Un
experimento del Laboratorio de Neurogenética de la Universidad Rockefeller, en
Nueva York, Estados Unidos, revela que el sentido humano del olfato puede
detectar más de un billón de mezclas de olores. Los autores del trabajo,
dirigido por el doctor Andreas Keller, probaron la capacidad de los voluntarios
de distinguir entre complejas mezclas de olores y alcanzaron sus conclusiones
sobre la base de la sensibilidad de la nariz y el cerebro de estas personas.
El
número actual de olores que se detectan aceptado es sólo de 10.000, señala la
jefa del laboratorio, Leslie Vosshall. "Todo el mundo en este campo tenía
la sensación general de que este número era ridículamente pequeño, pero fue
Andreas el primero en establecer el número con una prueba científica
real", destaca Vosshall.
De
hecho, incluso un billón puede estar subestimado, añade Keller. "El
mensaje es que tenemos más sensibilidad en nuestro sentido del olfato de la que
creemos. Simplemente no prestamos atención a ella y no la usamos en la vida
cotidiana", explica. La calidad de un olor tiene múltiples dimensiones
porque los olores que nos encontramos en la vida real se componen de mezclas
complejas de moléculas.
Por
ejemplo, el olor característico de la rosa tiene 275 componentes, pero sólo un
pequeño porcentaje domina el olor percibido, lo que hace que el olfato sea
mucho más difícil de estudiar que la visión y el oído. A modo de comparación los investigadores estiman que el
número de colores que podemos distinguir está entre 2,3 y 7,5 millones y los
tonos audibles son unos 340.000.
Keller
combinó olores y pidió a los voluntarios del estudio si podían distinguir entre
mezclas con algunos componentes en común. "Utilizamos mezclas de moléculas
de olor y usamos el porcentaje de superposición entre dos mezclas para medir la
sensibilidad del sentido del olfato de una persona", dice Keller.
Para
crear sus mezclas, Keller se centró en 128 moléculas de olor responsables de
aromas como naranja, anís y menta verde, que mezcló en combinaciones de 10, 20
y 30 olores con diferentes proporciones de los componentes. Los voluntarios
recibieron tres muestras, dos de los cuales contenían mezclas idénticas y se
les pidió que eligieran la que era diferente.
Este
enfoque se inspiró en el trabajo previo del Instituto Weizmann, en Israel, en
el que los investigadores combinaron los olores a intensidades similares para
crear un olor neutral. En ese experimento y en el dirigido por Keller, los
científicos estaban interesados en la percepción de las cualidades del olor,
como a pescado, floral o almizclado, pero no su intensidad, que, no obstante,
se tuvo en cuenta porque puede interferir en las cualidades percibidas.
Los
resultados de este nuevo trabajo, publicados esta semana en la revista
'Science', muestran que mientras que el rendimiento individual de los
voluntarios fue muy variable, en promedio, pudieron decir la diferencia entre
las mezclas que contenían hasta un máximo del 51 por ciento de los mismos
componentes.
Cuando
las mezclas compartían más de la mitad de sus componentes, el número de
voluntarios que lograba encontrar la diferencia entre ellas disminuyó. Mediante
el análisis de los datos, los investigadores de este trabajo pudieron calcular
el número total de las mezclas distinguibles.
"Resulta
que la resolución del sistema olfativo no es extraordinaria, ya que se necesita
cambiar una fracción razonable de los componentes antes de que el cambio puede
ser detectado con fiabilidad por más de un 50 por ciento de los sujetos",
añade Marcelo O. Magnasco, responsable del Laboratorio de Física Matemática en
el Rockefeller.
"Sin
embargo, debido a que el número de combinaciones es literalmente astronómico,
incluso teniendo en cuenta esta limitación, el número total de combinaciones de
olores distinguibles es bastante grande", recalca. La estimación de 1
billón es casi demasiado baja, según los autores, debido a que hay muchas más
moléculas de olor en el mundo real que se pueden mezclar de muchas más formas.
Keller
teoriza con que nuestros antepasados usaban y apreciaban más nuestro sentido
del olfato que nosotros. La postura erguida de los humanos alejó la nariz de la
tierra donde la mayoría de los olores se originan y, más recientemente,
comodidades como los refrigeradores y las duchas diarias han limitado de manera
efectiva los olores en el mundo moderno.
"Esto
podría explicar nuestra actitud de que el olor no es importante, en comparación
con la audición y la visión", afirma Magnasco. Sin embargo, el sentido del
olfato sigue estando estrechamente vinculado a la conducta humana y su estudio
puede aportar muchos datos acerca de cómo nuestro cerebro procesa información
compleja.
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