Más
de nueve millones de personas en España conviven a diario con ruidos que
sobrepasan los 65 decibelios (dB), el umbral diurno establecido por la
Organización Mundial de la Salud (OMS), según se desprende del informe Ruido y
Salud elaborado por el Observatorio Salud y Medio Ambiente de DKV, GAES y
Ecodes. Dicho estudio, difundido con motivo del Día Mundial contra el Ruido,
que se celebra mañana, , pone de relieve que la exposición a altos niveles de
ruido puede provocar serios problemas de salud, como alteraciones del sueño o pérdida
auditiva.
Cada
vez más, los especialistas alertan de la relación entre la exposición al ruido
y la aparición de otras enfermedades o problemas, como estrés, ansiedad,
problemas cardiovasculares e incluso dificultades en el aprendizaje en niños. «El
ruido es un factor estresante que nos puede llegar a enfermar», explica Jesús
de la Osa, coordinador del informe. «Si estamos expuestos a niveles de ruido
diurno por encima de los 65 dB de forma continua, puede generarnos estrés crónico,
con las consecuencias que esto puede tener sobre la salud».
Insomnio
De
la Osa apunta que la principal molestia producida por el ruido es «la alteración
del sueño, además de la aparición de trastornos psicológicos como estrés o
ansiedad, problemas cardiovasculares, alteraciones del sistema inmunológico,
falta de memoria y dificultades de aprendizaje», y añade que «por la noche la
OMS marca unos exigentes niveles de ruido menores de 30 dBA durante ocho horas
para garantizar plenamente el sueño».
El
estudio muestra evidencias de esta relación entre el ruido y ciertos trastornos
de salud. «En zonas con altos niveles de ruido se ha comprobado que aumentan
los ingresos hospitalarios un 5,3% por cada decibelio que sobrepase el límite
de los 65 dB, principalmente por problemas de origen cardiovascular, según
datos de un estudio del Instituto de Salud Carlos III», añade. Señala que hay
evidencia científica de que algunas afecciones, como cardiopatías isquémicas,
hipertensión e incluso algunos infartos cerebrales, podrían tener su origen en
la influencia del ruido sobre el organismo.
La
exposición prolongada a estos altos niveles de ruido puede provocar lesiones en
el oído que irán destruyendo las células del oído interno, responsables de la
audición. Para evitarlo los especialistas recomiendan proteger nuestros oídos
del ruido con protectores adecuados. Si escuchamos música con auriculares es
recomendable no superar el 60% del volumen máximo del aparato y utilizarlo
menos de 60 minutos al día, y siempre que sea posible utilizar aparatos con
limitador de volumen para no rebasar los niveles saludables.
La
pérdida auditiva conlleva consecuencias que afectan a nuestra vida cotidiana.
Dificulta las relaciones sociales, disminuye el rendimiento académico y
laboral, limita las oportunidades de trabajo, provoca sentimiento de
aislamiento, soledad y depresión. En el caso de los más jóvenes, experimentar
este tipo de trastorno de forma temprana les afecta en la comunicación con los
demás, el desarrollo cognitivo, el desarrollo socio-emocional, los resultados
académicos o las oportunidades laborales.
El
ruido nos pone cardiacos
Podríamos
decir que nuestro corazón tiene oídos. Existen estudios que señalan que las
exposiciones diarias crónicas a niveles de ruido por encima de 65 dB o las
exposiciones agudas superiores a los 80-85 dB pueden ocasionar alteraciones
cardiacas a largo plazo, aunque los afectados no aprecien síntomas de
enfermedad. Y es que a partir de estos niveles de ruido nuestro organismo
responde activando las hormonas nerviosas y aumentando la tensión arterial, la
frecuencia cardíaca, la vasoconstricción y espesando la sangre.
Las
personas mayores son las más vulnerables a sufrir este tipo de problemas, por
lo que deben aumentar las precauciones. Según algunos estudios realizados,
existe relación entre el ruido y los infartos cerebrales y apuntan que por cada
10 decibelios que se incrementa el ruido ambiental la posibilidad de sufrir un
ictus cerebral crece un 14% en mayores de 65 años.
Dieta
contra el ruido
Para
combatir esta problemática, los especialistas recomiendan realizar la llamada «dieta
contra el ruido». Se trata de modificar los hábitos cotidianos que pueden
propiciar el daño auditivo. «Limitar el volumen de los reproductores de música,
evitar lugares ruidosos, no molestar a los vecinos con ruidos innecesarios,
utilizar más el transporte público o conducir de forma más eficiente y sin
tocar el claxon de forma innecesaria, son medidas que podemos adoptar para
reducir los niveles de ruido y disminuir los efectos negativos que tiene sobre
nuestra salud», aconseja Beatriz de Diego, audioprotesista de GAES.
Poner
fin a la contaminación acústica no es una tarea sencilla. Sin embargo, entre
todos podemos ayudar a reducirla. Simplemente, cambiando hábitos cotidianos
como disminuir el volumen de reproductores de audio, televisiones o equipos de
música, utilizar protecciones adecuadas o mantenernos distanciados de los
altavoces cuando asistamos a conciertos o discotecas, podemos garantizar un
entorno más silencioso y óptimo para nuestra salud.
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