La
vida de Hannah ha dado un giro de 180 grados. Una rara enfermedad, llamada
agenesia traqueal congénita, le impedía alimentarse por boca, hablar o respirar
con normalidad. Este trastorno, que se da en uno de cada 50.000 nacidos, es el
responsable de que su tráquea no se desarrollase y de que esta paciente haya
permanecido en el hospital ingresada desde su nacimiento. El trasplante, al que
se ha sometido el pasado día 9 de abril, le ha dado una tráquea y una vida
nueva.
La
operación, que duró unas nueve horas y se llevó a cabo en el Hospital Infantil
de Illinois (Chicago), fue realizada por Paolo Macchiarini, el cirujano que
llevó a cabo el primer trasplante de tráquea en el mundo en 2008. Desde esa
fecha, han sido varias las personas intervenidas y también ha mejorado la técnica
del trasplante. Hace casi cinco años, la tráquea procedía de un donante. Sin
embargo, ahora se realiza con nanofibras y con un molde sintético. Una vez
modelado con las fibras, se retira el molde y la tráquea es bañada con las células
madre de la médula ósea del paciente. Este método es la primera vez que se
realiza en un paciente infantil.
El
avance logrado con este nuevo método, explica este especialista que reside gran
parte de su tiempo en Cabrils (Barcelona), es que gracias a que el material
empleado no procede de ningún donante se evita que Hannah tome durante toda su
vida medicación antirrechazo.
Además
del implante de la tráquea, en la intervención se ha unido el esófago al estómago,
que previamente había sido separado quirúrgicamente para evitar que el aire se
fuera al estómago y mejorar así la ventilación pulmonar.
Aunque
ahora ya tiene tráquea, Hannah debe superar todavía varios retos. Por un lado,
necesita varios meses de rehabilitación para que su musculatura se fortalezca y
para que aprenda a tragar, comer y hablar correctamente. "Como no tenía tráquea,
estas funciones las tiene poco desarrolladas, como las de un bebé",
explica el cirujano. Cuando ocurra esto, el equipo se planteará unir la laringe
y la tráquea. En ese momento, la paciente podrá comer como un niño de su edad,
ya que todavía sigue siendo alimentada a través de una sonda nasogástrica.
No
obstante, los avances en estas últimas semanas han sido muchos. La pequeña ya
puede abrir la boca, mover la lengua y tragar saliva. Además, ahora "ya ha
empezado a caminar y a jugar con su hermana, de cuatro años, cosa que antes
nunca había hecho", apunta Macchiarini.
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