa cultura", ya que la radiación
ultravioleta "es igual de intensa en los parques o en los colegios".
Por
último, y en referencia a los rayos infrarrojos, Sánchez asegura que éstos
tienen mayor incidencia "cuando la intensidad lumínica es muy alta",
por lo que la mayoría de gafas de sol, al provocar la disminución de ésta,
"reducen su cantidad". Además, indica que éstos "sí provocan un
daño casi inmediato, como cuando se produce una quemadura retiniana".
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