La
prevención del tabaquismo en las escuelas reduce el número de jóvenes que más
tarde se convierten en fumadores, según una nueva revisión sistemática
publicada en 'The Cochrane Library'. Para los jóvenes que nunca han fumado,
estos programas parecen ser eficaces, al menos, un año después de su puesta en
marcha.
Fumar
causa cinco millones de muertes evitables cada año, una cifra que está previsto
que aumente a ocho millones en 2030 y se cree que alrededor de una cuarta parte
de los jóvenes puede empezar a fumar a edades entre los 13 a los 15 años. Los
programas de prevención en las escuelas tratan de hacer frente al hábito
tabáquico a una edad temprana, antes de que el consumo se convierta en difícil
de romper.
Los
científicos analizaron los datos de 134 estudios en 25 países diferentes, lo
que supone un total de 428.293 de 5-18 años de edad. Aunque no se observaron
efectos significativos en el primer año, en los estudios con un seguimiento más
largo, el número de fumadores fue significativamente menor en los grupos
destinatarios de las intervenciones contra el tabaco que en el control. En 15
estudios sobre los cambios en la conducta de fumar en un grupo mixto de
personas que nunca habían fumado, exfumadores y experimentados, no hubo un
efecto general a largo plazo, pero en el primer año, el número de fumadores fue
ligeramente menor que en el grupo control.
"Esta
revisión es importante porque no hay otras tan exhaustivas de la literatura mundial
sobre los programas de prevención del tabaquismo en la escuela", dijo
Julie McLellan, una de los autores de la revisión con base en el Departamento
de Ciencias de Salud de Atención Primaria en la Universidad de Oxford, en Reino
Unido. A su juicio, la importancia de esta revisión es que incluye un gran
número de ensayos y participantes, aunque más de la mitad eran de Estados
Unidos.
Algunas
intervenciones contra el tabaco están dirigidas a desarrollar habilidades
sociales y competencias o enseñar a los estudiantes a resistir la presión
social de fumar. A más largo plazo, los subgrupos de los programas que utilizan
un enfoque de la competencia social y uno combinado con entrenamiento de
resistencia tuvieron un efecto significativo en la prevención del tabaquismo en
los jóvenes que nunca habían fumado en el momento de la intervención.
No
se demostró efecto alguno en los estudios que utilizaron sólo el entrenamiento
de resistencia, ni tampoco se detectaron efectos significativos en los
programas que utilizan información únicamente o en los que la educación sobre
el tabaco se combinó con otras iniciativas en la escuela o la comunidad. Las
sesiones de refuerzo no generan ninguna diferencia en el número de jóvenes que
continuaron fumando.
"Podríamos
esperar que las sesiones de refuerzo apoyaran los efectos de los programas
originales, pero la revisión no encontró ninguna evidencia --dijo el coautor
Rafael Perera, también del Departamento de Ciencias de Salud de Atención
Primaria en Oxford--. La excepción fue en los estudios centrados en la
competencia social general y el entrenamiento de resistencia, lo que sugiere
que la forma en la que se diseña el plan de estudios es más importante que si
se proporcionan sesiones de refuerzo".
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