La
primera en llegar fue la televisión. Después de unas décadas de reinado
absoluto, nacieron los ordenadores. Los videojuegos vinieron de su mano. Y
todos pavimentaron el camino para la explosión de los smartphones y las
tabletas.
El
desarrollo tecnológico ha convertido a los hogares en un 'nido' de pantallas.
Cada día, miramos, vemos y observamos muchos más dispositivos electrónicos de
lo que lo hicieron nuestros padres. Y, aunque sin duda, esa disponibilidad
tiene consecuencias positivas, también son muchos los efectos no deseados que
acarrea.
La
Academia Americana de Pediatría publicó recientemente unas recomendaciones
dirigidas a los padres en los que se aconsejaba limitar la exposición a
pantallas a un máximo de dos horas al día en niños mayores de dos años y
eliminarlas completamente cuando se trate de bebés.
Sus
argumentos se basan en numerosos estudios científicos que han asociado el
'exceso' de pantallas con un mayor riesgo de obesidad, peor rendimiento escolar
o agresividad. Pero no son las únicas razones. Un nuevo estudio con participación
española que publica esta semana la revista JAMA Pediatrics demuestra que
abusar de la tele, el ordenador y los videojuegos a edades tempranas también se
asocia con un peor bienestar infantil.
"Desde
hace años venimos trabajando en el tema delos comportamientos sedentarios,
entre los cuales destacan el tiempo de ver la televisión y el uso de otras
pantallas, como los video-juegos, consolas, ordenadores... Hasta ahora habíamos
valorado la asociación de los mismos con algunos problemas de salud, como la obesidad.
Nos preocupa mucho el abuso de estos comportamientos y considerábamos
importante conocer su posible asociación con otros indicadores de salud, como
los factores psicosociales o la calidad de vida", explica Luis Moreno,
profesor de Salud Pública en la Universidad de Zaragoza y uno de los
principales firmantes del trabajo internacional.
El
equipo partió de los datos de un estudio previo, el IDEFICS, que se diseñó para
evaluar el impacto de la dieta y los hábitos de vida sobre la salud de los más
pequeños. Así, se evaluó la información de 3.604 niños de edades comprendidas
entre los 2 y los 6 años y procedentes de ocho países europeos cuyos padres
habían respondido a completos cuestionarios sobre sus patrones diarios y
distintos marcadores de bienestar (por ejemplo, conexiones sociales,
autoestima, integración familiar, etc).
Los
datos fueron claros: estar expuesto a altos niveles de medios electrónicos
durante la primera infancia se asociaba con peores resultados en los
indicadores de bienestar. Es más, tal y como señalan los investigadores en la
revista médica, "con cada hora adicional de televisión, videojuegos u
ordenador se incrementaba de 1,2 a 2 veces el riesgo de problemas emocionales o
peor funcionamiento familiar".
Según
explica Moreno, en este estudio como en otros, la televisión se muestra como el
medio más perjudicial de todos, "tanto en términos e desarrollo de
obesidad, como en cuanto a factores psicosociales y de calidad de vida".
Aunque
no han podido determinar los mecanismos que intervienen en esta relación, los
investigadores apuntan a que el papel de los padres -su implicación y control
en el uso de medios electrónicos- podría ser clave.
"Los
factores familiares involucrados en esta asociación deberán estudiarse y lo
haremos en el seguimiento de estos niños y sus familias. También tendremos que
estudiar el efecto de los contenidos en la televisión y las condiciones en las
que se produce el consumo de estos medios de comunicación", aclara Moreno,
quien subraya la importancia de recordar que no se debe poner un aparato de
televisión en la habitación de los niños "ya que este es un factor que
condiciona en gran medida el tiempo dedicado a su consumo".
Asimismo,
continúa, también es más que recomendable que los padres acompañen a sus hijos,
especialmente si son pequeños, durante el tiempo que estos dedican a las
pantallas.
Otra
investigación publicada esta semana en la misma revista va en las misma
dirección. Sus conclusiones refuerzan la idea de que el comportamiento de los
progenitores en cuanto al uso de los medios en el hogar tiene un efecto claro
sobre el riesgo de obesidad de sus hijos. La supervisión y el control de lo que
ven y el tiempo que empleanlos niños en las distintas pantallas podría ser
fundamental para "promover el desarrollo de un peso saludable durante la
infancia", señalan.
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