Aunque
sólo hay en España 3000 personas con hemofilia, no se puede hablar de una única
enfermedad. Gracias a los avances científicos producidos en los últimos años,
la calidad de vida de los pacientes varía enormemente entre los menores de 40 años,
que se han beneficiado ellos, y los mayores de esta edad. Por ejemplo, la mayoría
de las personas con hemofilia está infectada con el virus de la hepatitis C y
el VIH, debido a los contagios ocurridos por transfusiones de sangre o
derivados y, en los años 70 y 80, por el uso de factores de origen plasmático
contaminado con tales patógenos.
Sin
embargo, en lo que no difieren apenas estos grupos es en el impacto de las
alteraciones psicosociales, que suelen estar provocadas por los problemas físicos
que conlleva esta enfermedad. Así, el dolor crónico que padecen los pacientes
españoles repercute en la vida cotidiana del 89% de ellos y el 73% tiene
problemas de movilidad. Según el estudio HERO (Haemophilia, Experiences,
Results and Opportunities), presentado con motivo del Día Mundial de la
Hemofilia, que se conmemora hoy 17 de abril, el dolor interfiere en la vida
cotidiana del 89% de los pacientes, así como en los problemas de movilidad, que
afecta al 73% y llega al 100% en los mayores de 40 años.
Factor
VIII o IX
La
hemofilia es un trastorno hemorrágico congénito, que, producido por un déficit
del factor VIII de la coagulación (hemofilia A) o del factor IX (hemofilia B),
solo afecta a los hombres. Se manifiesta mediante la aparición de hemorragias,
que pueden ser espontáneas u ocasionadas por algún tipo de traumatismo o tras
procesos quirúrgicos, y las más comunes suelen producirse en las
articulaciones. Estas lesiones pueden conllevar daños irreversibles muy
incapacitantes para el paciente. Se estima que, en España, unas 3.000 personas
padecen la enfermedad, en torno al 20% de ellas menores de 20 años.
El
daño en las articulaciones se puede prevenir en la actualidad gracias al
tratamiento en profilaxis durante la infancia. Este método consiste en
administrar regularmente el factor deficitario en el paciente, a diferencia del
régimen de tratamiento a demanda, que se administra una vez se ha producido la
hemorragia.
Según
Felipe Querol, del Hospital Universitario La Fe de Valencia y coordinador en
España de HERO, explica que, «desde que existen productos seguros recombinantes
y derivados plasmáticos para el tratamiento en profilaxis, la esperanza de vida
de los pacientes con hemofilia es igual a la de la población sana». Coincide
con él Víctor Jiménez, del Hospital Universitario La Paz de Madrid: «gracias a
los tratamientos actuales y al esfuerzo de los profesionales dedicados a los
diferentes campos de la hemofilia en conjunción con los propios pacientes, hoy
en día existe una situación ampliamente mejorada en términos de calidad de vida
en la mayoría de los pacientes».
No
obstante, añade Querol, «el estudio HERO evidencia que existen dos tipos de
pacientes. Unos son los que disponen de factor y tratamiento en profilaxis, que
tienen la posibilidad de prevenir las hemorragias y no presentan las
articulaciones degeneradas a edades tan tempranas. El otro grupo lo forman los
pacientes mayores de 40 años, que no han optado a este tratamiento en
profilaxis y, por lo tanto, tienen más problemas articulares».
Vida
laboral
De
ello puede hablar con conocimiento Daniel-Aníbal García, representante de la Federación
Española de Hemofilia (FEDHEMO). «La hemofilia influye en la vida laboral de
los pacientes de más de 30-40 años. Esto está cambiando porque los más jóvenes
ya no tienen secuelas». Daniel fue diagnósticado a los 8 meses de edad y como él
dice, «no recuerdo un momento determinado en el que alguien me dijera que era
hemofílico; yo lo supe desde siempre». Aunque, se siente una persona normal, señala
que cuando se encuentra una persona con hemofilia siente una «mayor afinidad».
Son, dice, «mis hermanos de sangre»
El
estudio HERO, realizado con la colaboración de Novo Nordisk, también ha
evaluado el impacto de la hemofilia en la vida de los padres de los pacientes más
jóvenes. Según las conclusiones de la encuesta, en España, el 68% de los padres
de niños con hemofilia tiende a proteger en exceso a su hijo. Además, Querol
resalta el problema psicosocial que representa la limitación de determinadas
actividades físicas como el fútbol, que -comenta- «forma parte de la vida
cotidiana de los españoles pero no es recomendable para un paciente con
hemofilia. Esto puede generar frustración, especialmente en los niños, el 55%
de los cuales dicen que echan de menos jugar al fútbol».
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