La
estrategia presentada en 2012 por la Asociación Internacional del Sida (IAS en
inglés) definía una serie de líneas de trabajo para obtener la erradicación del
VIH en el mundo; entre ellas, estaba la terapia génica, que «permitiría
modificar las células del sistema inmunitario del propio paciente y hacerlas
resistentes a la infección por VIH». Pues según un artículo que se publica en «The
New England Journal of Medicne» (NEJM) es posible que la terapia génica esté más
cerca para su uso en personas con VIH. Los investigadores han demostrado, por
vez primera, la seguridad de la terapia génica 12 pacientes con VIH y, aunque
no se puede afirmar que se haya erradicado el virus, el tratamiento sí ha
mantenido el virus a niveles indetectables en algunos de ellos.
El
ensayo de la Universidad de Pensilvania, en EE.UU., se ha basado en la
manipulación genética de determinadas células del sistema inmunológico de los
pacientes. En concreto, los investigadores han modificado la proteína CCR5 de
los linfocitos CD4 con el fin de conferir a las células la capacidad de «atacar»
al virus y eliminarlo una vez que se inyectan en el paciente.
«El
estudio muestra que podemos modificar las propias células del sistema inmune de
un paciente para que adquieran la capacidad de resistencia natural al virus de
una forma segura y eficaz. Y, cuando se transfieren al paciente, las células
modificadas podrían mantener la carga viral indetectable sin la necesidad de
medicamentos», explica, Carl H. June, coordinador del trabajo. June cree que
estos datos refuerzan la creencia de que las «células T modificadas son la
clave para eliminar la necesidad de antirretrovirales permanente».
Para
modificar las células, los científicos utilizaron la tecnología de «dedos de
zinc», una especie de tijeras moleculares desarrolladas por Sangamo BioScience,
que cortan el trozo de gen necesario para imitar la mutación de CCR5 -delta-32,
una rara mutación que proporciona una resistencia natural al virus, pero en sólo
1% de la población general. Al inducir estas mutaciones, explica Juan Carlos López,
del Hospital Gregorio Marañón de Madrid, se reduce la expresión de la proteínas
de superficie de CCR5 y, sin ellas, el VIH no puede entrar en la célula, lo que
las convierte en resistentes a la infección.
Los
investigadores han llevado a cabo ensayo clínico en fase I para probar la
seguridad y eficacia de la terapia génica. Así, los 12 pacientes se dividieron
en dos cohortes o grupos: todos fueron tratados con infusiones -unos 10 mil
millones de células que había sido manipuladas- entre mayo de 2009 y julio de
2012. Seis abandonaron la terapia antirretroviral durante un máximo de 12
semanas, a partir de la cuarta semana de la infusión, mientras los otros seis
siguieron con el tratamiento.
Reservorios
del virus
En
conjunto, la terapia resultó ser eficaz. A la semana los análisis revelaron un
aumento importante de células T modificadas en los pacientes, aunque fueron
reduciéndose con el tiempo. Un aspecto importante, subraya Juan Carlos López,
es que los investigadores vieron que había células modificadas en el tejido
linfático, los reservorios del virus. Así, se encontraron en el tejido linfoide
asociado al intestino, que es un importante reservorio de células inmunitarias
y un depósito crítico de la infección por el VIH, lo que sugiere que las células
modificadas están funcionando y circulando normalmente por el organismo.
Sin
embargo el trabajo no confirma el potencial de esta terapia para controlar el
VIH, reconoce Juan Carlos López, de la Sociedad española Interdisciplinaria del
Sida (SEISIDA). Aunque sí es cierto, añade, que es una clara «prueba de
concepto» de que la terapia génica es segura y eficaz, y que se debe seguir
explorando en esta dirección.
Paciente
de Berlín
Las
terapias basadas en la mutación CCR5 han ganado fuerza en los últimos seis años,
especialmente después del «paciente del Berlín» la primera persona que se
considera «funcionalmente» curada. Timothy Ray Brown, que así se llama, se
sometió en 2007 a un complicado tratamiento para combatir una leucemia, un tipo
de cáncer que afecta al sistema inmunológico. El tratamiento incluyó recibir un
trasplante de células madre de un donante portador de un gen hereditario poco
común, asociado con la reducción del riesgo de contraer el VIH. Los médicos del
Hospital Médico Universitario de la Caridad de Berlín (Alemania) seleccionaron
las células madre del tipo denominado CD4 que no portaban el receptor CCR5,
necesario para que el virus se propague por el organismo. A día de hoy, se
considera que Brown es el primer caso en el que se ha podido erradicar al VIH.
Los investigadores están tratando de replicar este fenómeno, porque los
trasplantes alogénicos, como el del «paciente del Berlín», conllevan un alto
riesgo de mortalidad y requieren largas hospitalizaciones y no son una solución
práctica para los pacientes con VIH que no tienen cáncer de la sangre.
Otras
aproximaciones, como la de los pacientes de Boston, dos personas infectadas por
el VIH que parecían haber sido curadas de su infección tras ser sometidas a un
trasplante de médula ósea a causa de un cáncer, tampoco han dado resultados.
«Estos
casos ponen de relieve la necesidad de proteger a las células T frente al virus»,
explica el investigador español Pablo Tebas, director de la Unidad de Ensayos
Clínicos del SIDA en el Centro Penn para la Investigación del SIDA, uno de los
dos centros en los que se completó el estudio. «Los casos Boston nos muestran
que en el caso del paciente de Berlín no fue la quimioterapia o la infusión de
células madre de un donante lo que evitó el VIH; fue la protección de las células
T por la ausencia de CCR5. Estos dos procedimientos no eliminaban completamente
el reservorio del VIH, y cuando el virus regresó, las células T eran
susceptibles a la infección». Tebas afirma que el enfoque de los «dedos de zinc»
protege a las células T frente al VIH y «puede ser capaz de agotar casi
completamente el virus mientras esas células sean funcionales».
Para
Juan Carlos, lo que está claro, es que el trabajo, «aunque no es la panacea»,
demuestra que este es el camino aunque, «si realmente se confirma la terapia génica
como vía para tratar el VIH, lo más seguro es que se haga como se propone
exactamente en este trabajo».
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