La
primera niña nacida por fecundación in vitro se llamó Louise Brown. Su llegada
al mundo ocupó las portadas de todos los periódicos, pero los titulares
diferían mucho de un medio a otro. Algunos lo calificaban como el milagro del
siglo, mientras otros llegaron a definirla como una abominación moral. El
tiempo ha demostrado que los críticos no tenían razón. La FIV se ha
estabilizado como una técnica más de reproducción asistida y ha ido perfeccionando
su eficacia, hasta el punto que alrededor de un 3% de los niños nacidos hoy en
España han sido concebidos a través de esta y otras técnicas de reproducción
asistida (TRA) similares.
Esta
buena noticia se ve, sin embargo, empañada regularmente por estudios con
títulos inquietantes, todos ellos relacionados con posibles riesgos para la
salud de los antes conocidos como bebés probeta. El último de ellos se acaba de
publicar en la revista 'Circulation' y afirma que los niños fruto de las TRA
tienen un mayor riesgo de presentar una remodelación en el corazón o las
arterias. En otras palabras, un corazón más grande y unas arterias más gruesas
que pueden implicar una mayor tensión arterial y, por lo tanto, un importante
factor de riesgo cardiovascular en la edad adulta. "No es una enfermedad
por sí misma, eso hay que dejarlo claro", explica a ELMUNDO.es el jefe del
Servicio de Medicina Maternofetal de los hospitales Clínic y Sant Joan de Déu
de Barcelona, Eduard Gratacós, autor principal del trabajo.
Este
estudio, como otros similares publicados antes, exculpa a la técnica que
desarrollaron Patrick Steptoe, ginecólogo del Hospital General de Oldham, y
Robert Edwards, fisiólogo de la Universidad de Cambridge y que en 2010 fue
galardonada con un Nobel. Por el contrario, se sospecha que estos problemas
estarían motivados por la edad avanzada de los padres, mayor que la media de
progenitores que dan a luz espontáneamente y por la infertilidad subyacente de
los mismos. "En este caso no se ha hecho, pero en otros que estudiaban
malformaciones congénitas, sí. Si se compara la presencia de estas entre
mujeres infértiles que se han sometido a TRA y mujeres infértiles que, al cabo
de muchos años, han tenido un embarazo espontáneo, la tasa es similar",
ejemplifica el autor.
No
alarmar parece ser la principal preocupación de los firmantes de este estudio.
De hecho, acompañan su hallazgo con una buena noticia: estas anomalías
cardiovasculares pueden revertirse con una dieta rica en Omega 3, la clásica
alimentación cardiosaludable con abundante pescado azul y grasas vegetales como
el aceite de oliva. En realidad, reconoce Gratacós, son las mismas
recomendaciones que se haría a un niño sano, pero con la diferencia de que el
niño nacido de padres infértiles cuenta con un riesgo adicional, equiparable al
de un niño obeso o diabético.
Los
investigadores empezaron a analizar el asunto tras oír las conclusiones de otro
estudio publicado en la misma revista en 2012. En él, se afirmaba que niños de
10 años nacidos por TAR presentaban hipertensión. "Nos pareció interesante
y decidimos buscar una serie de 100 mujeres embarazadas por TRA y seguir a los
niños hasta los seis meses de edad", explica el autor principal. Sus
conclusiones fueron claras: los pequeños mostraban remodelado vascular y
cardiaco en comparación con otros 100 niños que actuaron como grupo control y
fueron concebidos de forma natural.
El
director del IVI Madrid –el mayor grupo de clínicas de reproducción asistida-,
José Antonio García Velasco, no cree que este estudio vaya a cambiar las
cosas> ni hará que los especialistas en reproducción asistida deban advertir
a los futuros padres de este riesgo. "No se incluirá, por ejemplo, en el
consentimiento informado que han de firmar pero seguro que despertará la realización
de nuevos estudios", señala.
Para
García Velasco, este estudio, "realizado por grandes expertos en cirugía
maternofetal", tiene sin embargo, un importante defecto: el tamaño
muestral. "Son solo 100 casos y puede que las conclusiones sean
estadísticamente significativas, pero no tienen por qué tener impacto
clínico", señala el especialista, que advierte del daño que puede hacer la
difusión de este tipo de trabajos. "Ya se sabe que hay más problemas en
niños nacidos de parejas infértiles, porque son embarazos normalmente más
complejos, en los que hay más patología, más bajo peso...", explica.
Precisamente por esta razón y para 'limpiar' de culpa a las TRA, García Velasco
apunta a que el diseño idóneo para este tipo de estudios es el que compara a
mujeres infértiles que se someten a FIV con mujeres fértiles que se tuvieran
que someter a una FIV por tener hecha una ligadura.
Los
autores del estudio explican que aún hay preguntas que contestar en este campo.
Por ejemplo, saber el efecto de las diferentes técnicas de reproducción
asistida en el riesgo. Pero también habría que conocer el impacto real en la
edad adulta de esta remodelación en arterias y corazón. Aunque Gratacós lo
equipara al de un niño que sufre diabetes tipo 1 o tiene hipertensión, que
presentará un riesgo mayor de enfermedad cardiovascular al acercarse a los 40
años, la realidad es que ni siquiera la primera niña nacida por FIV ha cumplido
esa edad.
En
cualquier caso, el autor reconoce que esto no debe de suponer un gran cambio
para los progenitores de niños nacidos por reproducción asistida ni para los
médicos que les ayudan en su deseo de ser padres. "Se podría decir que
eviten que sus hijos se pongan obesos, pero es algo que hoy en día se
recomienda a todos los padres", comenta.
El
artículo se acompaña de un editorial firmado por Baskaran Thilaganathan,
profesor del Hospital St. George de Londres. En el texto, el autor señala que
existe una gran similitud entre los cambios observados por los especialistas
catalanes en los niños nacidos tras TRA que los vistos en niños concebidos
naturalmente pero que experimentaron restricción de crecimiento y prematuridad
asociada. "Un punto clave que hay que entender es la relevancia de la
estructura y función cardiaca alterada en la salud a largo plazo", escribe
Thilaganathan. Para el autor, se debe prestar especial atención a los
marcadores perinatales más relevantes de forma que se pueda desarrollar un consejo
dirigido para minimizar el riesgo cardiovascular de los más pequeños.
El
autor del estudio añadió al presentar su estudio que existe una tecnología que
permite predecir qué niños nacidos por TRA sufrirán el remodelado cardiaco o
no. Se trata de la ecocardiografía fetal, que permite seleccionar "con una
fiabilidad de hasta el 90%" qué fetos presentarán el corazón remodelado al
nacer. Sin embargo, Gratacós reconoce que esta prueba no se hace en la gran
mayoría de hospitales españoles, por lo que no es algo que los padres de niños
concebidos artificialmente puedan solicitar. Para ellos, la oportunidad que
supone este estudio es, simplemente, un motivo más para cuidar de la salud de
sus pequeños.
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