El
consumo de cocaína produce cambios estructurales en el cerebro, reduciendo el
volumen de determinadas regiones, y también funcionales, afectando a los
procesos cognitivos y motivacionales, unos cambios que favorecen la adicción.
Profundizar en el conocimiento de cómo se producen estos cambios y los efectos
que tienen en el cerebro es el objetivo del proyecto dirigido por el investigador
Alfonso Barrós Loscertales dentro del grupo de Neuropsicología y Neuroimagen
Funcional de la Universitat Jaume I en el marco de financiación del Plan
Nacional sobre Drogas.
A
través del estudio de una amplia muestra de cocainómanos abstinentes, la investigación
ha puesto de manifiesto que el consumo de esta droga está relacionado con una
reducción del volumen del área conocida como «estriado», directamente implicada
con el consumo y la adicción.
Pero
más allá de la estructura, el investigador Alfonso Barrós Loscertales explica
que las investigaciones realizadas muestran también cambios importantes en el
modo de funcionar del cerebro. Mediante resonancia magnética funcional, se ha
estudiado el cerebro mientras realiza dos procesos que se ven afectados por el
consumo: el control cognitivo y el motivacional. «La adicción se manifiesta
fundamentalmente por la búsqueda compulsiva de la droga y el origen viene de
dos partes. Por una, el efecto que tiene la droga sobre el sistema motivacional
y, por otra, los problemas que tiene el adicto para controlarse a pesar de que
ya vea que tiene consecuencias negativas».
Las
investigaciones han puesto de manifiesto que, en determinadas circunstancias,
la actividad cognitiva es menor en las personas cocainómanas en relación a
otras que no lo son. Para el estudio se ha analizado el funcionamiento del
cerebro mientras resolvía pruebas relacionadas con el efecto Stroop, en las que
debían leer un color escrito, superando la interferencia cognitiva que suponía
que se presentara en un color diferente. «En este caso vimos cómo los pacientes
con adicción mostraban una respuesta más lenta y una menor activación cerebral,
lo que implica un funcionamiento deficiente», explica Barrós.
Estímulos
motivacionales
En
cuanto al procesamiento de los estímulos motivacionales, el estudio
desarrollado por los investigadores de la UJI analizó la respuesta del cerebro
ante la posibilidad de ganar dinero. En este caso, la respuesta cerebral ante
la posibilidad de ganar dinero era más reducida que en las personas que eran
cocainómanas, y variaba en función del tiempo que la persona había estado en
tratamiento o abstinente. La reducción en la capacidad de controlar la conducta
unida a la pérdida de motivación frente a otros estímulos que no sean las drogas
favorece la adicción y hace más difíciles los procesos de desintoxicación.
Barrós
explica que estos resultados cobran sentido cuando se suman a otros que se
están realizando en este mismo campo, a pesar de que las variaciones en las
muestras pueden dar resultados contradictorios entre estudios. Asimismo, un
aspecto a tener en cuenta es en qué medida los cambios en el cerebro son
producidos por el consumo de drogas frente a la posibilidad de que una
determinada estructura y funcionamiento cerebral incremente la predisposición a
tomar este tipo de sustancias.
«En
cualquier caso, una mayor comprensión del modo en el que funciona el cerebro de
los cocainómanos puede favorecer tratamientos más adecuados», resalta el
investigador. En los últimos años, este grupo de investigadores de la UJI
analizará las interacciones entre procesos cognitivos y motivacionales en
consumidores de cocaína, «relacionando el control cognitivo con la posibilidad
de alcanzar una recompensa, es decir, determinando cuándo se es capaz de
controlarse aun pudiendo ganar algo». Para el desarrollo de las investigaciones
el grupo cuenta con la colaboración de las unidades de conductas adictivas de
San Agustín, de La Vall d'Uixó y del Hospital de Sagunto.
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