El
diagnóstico tardío de la infección por el virus de la inmunodeficiencia humana
(VIH) sigue siendo un grave problema para el sistema sanitario europeo. Una
detección tardía de la infección del VIH supone un retraso en el tratamiento y,
por lo tanto, un mayor riesgo de transmitir el virus a otras personas, advierte
Santiago Moreno, del hospital Ramón y Cajal de Madrid y uno de los firmantes de
un estudio que se publica en PLoS Medicine en el que se constata que hay una
uniformidad europea en cuanto al retraso en el diagnóstico del VIH y en el
acceso a una atención sanitaria una vez que se ha detectado el virus.
La
investigación coordinada por Amanda Mocroft, del University College de Londres
(Reino Unido), ha analizado los datos de casi 85.000 europeos infectados por el VIH de 35 países europeos,
entre ellos España, entre enero de 2000 y enero de 2011. Los investigadores
analizaron datos de más de 20 estudios de cohortes de toda Europa y han visto
que casi el 54 por ciento de los participantes diagnosticados con VIH acude
tarde a recibir atención sanitaria; es decir explica Moreno, tenían un recuento
de CD4 inferior a 350 células/mm3 (la medida del número de leucocitos o glóbulos
blancos utilizada para controlar la infección por VIH) o ya había desarrollado
el síndrome de inmunodeficiencia adquirido (sida) a los seis meses del diagnóstico
del VIH en el periodo de tiempo estudiado.
Una
presentación tardía a recibir el tratamiento, indica Santiago Moreno, se asocia
con una mayor tasa de sida y una mayor mortalidad, especialmente en el primer año
después del diagnóstico de VIH. Por eso, el artículo subraya la importancia de
fomentar estrategias que promuevan las pruebas del VIH, especialmente dirigidas
a todas las poblaciones que tienen conductas de riesgo, tanto dentro del
sistema de salud como en los programas basados en la comunidad. De esta
forma, se garantizaría que, una vez que una persona da positivo en un test,
tenga acceso a los programas de atención y manejo clínico óptimo y, por
supuesto, a la terapia antirretroviral.
El
estudio baraja algunas posibles factores que justifiquen esta acceso tardío a
la atención médica. Se habla, dice Moreno, del sexo, «las mujeres podría tener menor acceso a los médicos» o de
la población inmigrante. Así, señala el artículo que la presentación tardía es
mayor en los varones heterosexuales, en los países del sur de Europa y en las personas procedentes de África.
Y aunque se ha producido una disminución, se ha pasado de un 57,3% en 2000 al
51,7% en 2010/2011, especialmente en Europa del Norte y Central y entre los
hombres homosexuales y heterosexuales de ambos sexos, ha aumentado en las
mujeres heterosexuales femeninas y en los usuarios de drogas intravenosas (UDI
masculinos) del sur de Europa y en los UDI hombres y mujeres procedentes de
Europa del Este. Además, reconoce Moreno, tampoco son unas cifras como para «estar
muy satisfecho».
Tratamiento
como prevención
El
trabajo publicado en PLoS Medicine subraya la relevancia que tiene en el
contexto de la epidemia por VIH un diagnóstico a tiempo de la infección, así
como el hecho de recibir atención lo antes posible, especialmente para las
personas infectadas ya que se ha demostrado los tratamientos antirretrovirales
pueden controlar, aunque no curar el VIH. Pero, si se desconoce el diagnóstico,
no pueden beneficiarse del tratamiento, aumentando así el riesgo de morbilidad
y mortalidad. Por otro, el coste del tratamiento y del cuidado de las personas
no diagnosticadas es mayor que si se les diagnosticara de forma temprana. Además,
las personas que siguen un tratamiento para reducir la cantidad de VIH tienen
también menos probabilidades de transmitir el virus.
El
informe subraya la importancia de establecer estrategias para implementar las
pruebas del VIH en las poblaciones, especialmente en aquellas que tienen
conductas de riesgo. Porque, como reconoce Moreno, «estamos hablando de un
problema muy importante que requiere una solución».
Diagnóstico
tardío
Al
hecho de acudir tarde a recibir el tratamaiento se suma otro dato preocupante,
que es el del diagnóstico tardío. Así, se calcula que en nuestro país habría
entre 30.000 y 40.000 portadoras del virus personas sin diagnosticar -un 40%
aproximadamente-, un dato muy preocupante si se tiene en cuenta que entre el
54% y el 65% de las nuevas infecciones están causadas por personas que no conocían
su infección.
El
diagnóstico universal -como se hace en EEUU y Canadá- podría ser una solución a
esta problema en Europa, apunta Moreno, aunque en España, se barajan otras
opciones. Así, adelanta el experto, el Ministerio de Sanidad lleva tiempo
elaborando unas recomendaciones que parecen ir hacia un «diagnóstico amplio»,
aunque este documento, reconoce, «no termina por ver la luz».
Enfermedad
indicadora
El
Centro Europeo para la Prevención y Control de las Enfermedades (ECDC) propone
un diagnóstico más «conservador». Se trata, explica, de que cuando un médico ve
a un paciente con una serie de condiciones o enfermedades indicadoras en las
que el VIH es más frecuente, realice la prueba. «Una enfermedad indicadora de
VIH -apunta Moreno- es aquella en la que la prevalencia del virus es superior
al 1%, como por ejemplo una candidiasis, tuberculosis, hepatitis B, etc.».
De
este modo, tal y como propone la Plataforma VIH en Europa en las guías
'Enfermedades indicadoras de infección por VIH: Guía para la realización de la
prueba del VIH a adultos en entornos sanitarios', y su edición en español
realizada por la Plataforma VIH en España, se trata de cambiar el concepto «tradicional»
de diagnóstico del VIH por un sistema de vigilancia en el que estén implicados
los médicos de atención primaria. De momento, los representantes de la
Plataforma VIH en España ya cuentan con la colaboración de las principales
asociaciones de primaria en España y acaban de iniciar sus contactos con las
distintas consejerías de Sanidad de las distintas Comunidades Autónomas para
encontrar la mejor manera de poner en marcha este proyecto. Algo que Moreno
espera que funcione porque, según una reciente encuesta de la Sociedad Española
Interdisciplinaria del Sida (SEISIDA), apenas un 30% de la población en nuestro
país se ha hecho alguna vez la prueba del VIH, y no parece que esto vaya a
cambiar de forma voluntaria.
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