Fue
noticia de apertura en todos los medios de comunicación pero, cinco años
después, el hallazgo de la primera vacuna eficaz para prevenir la infección por
VIH no se ha concretado en un producto que pueda ser utilizado en la vida real.
Desde que se publicaron los resultados del estudio en fase 3 RV11 de una vacuna
probada en Tailandia y compuesta por dos inmunizaciones probadas previamente
sin éxito (ALVAC y AIDSVAX), investigadores de todo el mundo buscan las claves
del éxito limitado (conseguía reducir en un tercio las infecciones) y, sobre
todo, las del fracaso de intentos posteriores de imitarla.
Un
estudio publicado en la revista Science Translational Medicine desvela qué
efecto de una de las dos inmunizaciones, ALVAC, fue el responsable del éxito y
abre así una nueva e importante vía de investigación para el desarrollo de
futuras vacunas. El componente clave es, según los investigadores liderados por
Georgia D. Tomaras, de la Duke University, un anticuerpo denominado IgG3, que
actúa contra dos fragmentos de la envoltura del VIH, en concreto de una de sus
dos partes, la GP120.
Según
el investigador del Hospital Clínic de Barcelona Felipe García, se trata de un
subestudio de la vacuna que fue eficaz en Tailandia y que se publicó en el NEJM
en 2009. "Desde entonces se han estado buscando los marcadores que puedan
explicar por qué ha sido eficaz. Por fin, hace menos de dos años, se demostró
que lo que generaba esa vacuna combinada eran anticuerpos frente a V1 y V2,
pero no se sabía exactamente cuáles", comenta a EL MUNDO.
El
estudio publicado ahora pretendía averiguar por qué precisamente la parte de la
vacuna que ya se había utilizado -y que justo actuaba frente a la envoltura del
virus- y cuyo fracaso se publicó en 2006 en la revista Journal of infectious
diseases fracasó entonces y tuvo éxito en el ensayo posterior.
Lo
que el trabajo recién publicado ha demostrado es que los anticuerpos generados
entonces no fueron exactamente los mismos y que el que hay que buscar en
concreto es el IgG3. Según García, en la reciente Conferencia sobre Retrovirus
e Infecciones Oportunistas se presentó otro estudio en una línea similar, en el
que se demostraba que la vacuna de adenovirus cuyo resultado negativo publicó
The New England Journal of Medicine el año pasado -y que supuso el último
fracaso hasta la fecha de una vacuna terapéutica- tampoco había logrado generar
el mismo tipo de anticuerpos que la 'milagrosa' vacuna tailandesa.
"La
calidad de los anticuerpos es, por lo tanto, diferente", comenta García,
que añade que, a lo positivo que supone esta investigación para refinar la
búsqueda actual de la ansiada vacuna, hay que añadir un dato negativo.
"También se ha visto que estos anticuerpos duran poco, lo que explicaría
que el efecto de la vacuna de Tailandia disminuyera tan drásticamente con el
tiempo. Los anticuerpos IgG3 caen por lo tanto muy rápido, a diferencia de
otros anticuerpos que son más fáciles de generar, pero que no servirían para
proteger", señala el investigador.
Lo
que se cree que pasó con la vacuna eficaz es que al ayudar al producto
principal con un virus recombinante fue cuando se generaron los anticuerpos
realmente eficaces.
En
definitiva, se ha puesto apellidos a la clave de la única vacuna eficaz hasta
la fecha frente al VIH. Se ha refinado la identificación del componente clave
de la inmunización y eso explica porqué con el mismo producto de base se ha
conseguido resultados discrepantes en distintos ensayos.
En
España y en concreto en Barcelona, diversos equipos están buscando vacunas que
generen anticuerpos. Para ellos, esta información será sin duda muy útil.
"Es algo difícil de conseguir, por eso se prueban muchas vacunas y no se
termina de encontrar la definitiva", añade García, quien señala que otra
vía de investigación es probar una vacuna muy parecida a la que funcionó en
pacientes de alto riesgo, lo que se está haciendo en Suráfrica.
Para
García, este estudio vuelve a confirmar lo que ya se sospechaba: que la vacuna
'perfecta' contra el VIH tendrá que tener dos componentes o llevar a cabo dos
acciones. Por una parte, mostrar lo que se denomina respuesta humoral, es
decir, capacidad de generar anticuerpos y, por lo que se demuestra en el
trabajo recién publicado, los mejores serán los IgG3. Peor, además, tendrá que
ser capaz de generar células inmunitarias. "Hacen falta las dos",
concluye el experto.
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