Empieza
la primavera y con ella, el buen tiempo y la «operación bikini», el caldo de
cultivo perfecto para que volvamos a ver por la calle a esa gente que no se
separa de su botellita de agua ni para ir al baño. Usted quizás ya lo sepa,
pero para aquellos que siguen pensando que por beber el líquido elemento a
todas horas van a conseguir el cuerpo perfecto, va dirigido este mensaje: el
agua no adelgaza. Tampoco engorda, aunque la beba durante las comidas, porque
tiene ¡cero calorías!
Necesitamos
el agua para vivir, pero con tres litros al día es suficiente. La mitad, un
litro y medio, la ingerimos bebiendo, mientras que el resto la obtenemos
gracias a los alimentos. Por ejemplo, una pieza de fruta o verdura puede
contener hasta un 90% de agua y un filete de ternera, un 60%.
La
única manera de bajar de peso es gastar más calorías de las que ingerimos y eso
solo se consigue reduciendo la ingesta calórica y/o aumentando la actividad física.
«Lo que si es cierto es que en las dietas de adelgazamiento al reducir la
ingesta de alimentos, reducimos la ingesta de agua, por lo que hay que beber más
para compensar», explica a ABC la doctora Marta Garaulet, catedrática de
Fisiología y Nutrición de la Universidad de Murcia y profesora visitante en la
Universidad de Harvard (EE.UU.).
Otro
de los mitos que circulan es que si se bebe el agua durante la comida, engorda.
Como ya hemos dicho, esto es imposible porque no tiene calorías, pero hay una
explicación para esta creencia. «Si no bebes agua mientras comes, el organismo
hará la digestión cogiendo agua corporal, pero las dietas no pueden basarse en
esta pérdida de agua. En cuanto bebes se recupera. Es un truco fisiológico nada
sano», advierte la doctora Garaulet.
Otra
explicación de este bulo es que cuando se toma el agua separada de las comidas «se
retrasa el vaciamiento del estómago y puede favorecer la sensación de saciedad,
pero no está comprobado que contribuya a la pérdida de peso», añade la doctora
Irene Bretón, endocrinóloga en el Hospital Gregorio Marañón y miembro de la
junta directiva de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición.
La
grasa no se orina
Alguna
campaña publicitaria de agua embotellada también sugirió en su día que ésta
arrastra la grasa corporal, pero tampoco tiene base. «Por la orina nunca se
elimina grasa por mucha agua que bebas o por mucha piña que tomes», apunta la
doctora Garaulet. Y estas afirmaciones valen tanto para el agua del grifo como
para el agua embotellada, sea o no mineral. Elegir cuál bebe, depende más de
una cuestión de gustos o necesidades.
En
España, el agua del grifo es potable y «tiene una composición nutricional
completa. Además los minerales y el calcio no se obtienen solo del agua, también
de los alimentos», explica la doctora Bretón. Lo que es cierto es que en
algunas regiones tiene demasiada cal y su sabor no agrada o no sienta bien a
todo el mundo, y, en esas circunstancias, el agua envasada es una alternativa. «En
estos casos, los consumidores deberían exigir a su ayuntamiento que se
garantice un agua del grifo de más calidad porque existen tratamientos para que
no sepa a nada», asegura a ABC Rubén Sánchez, portavoz de Facua.
En
definitiva, beba agua para manternerse hidratado, pero ni se aguachine ni se
arruine. No hace milagros.
Preguntas
y respuestas
¿Mejor
envasada o del grifo?
A
gusto del consumidor. En España el agua que sale de grifo es potable y tiene
una composición nutricional completa. Otra cosa es que en algunas zonas tenga más
cal y un sabor que no agrade o no siente bien a todo el mundo, pero se puede
consumir.
¿Todas
las aguas envasadas son minerales?
No.
En el mercado hay tres tipos de agua embotellada: mineral natural (agua subterránea,
pura en origen, de composición mineral constante), de manantial (agua subterránea,
pura en origen, de composición mineral variable) y potable preparada (agua que
se ha tratado para hacerla potable).
¿Se
pueden rellenar las las botellas de plástico?
Sí,
pero no infinitamente. Si se mantienen en lugares frescos, secos y alejados de
la luz, aguantarán más, pero en otras condiciones se puede incrementar la flora
bacteriana y algunos componentes del plástico pueden migrar al agua, aunque en
cantidades no preocupantes. Lo mejor es aplicar el sentido común.
¿Puedo
ser adicto al agua?
Sí.
Se llama potomanía. Esta obsesión por beber agua lleva a quien la sufre a
consumir hasta 10 y 15 litros diarios de agua para calmar su ansiedad. Este exceso
puede producir problemas metabólicos. Es poco frecuente y suele aparecer en
personas con otros trastornos de la conducta alimentaria.
¿Hay
que esperar a tener sed para beber?
No.
«Cuando aparece la sensación de sed es porque ya hay una ligera deshidratación»,
explica el doctor Jesús Rodríguez Huertas, catedrático de Fisiología y director
del Instituto de Nutrición y Tecnología de los Alimentos de la Universidad de
Granada. Este experto recomienda, además, beber medio litro de agua, que no sea
baja en minerales, cuatro horas antes de una actividad física.
¿Cómo
sé si estoy deshidratado?
La
primera sensación es la sed, pero a medida que aumenta el nivel de deshidratación
aparecen los mareos,aumenta la frecuencia cardiaca y disminuye el rendimiento físico
y cognitivo.
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