Aproximadamente
entre dos y ocho de cada 100 embarazos se complican con una preeclampsia y
entre el 05,% y el 1% de los casos lo hace antes de las 34 semanas), y puede
comprometer la vida de la madre y del bebé. De hecho, es responsable de unas
50.000 muertes al año en todo el mundo. Con el objetivo de evitarlas, en los
últimos tiempos se ha intensificado el desarrollo de investigaciones en busca
de biomarcadores capaces de predecir la enfermedad antes de que sus síntomas se
presenten. La última publicación en este sentido acaba de ver la luz en las
páginas de la revista 'PLoS ONE'.
Aunque
aún se desconoce su origen, se sabe que la placentación defectuosa en la
primera mitad de la gestación juega un papel clave, sobre todo en las formas
más graves de preeclampsia. Esta patología suele aparecer en el tercer
trimestre de la gestación y se caracteriza clínicamente por la aparición de hipertensión
y eliminación de proteínas por la orina (proteinuria), aunque su forma de
presentación no es homogénea en todos los casos. Su curación únicamente es
posible mediante la finalización del embarazo, decisión que, aseguran los
expertos, no siempre es fácil de tomar, máxime cuando el feto está aún lejos de
alcanzar su madurez. Sin embargo, si no se trata la embarazada puede
desarrollar complicaciones de la preeclampsia, como la eclampsia (situación
grave en la que aparecen convulsiones), lesiones renales o hepáticas.
Para
intentar ahondar más en el origen de la enfermedad y conseguir identificarla de
forma precoz, un equipo de investigadores del Centro de Investigación Molecular
(CEMIR) y de la Universidad Noruega de Ciencia y Tecnología (NTNU) de Noruega
han analizado la orina y la sangre de 10 gestantes con preeclampsia, otras 10
con embarazos normales y 10 mujeres más que no estaban embarazadas.
"Vimos
una clara diferencia en el metabolismo de las que tenían preeclampsia",
remarca Marie Austdal, una de las firmantes del estudio. Es "muy similar
al de las personas con enfermedad cardiovascular o procesos
inflamatorios". Concretamente, nueve metabolitos fueron significativamente
distintos. Las mujeres con preeclampsia "mostraban mayores niveles de lipoproteínas
de baja o muy baja densidad y menores niveles de lipoproteínas de alta
densidad, en comparación con el resto de las participantes".
Alteraciones
metabólicas que Austdal y sus colegas observaron entre la semana 17 y 20 de
gestación, antes de que las participantes tuvieran síntomas, lo que significa
que sí sería posible adelantarse en el diagnóstico y a partir de aquí intentar
incluso prevenirlo.
Experiencia
española
Un
"interesante trabajo", apunta José Luis Bartha, jefe de servicio del
Hospital Universitario La Paz (Madrid) y catedrático de la Universidad Autónoma
de Madrid, "que se enmarca entre otros muchos estudios que se están
desarrollando en esta línea". Sobre todo para anticiparse a las
preeclampsias más graves, que son la segunda causa de mortalidad entre las
gestantes e incrementan la morbilidad tanto en las madres como en sus hijos.
A
largo plazo, argumenta Bartha, las mujeres que han pasado por una preeclampsia
"tienen más riesgo de hipertensión crónica, infarto, ictus, diabetes,
obesidad...". Y en los niños, "existen más probabilidades de
diabetes, obesidad y enfermedades cardiovasculares".
Concretamente,
el Hospital Universitario 12 de Octubre de Madrid está coordinando un estudio
multicéntrico con otros siete hospitales de España (entre ellos, La Paz de
Madrid o la Fe de Valencia) para implantar en la clínica rutinaria una
estrategia de detección precoz, usando una serie de biomarcadores en sangre
asociados con la presencia de placenta anómala (relacionada con esta
enfermedad), entre la semana 24 y 26. "Es una estrategia distinta a la
practicada por el grupo noruego, pero con el mismo objetivo", explica
Alberto Galindo, jefe de la Unidad de Medicina Fetal del Hospital 12 de Octubre
y profesor titular de la Universidad Complutense de Madrid. La alteración de
los biomarcadores que nosotros estudiamos puede incluso preceder a las
alteraciones metabólicas al ser expresión directa de la disfunción
placentaria".
Cuando
una mujer embarazada presenta factores de riesgo como hipertensión crónica,
diabetes, índice de masa corporal por encima de 35, "sabemos que sus
probabilidades de desarrollar preeclampsia se multiplican por diez, en
comparación con el resto de gestantes", explica el doctor Galindo.
En
estas mujeres y en aquellas cuya ecografía doppler de las 20 semanas [se le
hace a todas las mujeres] "muestra alteración en la circulación de la
sangre en las arterias uterinas, realizamos un seguimiento más estrecho".
Entre la semana 24 y 26, argumenta este especialista, "hacemos
determinaciones periódicas de biomarcadores placentarios para ver quién va a
sufrir preeclampsia".
Cuando
las alteraciones continúan, "aunque a estas alturas ya no es posible
evitar la preeclampsia", aclara el especialista, "está demostrado que
una vigilancia más estrecha mejora los resultados maternales y fetales".
Al diagnosticar de forma precoz esta situación (con frecuencia se acompaña de
un retraso del crecimiento del feto), "podemos elegir previamente el
centro que mejores condiciones tiene para tratar a un niño con bajo peso al nacer
y a una madre que puede tener graves complicaciones por la preeclampsia. Esta
decisión mejora, sin duda, "las expectativas".
Aspirina
en mujeres con riesgo
Existen
dos estudios que aseguran que en mujeres con riesgo, la administración de la
aspirina durante el primer trismestre podría evitar hasta el 30% de las
preeclampsias más graves. "Nosotros lo estamos haciendo en las mujeres con
factores de riesgo (embarazo múltiple, diabetes, antecedentes
familiares...)", señala Galindo.
Para
aprovechar los beneficios que puede facilitar la aspirina, en este sentido, hay
centros que se están planteando pasar la ecografía doppler de la semana 20 a la
12. Así se adelantaría el diagnóstico precoz en mujeres sin factores de riesgo
que desconocen su situación precisamente hasta dicha prueba. Sin embargo,
subraya el especialista del 12 de Octubre, "la predicción de esta prueba a
las 12 semanas es peor".
Trabajos
como el español e investigaciones como la publicada en PLoS ONE ayudan a
conocer mejor por qué se produce la preeclampsia, que aún es un enigma, cómo
predecirla de forma precoz e incluso abre las puertas a una posible prevención.
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