Las
aplicaciones de la terapia celular por fin han llegado a uno de los mayores «problemas»
del ser humano: la calvicie. Un equipo de la Universidad de Columbia, en
EE.UU., asegura haber dado con la «clave» para restaurar la pérdida de pelo y
generar nuevo pelo, en vez de redistribuirlo de una zona del cuero cabelludo a
otro, como se hace actualmente en la mayoría de los trasplantes de pelo. El
enfoque, si definitivamente se confirma, podría ampliar el uso de los
trasplantes de pelo para las primeras fases de la calvicie, tanto masculina
como femenina. Y la clave está en cultivar, a partir de unos pocos cientos de
pelos del donante, células que promueven la formación de nuevos folículos
pilosos o que rejuvenecen los pelos ya existentes.
Mujeres
con pérdida de cabello, personas que sufren alopecia cicatricial o que han
perdido su cabello por lesiones o quemaduras o varones en las primeras etapas
de su calvicie serían los que se podría beneficiar de esta aproximación debido
a que, en estos casos, los medicamentos que existen actualmente para la pérdida
de cabello, que tienden a reducir la tasa de pérdida de cabello, no estimulan
la formación de pelo robusto y por lo tanto no son efectivos.
Tal
y como explica la coordinadora del estudio, Angela M. Christiano, «este método
ofrece la posibilidad de inducir a un gran número de folículos pilosos o
rejuvenecer los ya existentes a partir de células cultivadas procedentes de
unos pocos cientos de pelos donantes».
Doble
reto
El
trabajo que se publica en PNAS explica que las células de la «papila dérmica»
dan lugar a los folículos pilosos, aunque, reconoce otro de los autores del
trabajo, Colin Jahoda , de la Universidad de Durham, en Inglaterra, y
codirector de North East England Stem Cell Institute, «la noción de que la
clonación de los folículos pilosos a través de las células de la papila dérmica
ha existido desde hace más de 40 años y, sin embargo, cada vez que las células
de la papila dérmica se ha cultivado en tejidos convencionales, de dos dimensiones,
pierden su capacidad de producir folículos pilosos. Nuestro reto ha sido doble:
expandir un número lo suficientemente grande de células para la regeneración
del cabello pero que conservaran sus propiedades de generar nuevo pelo».
Para
resolver este problema, los investigadores utilizaron pelo de roedores, porque
permite recoger fácilmente papilas; a continuación se cultivaron y se
trasplantaron con éxito en la piel de los animales. Estudiando por qué en esta
ocasión sí funcionaba la teoría, los investigadores vieron que las papilas dérmicas
de los animales -a diferencia de las de los humanos- tienden a generar de forma
espontánea agregados o «esferoides» en el cultivo. Los expertos creen que
dichos «esferoides» debían crear su propio entorno extracelular, lo que permite
que las papilas interactúen y liberaren señales que son las que reprograman
para hacer crecer nuevos folículos. Esto, pensaron, sugiere que si las papilas
humanas se cultivaran de tal manera que se promoviera una agregación similar «se
podrían crear las condiciones necesarias para inducir el crecimiento del pelo
en la piel humana».
Para
probar su hipótesis, los investigadores recogieron papilas dérmicas de siete
donantes humanos y clonaron y cultivaron las células en un cultivo de tejidos
-no se añadieron factores crecimiento adicionales a los cultivos-. A los pocos
días, trasplantaron las papilas cultivadas entre la dermis y la epidermis de
piel humana que se había injertado en la espalda de ratones. Los resultados
mostraron que en cinco de las siete pruebas, los trasplantes promovieron el
crecimiento del cabello que duró al menos seis semanas.
Pelos
humanos
El
análisis de ADN confirmó que los nuevos folículos eran humanos y genéticamente
coincidentes con los donantes. Para Christiano, «este enfoque tiene el
potencial de transformar el tratamiento médico para la pérdida del cabello».
Recuerda la experta que los medicamentos actuales tienden a frenar la pérdida
de los folículos pilosos o a estimular el crecimiento de pelos existentes, pero
no crear nuevos folículos. Y tampoco los trasplantes de pelo convencionales,
que trasladan un número determinado de pelos de la parte posterior del cuero
cabelludo a la parte delantera, parecen ser la solución. «Nuestro método
-dice-, tiene el potencial de hacer crecer nuevos folículos utilizando las
propias células de una persona, algo que amplia la utilidad de la cirugía de
restauración del pelo».
Ahora
bien, reconocen que todavía hay que hacer más investigaciones para ver si este
método puede llevarse a la clínica. «Tenemos que establecer los orígenes de las
propiedades intrínsecas de los pelos inducidos, como la cinética del ciclo del
pelo, el color, la posición y la textura; además hay que estadeterminar blecer
el papel de las células epidérmicas de acogida que interactúan con las células
de la papila dérmica para fabricar nuevas estructuras», afirma Jahoda. Sin
embargo los investigadores son optimistas porque consideran que este estudio es
un «paso importante» hacia el objetivo de crear una piel de reemplazo que
contiene los folículos del pelo para su uso, por ejemplo, en pacientes
quemados. Además, los investigadores creen que futuros estudios podrían revelar
si estos «esferoides» de papila dérmica pueden ayudar a descubrir fármacos que
afectan la función de la papila del pelo y predecir así la respuesta clínica a
los tratamientos de pérdida de pelo.
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