Cuanto
antes mejor: esta parece ser la consigna que está calando entre los
investigadores del VIH debido especialmente a los últimos datos que hablan de «curación
funcional» o erradicación del virus del sida. La publicación hoy en The New
England Journal of Medicine del caso de una niña que, después de 3 años de edad
y sin tratamiento sigue libre de la infección por el VIH tras haber recibido
tratamiento intensivo a las 30 horas de su nacimiento al haberse constatado que
estaba infectada por el VIH, no hace sino confirmar algunos otros datos, como
los de la denominada cohorte Visconti, un grupo de 14 pacientes adultos del
Instituto Pasteur, en Francia, tratados en un momento muy inicial de la infección
-a los pocos días de infectarse- y que tras seguir un tratamiento con
antirretrovirales siguen, casi 10 años después, sin presencia del virus.
Para
José María Gatell, del hospital Clinic de Barcelona, estos datos nos están
indicando que sí es posible una «curación funcional» de las personas infectadas
por el VIH cuando se tratan «al poco tiempo de ser infectadas». Ésta, señala «es
la clave». Aunque no se sabe con certeza, apunta, «de alguna manera ese
tratamiento precoz y potente evita que el VIH se establezca en sus santuarios o
reservorios virales desde donde comienza su replicación y propagación por el
organismo». El VIH inactivo escondido en las células inmunes es el encargado de
reactivar la infección en la mayoría de las personas infectadas a las pocas
semanas de interrumpir el tratamiento farmacológico
En
este sentido, durante el pasado Congreso de la Sociedad Española
Interdisciplinar del Sida (SEISIDA), Asier Sáez Cirión, director del estudio
del Pasteur, explicó que «ciertas personas son capaces de alcanzar una remisión
de la infección gracias a haber iniciado el tratamiento muy rápidamente. Y
aunque el virus sigue presente en el organismo, lo está a niveles tan bajos que
no hacen falta medicamentos para mantener la infección controlada». De hecho,
aseguró, algunas de las personas de este ensayo llevan viviendo más de 10 años
con la infección «controlada» tras interrumpir su tratamiento.
Controlar
el VIH
Sin
embargo todavía hoy no se sabe porqué, tras discontinuar la terapia, ciertas
personas son capaces de mantener niveles indetectables de virus y la mayoría
no. «Una característica clave de los que controlan el virus es que en el
momento de la interrupción tienen niveles muy bajos de reservorio viral, muy
pocas células infectadas, aunque sabemos que no es suficiente». Sáez Cirión
cree que el tratamiento precoz impacta en la infección a diferentes niveles: «no
solamente se limita el número de células que se infectan, también se limita el
número de mutaciones del virus y se facilita la reconstitución y preservación
de las respuestas inmunitarias. Probablemente en los pacientes que controlan la
infección se produce una óptima combinación de estos factores».
Desafortunadamente,
«aún no sabemos predecir qué pacientes serán capaces de controlar la infección
tras interrumpir el tratamiento», concluye. Para Gatell éste no es fenómeno
anormal: «ocurre en muchas enfermedades infecciosas, como en la tuberculosis».
En estos casos se produce una «curación funcional» de la tuberculosis, pero no
se «erradica» la infección. «Pues con el VIH pasa lo mismo», confirma.
«Esterilización»
del virus
El
caso que se publica en NEJM, del que se ya presentaron datos preliminares en
marzo de 2013, puede explicar lo qué ocurre en este proceso de curación. Las
autoras, Deborah Persaud y Hannah Gay, señalan que la administración precoz del
tratamiento antiviral probablemente condujo a la remisión del virus, ya que se
interrumpió la formación de los depósitos del virus que son difíciles de
tratar. Persuad, del hospital Johns Hopkins, en EE.UU., explica que la remisión,
definida en este caso, no sólo por la ausencia de síntomas de la infección,
sino también por la falta de replicación del virus, puede ser un paso hacia una
cura por «esterilización» del VIH, es decir, la erradicación completa y a largo
plazo de toda la replicación del virus en el cuerpo. Hasta el momento sólo se
conoce un caso de curación por esterilización, el del famoso «paciente de Berlín».
Aunque,
señala Gatell, «este es un caso totalmente diferente», ya que recibió un
trasplante de médula ósea procedente de un donante con una rara mutación genética
en los leucocitos que confiere a algunas personas resistencia ante al VIH, un
beneficio que transfieren al destinatario. Además, este enfoque de tratamiento
complejo no es viable ni práctico para los 33 millones de personas en el mundo
infectadas con el VIH.
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