Un
trago de cerveza es suficiente para que el cerebro libere dopamina, una hormona
que suele 'aparecer' en situaciones placenteras. Un estudio con imágenes
cerebrales demuestra que el cerebro reacciona a esta bebida, antes incluso de
que el alcohol pueda llegar al torrente sanguíneo.
En
el experimento del Centro de Investigación sobre el Alcohol de Indiana (en
EEUU), 49 varones fueron sometidos a un escáner cerebral mientras bebían apenas
15 mililitros a lo largo de un cuarto de hora (aproximadamente una cucharada
sopera).
Los
participantes del estudio (que ahora se publica en la revista
'Neuropsychopharmacology') fueron analizados mientras ingerían dos tipos de
bebidas diferentes: cerveza y un refresco para deportistas.
Los
investigadores, liderados por David Kareken, observaron que el mero sabor de la
cerveza (sin tiempo para la acción del alcohol en el cerebro) era capaz de
liberar dopamina en mayor cantidad que la bebida energética. Además, en los
sujetos con antecedentes familiares de alcoholismo, la actividad de esta
hormona era aún más significativa; lo que sugiere, como ya se ha observado en
algunos trabajos, que la adicción al alcohol podría tener un componente
genético.
Hace
tiempo que la ciencia relaciona la dopamina con el abuso de drogas; ya que este
neurotransmisor está relacionado con el sistema de recompensa del cerebro y
nuestra reacción ante respuestas gratificantes. De hecho, un estudio publicado
en 2010 en 'Biological Psychiatry' demostró que, a misma cantidad de alcohol,
los varones liberan más cantidad de dopamina que las mujeres, lo que podría
explicar porqué hay más alcohólicos entre el sexo masculino.
En
este caso, los investigadores subrayan que "éste es el primer experimento
en humanos que demuestra que el sabor de una bebida alcohólica, sin ningún
efecto intoxicante por parte del alcohol, puede desencadenar la actividad de la
dopamina en los centros de recompensa del cerebro".
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