martes, 22 de octubre de 2013

Células cultivadas logran inducir el crecimiento de pelo humano



Las aplicaciones de la terapia celular por fin han llegado a uno de los mayores «problemas» del ser humano: la calvicie. Un equipo de la Universidad de Columbia, en EE.UU., asegura haber dado con la «clave» para restaurar la pérdida de pelo y generar nuevo pelo, en vez de redistribuirlo de una zona del cuero cabelludo a otro, como se hace actualmente en la mayoría de los trasplantes de pelo. El enfoque, si definitivamente se confirma, podría ampliar el uso de los trasplantes de pelo para las primeras fases de la calvicie, tanto masculina como femenina. Y la clave está en cultivar, a partir de unos pocos cientos de pelos del donante, células que promueven la formación de nuevos folículos pilosos o que rejuvenecen los pelos ya existentes.

Mujeres con pérdida de cabello, personas que sufren alopecia cicatricial o que han perdido su cabello por lesiones o quemaduras o varones en las primeras etapas de su calvicie serían los que se podría beneficiar de esta aproximación debido a que, en estos casos, los medicamentos que existen actualmente para la pérdida de cabello, que tienden a reducir la tasa de pérdida de cabello, no estimulan la formación de pelo robusto y por lo tanto no son efectivos.

Tal y como explica la coordinadora del estudio, Angela M. Christiano, «este método ofrece la posibilidad de inducir a un gran número de folículos pilosos o rejuvenecer los ya existentes a partir de células cultivadas procedentes de unos pocos cientos de pelos donantes».

Doble reto

El trabajo que se publica en PNAS explica que las células de la «papila dérmica» dan lugar a los folículos pilosos, aunque, reconoce otro de los autores del trabajo, Colin Jahoda , de la Universidad de Durham, en Inglaterra, y codirector de North East England Stem Cell Institute, «la noción de que la clonación de los folículos pilosos a través de las células de la papila dérmica ha existido desde hace más de 40 años y, sin embargo, cada vez que las células de la papila dérmica se ha cultivado en tejidos convencionales, de dos dimensiones, pierden su capacidad de producir folículos pilosos. Nuestro reto ha sido doble: expandir un número lo suficientemente grande de células para la regeneración del cabello pero que conservaran sus propiedades de generar nuevo pelo».

Para resolver este problema, los investigadores utilizaron pelo de roedores, porque permite recoger fácilmente papilas; a continuación se cultivaron y se trasplantaron con éxito en la piel de los animales. Estudiando por qué en esta ocasión sí funcionaba la teoría, los investigadores vieron que las papilas dérmicas de los animales -a diferencia de las de los humanos- tienden a generar de forma espontánea agregados o «esferoides» en el cultivo. Los expertos creen que dichos «esferoides» debían crear su propio entorno extracelular, lo que permite que las papilas interactúen y liberaren señales que son las que reprograman para hacer crecer nuevos folículos. Esto, pensaron, sugiere que si las papilas humanas se cultivaran de tal manera que se promoviera una agregación similar «se podrían crear las condiciones necesarias para inducir el crecimiento del pelo en la piel humana».

Para probar su hipótesis, los investigadores recogieron papilas dérmicas de siete donantes humanos y clonaron y cultivaron las células en un cultivo de tejidos -no se añadieron factores crecimiento adicionales a los cultivos-. A los pocos días, trasplantaron las papilas cultivadas entre la dermis y la epidermis de piel humana que se había injertado en la espalda de ratones. Los resultados mostraron que en cinco de las siete pruebas, los trasplantes promovieron el crecimiento del cabello que duró al menos seis semanas.

Pelos humanos

El análisis de ADN confirmó que los nuevos folículos eran humanos y genéticamente coincidentes con los donantes. Para Christiano, «este enfoque tiene el potencial de transformar el tratamiento médico para la pérdida del cabello». Recuerda la experta que los medicamentos actuales tienden a frenar la pérdida de los folículos pilosos o a estimular el crecimiento de pelos existentes, pero no crear nuevos folículos. Y tampoco los trasplantes de pelo convencionales, que trasladan un número determinado de pelos de la parte posterior del cuero cabelludo a la parte delantera, parecen ser la solución. «Nuestro método -dice-, tiene el potencial de hacer crecer nuevos folículos utilizando las propias células de una persona, algo que amplia la utilidad de la cirugía de restauración del pelo».

Ahora bien, reconocen que todavía hay que hacer más investigaciones para ver si este método puede llevarse a la clínica. «Tenemos que establecer los orígenes de las propiedades intrínsecas de los pelos inducidos, como la cinética del ciclo del pelo, el color, la posición y la textura; además hay que estadeterminar blecer el papel de las células epidérmicas de acogida que interactúan con las células de la papila dérmica para fabricar nuevas estructuras», afirma Jahoda. Sin embargo los investigadores son optimistas porque consideran que este estudio es un «paso importante» hacia el objetivo de crear una piel de reemplazo que contiene los folículos del pelo para su uso, por ejemplo, en pacientes quemados. Además, los investigadores creen que futuros estudios podrían revelar si estos «esferoides» de papila dérmica pueden ayudar a descubrir fármacos que afectan la función de la papila del pelo y predecir así la respuesta clínica a los tratamientos de pérdida de pelo.

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