No
sólo para adultos existe la pornografía. También los jóvenes son partícipes de
ella, y cada vez más, debido a la gran difusión de las nuevas tecnologías. Los
contenidos empiezan a proliferar desde edades tempranas y a pesar de que, según
los expertos, no todo es malo, se deben conocer y tomar las medidas oportunas.
"La
pornografía está por todos lados, es sexo explícito y mecánico", afirma a
ELMUNDO.es Rosa Collado, psicóloga y especialista en sexología y psicoterapia
integradora del centro madrileño de Psicología Álava Reyes. El paso, dice, de
lo erótico a lo pornográfico es una línea muy fina que depende de la percepción
subjetiva del observador.
Así,
expone que hay diferentes categorías o tipos de pornografía que un adulto puede
entender pero que por el contrario a un joven pueden confundir, pues muchas
veces el contenido que muestra no coincide con la realidad. Y ahí es donde
radica el problema.
Así
lo expresa también el doctor, sexólogo y terapeuta Carlos San Martín,
coordinador del Centro Interdisciplinar de Psicología y Salud, CIPSA y
secretario general de la Academia Española de Sexología y Medicina Sexual.
"La pornografía es y ha sido siempre una forma de estimulación erótica y
de aprendizaje, pero el problema puede surgir cuando éste se aleja mucho de la
realidad y los jóvenes se educan sexualmente basándose en expectativas
irracionales y en modelos distorsionados".
Consumo
en cifras
Así,
un reciente estudio, realizado por investigadores de la Universidad de
Copenhague (Dinamarca) y publicado en la revista científica 'The Journal of
Sexual of Medicine', revela que, en una muestra de 4.600 jóvenes de 15 a 25
años que vivían en los Países Bajos, el 88% de los varones y el 45% de las
mujeres habían visto material sexualmente explícito a través de internet,
revistas, vídeos, televisión, y/u otros medios, en los últimos 12 meses.
"Los
estudios publicados en relación al consumo de material pornográfico en Europa,
realizados en los últimos años, no arrojan diferencias significativas entre los
distintos países", asegura el doctor. Pero en cambio, donde sí aparecen
diferencias es en EEUU. Cerca del 95% de los varones de este país reconoce
consumir pornografía, según un estudio publicado en 2011.
Los
responsables de esta investigación aseguran que existe una asociación directa
entre el consumo y los comportamientos sexuales futuros de los jóvenes, pero
que sólo es un factor más a añadir entre otros muchos.
Por
su parte, Rosa Collado asegura que esta relación directa se debe a que los
medios de comunicación actúan como modelos de comportamiento. "En
ocasiones, sólo buscará algo que le ayude a desarrollar su fantasía y lo
utilice como potenciador de su deseo. En otras, se formará una idea de lo que
ve y que si no cuestiona puede alterar su propio criterio y comportamiento de
adulto". Pero no hay unos motivos ni un perfil concreto que determine
cuándo, cómo y por qué empiezan a consumir los adolescentes este tipo de
contenidos eróticos. Tan sólo es por pura curiosidad.
Saciar
la curiosidad
El
adolescente con una carga hormonal explosiva en su sangre y una curiosidad por
conocer su cuerpo, explica Collado, consumirá un alto porcentaje de este tipo
de información. Y además, en la actualidad es muy sencillo tener acceso a ella.
A veces, pueden comenzar muy pronto, "incluso en la preadolescencia".
Pero realmente, no hay edad concreta ni exacta, sino "un momento de su
madurez psicosexual que viene marcado por su curiosidad", añade San
Martín.
Tanto
es así, explica la especialista, que muchas veces se deja al niño o joven
delante de la televisión solo, sin ningún adulto que le ayude a charlar sobre
los juicios que emite o sobre la validez de las conductas éticas que se están
transmitiendo a los hijos.
Los
principales problemas de ciertos tipos de consumo son: que distorsione la
realidad, que esté carente de valores afectivos y que esta muestra constante de
conductas potencie un inicio precoz en las relaciones sexuales, sin tener en
cuenta una buena información sexual y una decisión responsablez.
Por
tanto, mantiene, si no existe una educación sexual plena, "la tendencia a
obtener información por otros medios -donde se obtenga de forma más explícita-
aumentará". A pesar de ello, anima a sacar todo el provecho positivo que
dan las nuevas tecnologías y a fomentar el diálogo y la escucha activa entre
padres-hijos. "Hay que potenciar la capacidad de discernimiento del joven,
intentando compartir programas televisivos o incluso 'realities', donde se
pueda potenciar la comunicación sobre las creencias de la familia en
determinados temas, rescatando lo positivo y dialogando sobre lo que vulgariza
o va en contra de las personas".
No
siempre es mala
Pero
no debemos, asegura por su parte San Martín, demonizar ni la pornografía ni su
consumo, ya que "son simplemente posibilidades". Lo que tiene que
haber, por tanto, es una buena educación sexual para que el adolescente no se
confunda y tenga presente que lo que está viendo es tan sólo una forma más de
estimulación. Por ello, advierte que no podemos olvidar que es cine, que es
algo ficticio creado para el entretenimiento y la excitación sexual. Sólo eso.
"Ni educa ni enseña por sí mismo", insiste.
Si
no hay una buena educación sexual detrás, "algunos tipos de pornografía
puede generar en el adolescente una importante frustración e incluso la
aparición de algunas disfunciones sexuales, consecuencia del sentimiento de
miedo al fracaso o a no estar a la altura de esas expectativas tan alejadas de
la realidad", aclara.
De
este modo, el doctor concluye que la preocupación no es su consumo, sino la
forma de hacerlo. "Que no se convierta en la única forma de vivir la
sexualidad ni en la referencia a seguir, porque ni lo uno ni lo otro nos facilitará
una sexualidad sana".
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