Los
niños de 3 a 5 años deberían dormir la siesta en horario escolar para mejorar
su rendimiento escolar. Con ese periodo de descanso y de ruptura en su proceso
de aprendizaje, refuerzan su capacidad de aprendizaje y de memoria, lo que les
permite aprovechar mejor las horas de clase que les restan, asegura una
investigación que se publica en la prestigiosa revista The Proceedings of the
National Academy of Sciences (PNAS).
Se
sabe que en los adultos, tener un sueño reparador mejora el aprendizaje al
consolidar la información y su almacenamiento. Sin embargo, hasta ahora había
pocas evidencias científicas que demostraran que dormir la siesta pudiera tiene
un importante efecto en la capacidad de aprendizaje de los niños. Los datos de
este trabajo podrían tener importantes implicaciones en los programas de
educación de muchos países, entre ellos España, donde se han ido eliminando
progresivamente las siestas escolares para los cursos de 3 a 5 años.
Precisamente
debido a que algunos programas de educación infantil de EE.UU. están eliminando
las siestas escolares para aumentar el tiempo de enseñanza, el equipo de
Rebecca Spencer, del Instituto Salk de la Jolla (EE.UU.), trató de determinar
si la siesta tenía o no algún beneficio sobre los niños. Así, examinaron en 40
niños, de 3 a 5 años, si tenían algún efecto sobre su rendimiento escolar y su
capacidad de aprendizaje. Para ello, valoraron los cambios de su rendimiento
gracias a una prueba visual-espacial, muy similar a los juegos de memoria, en
los que los niños ven una serie de imágenes y tienen que recordar dónde se
ubican las diferentes imágenes.
Sueño
nocturno
Explica
los investigadores en su trabajo que los niños realizaron la actividad de
aprendizaje por la mañana, y llevaron a cabo la prueba de memoria
inmediatamente después y, posteriormente, por la tarde, después de haber o no
dormido siesta. Los investigadores también evaluaron la memoria de los niños al
día siguiente para ver si el sueño nocturno afectaba a su rendimiento escolar.
Las siestas duraron un promedio de 77 minutos.
Los
resultados mostraron que los niños obtenían resultados similares en las pruebas
de memoria cuando se realizaban inmediatamente después del aprendizaje. Sin
embargo, los datos variaban cuando la prueba se hacía por la tarde; aquellos
que habían dormido siesta obtuvieron los mejores resultados. «Eso significa que
cuando se pierden una siesta, no se pueden recuperar sus beneficios durante el
sueño nocturno. Parece que hay un beneficio adicional si el sueño se produce
durante el periodo educativo».
Y
para estudiar el efecto de las fases de sueño y si los recuerdos eran
procesados activamente durante la siesta, los investigadores reclutaron a otros
14 preescolares a los que se vigiló durante su sueño mediante polisomnografía.
Aquí, observaron una correlación entre la densidad de «sueño husillo», que es
la actividad relacionada con la integración de nueva información, y el
beneficio sobre la memoria de la siesta.
Más
horas lectivas
Los
datos, señalan los autores en su trabajo, son especialmente relevantes porque
confirman el beneficio en términos de aprendizaje y de memoria de las siestas
durante el horario escolar. Y debido a que hay poca información científica en
este sentido, los responsables políticos se están planteando eliminar las
siestas preescolares por al aumento exigencias curriculares. Spencer subraya
que su trabajo confirma que las siestas en el aula favorecen el aprendizaje de
los niños en edad preescolar mediante la mejora de su capacidad de recordar. Y
el beneficio, apunta la investigadora, «es mucho mayor para aquellos niños que
están habituados a dormir siesta, independientemente de su edad».
Y
concluye: «el sueño distribuido -en varias fases- resulta crítico en el
aprendizaje precoz de los niños, especialmente cuando las reservas de memoria a
corto plazo son limitadas -como ocurre en los niños más pequeños- la
consolidación de la memoria debe realizarse con frecuencia». Por ello, los
autores creen que, independientemente de que hace falta una mayo investigación,
se debería replantear la supresión de la siesta en los centros escolares hasta
que haya más evidencias científicas.
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