Un
millón de españoles puede tener glaucoma y solo la mitad lo sabe. El glaucoma,
la principal causa de ceguera en el mundo no da síntomas en sus fases
iniciales, por eso se la conoce como el «ladrón silencioso de la visión»,
explica Alfredo Mannelli, Presidente de la Sociedad Española de Glaucoma, cuyo
Día Mundial se celebra hoy 12 de marzo.
Su
carácter asintomático dificulta notablemente su detección en las fases
iniciales, antes de el daño sea irreversible. Porque, como recuerda Mannelli, «no
disponemos de un tratamiento curativo para el glaucoma, solo detiene su
progresión, pero no se recupera el daño causado». Y este dato es fundamental
porque, apunta el experto, «el 80% de los casos de ceguera causados por el
glaucoma son evitables». ¿Cómo?, no es muy sencillo, reconoce este oftalmólogo,
porque «hablamos de una enfermedad compleja y multifactorial en el que el
principal factor de riesgo es el daño del nervio óptico que, cuando se detecta,
es que la enfermedad ya está avanzada».
Un
tensión ocular elevada, la edad –mayor de 40 años-, tener familiares con
glaucoma y tener miopía de alta graduación son los principales factores de riesgo
de este enfermedad que afecta en el mundo a 60 millones de personas. La solución
pasa pues por una mayor concienciación de la sociedad, afirma Teresa Sánchez
Miguet, directora médica del Servicio de Oftalmología del Hospital Nisa Virgen
del Consuelo, en Valencia.
Por
eso recomienda realizar revisiones médicas, especialmente cuando hay
antecedentes familiares, en casos de miopía alta, y anualmente a partir de los
40 años; obtener el diagnostico inicial de forma prematura para frenar su
progresión en los estados iniciales y ralentizar el deterioro del nervio óptico,
reducir la presión del ojo en las primeras etapas del glaucoma, lo que permite
detener el progreso de la enfermedad y ayuda a proteger la visión, disminuyendo
la pérdida de visión.
Porque
cuando aparecen los síntomas ya es demasiado tarde. La pérdida de campo visual,
lo que comúnmente se denomina «visión en túnel», indica Mannelli, es un claro síntoma
de la enfermedad ha avanzado y ya se ha producido el daño en el nervio óptico
que, «desgraciadamente no podemos recuperar». De ahí, añade, la relevancia que
tiene la información: «no debemos ir al especialista cuando tengamos un
problema, porque puede que sea demasiado tarde. Igual que nos medimos el
colesterol o la tensión arterial, debemos hacerlo con la presión intraocular».
Solo así podremos «cazar» al glaucoma antes de que progrese.
También
en niños
El
glaucoma más frecuente, el que está asociado con la edad, la tensión
intraocular, es el glaucoma crónico abierto, y representa el 60% de los casos.
Sin embargo, hay otros tipos, como el glaucoma infantil, una enfermedad rara
que aparece antes de los tres años de vida, y que se denomina congénito cuando
está presente en el momento del nacimiento. Este tipo de glaucoma afecta a 1 de
cada 10.000 niños. Cada año se diagnostican en España entre 25 y 30 niños con
glaucoma congénito. «Hemos identificado un gen que está presente en un elevado
número de casos pero está claro que aún desconocemos muchos factores que
influyen en la alteración del desarrollo fetal del ojo porque algunos tipos son
hereditarios pero otros no» explica Julián García Feijoo, del hospital Clínico
San Carlos de Madrid.
El
glaucoma congénito afectará al desarrollo social y de aprendizaje del niño y a
su entorno familiar y también estará presente durante toda la vida de la
persona, más allá de las frecuentes revisiones oftalmológicas la discapacidad
visual generada afectará a su inserción laboral, a su maternidad en caso de ser
mujer, etc. Los niños necesitarán a lo largo de su vida cirugías, revisiones oftalmológicas
frecuentes, rehabilitación visual, etc. Y, además del papel de los médicos, los
responsables de mantener el tratamiento y de ayudar a identificar los cambios
que puede haber son los padres.
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