Las
últimas cifras del paro no hacen más que alarmar sobre la situación que
envuelve a España desde hace algunos años, pero a los que tienen la suerte de
poder contar con un trabajo entre sus manos, el camino no se les antoja tampoco
mucho más fácil. Debido a los recortes, las exigencias son mayores, por lo que
la carga laboral se hace más pesada.
Los
datos más recientes proporcionados por la Asociación Española de Especialistas
en Medicina del Trabajo (AEEMT), muestran que el pasado año "hasta el 62%
de los trabajadores españoles estaba más estresado que en 2011 y que una de
cada cuatro bajas estaba relacionada con este problema" . El estrés
laboral repercute en el bienestar físico y emocional y, por ende, en las
relaciones sexuales y de pareja.
Héctor
Galván, psicólogo y sexólogo del Instituto Sexología Madrid, asegura que desde
hace un año, en general, hay más gente que viene a consulta por este motivo.
"Ya sea por la situación de paro que les genera una sensación de
indefensión, llegando incluso a casos de depresión, o bien por todo lo
contrario, por la carga y el estrés laboral. Las exigencias son mayores y
debido a la preocupación de poder perder su empleo pasan más tiempo en
él", expresa este experto.
Amenaza=estrés
Por
tanto, este tiempo dedicado al trabajo, y la carga que ello supone, interfiere
sin quererlo en nuestro estado físico y emocional. La socióloga Delfina
Mieville, agente de igualdad, sexóloga y directora de Mekare, lo explica de
este modo: "El trabajo ahora ocupa más tiempo, por lo que hay mayor
pérdida de energía sea física o mental. Antes, el trabajo era para satisfacer
las necesidades básicas, ahora entran conceptos como el bienestar, el ocio,
etc.". La 'energía sexual', explica la especialista, es en sí un sobrante
de energía. El deseo y la posibilidad de ejecución, sea genital o global, se
dan en un estado óptimo: cuando un individuo está alimentado, descansado y sin
amenazas externas (amenazas=estrés).
Por
tanto, "no puede haber buena respuesta sexual en situaciones extremas",
mantiene. Antes, por ejemplo, estas situaciones de estrés eran por la falta de
alimento, de cobijo o por el ataque de un animal. Ahora el estrés se traduce en
miedo a perder el trabajo, o por haberte peleado con alguien cercano, etc.
Además
de esto, a nivel biológico, explica, la respuesta fisiológica sexual necesita
un equilibrio perfecto entre sistema parasimpático (encargado de regular el
relax, el bienestar, el sueño) y el simpático (regula la alerta, la respuesta
ante la amenaza). Es decir, "ni se puede estar completamente relajado ni
completamente estresado, sin esto no hay respuesta fisiológica óptima:
erección, lubricación,...", aclara la experta.
Socialización
de género
Por
otro lado, este estrés también se ve amenazado por el concepto que tenemos los
hombres y mujeres de lo que debemos hacer y hasta donde podemos llegar, tanto
en el terreno laboral como en el sexual: la socialización de género.
"Actualmente, debemos tener una precisión sexual y laboral a prueba de
bombas. Tienes que ser el mejor, tienes que cumplir. Todo esto puede generar
ansiedad: ansiedad de resolución", explica Mieville.
Además
de todo ello, las mujeres están más educadas hacia lo circunstancial y los
hombres más hacia lo físico o lo biológico, hecho que según esta experta, merma
de manera importante nuestra forma de disfrutar de la sexualidad. "Ahora
se percibe a la mujer como más deseante y parece que tiene que comportarse como
tal y el hombre siempre tiene que estar a punto. Exigencias que no deberían ser
así", resalta.
'Sexualidad
de pasillo'
Dicen
los expertos que la vida sexual no es suficiente en las relaciones de pareja,
pero sí imprescindible. En situaciones de estrés laboral, la falta de deseo y
los problemas y/o discusiones de pareja son las principales barreras. "Lo
que es prioritario pasa a un segundo plano", matiza Galván. Por ello hay
que concienciar a la pareja de cuáles deben ser sus prioridades. "La
relación de pareja, en general, y la sexualidad, en particular, tienen y deben
ser una prioridad", mantiene.
A
pesar de todo ello, matizan claramente ambos expertos, hay que tener en cuenta
la percepción de sexualidad que cada pareja tenga. Es decir, si la sexualidad
que tienen es puramente genital, el estrés y los problemas serán mayores que
las de aquellas parejas que viven una sexualidad más amplia, donde no sólo vale
el coito, sino que su objetivo es el placer y disfrutar juntos. Lo que hay que
hacer, sugiere Mieville, es "jugar con toda la globalidad de la
sexualidad, no quedarse sólo en el coito con orgasmo". De esta forma,
coinciden los profesionales, el estrés por trabajo o por otros asuntos, se verá
menos mermado en las relaciones sexuales. Porque ésta se vive de muchas formas.
Así,
Galván insiste mucho en lo que él denomina la 'sexualidad de pasillo', es
decir, el juego de seducción no tiene porqué ser sólo en la alcoba. Los besos,
los gestos de cariño y la complicidad deben estar por toda la casa y en
cualquier momento del día, especialmente en esos momentos de estrés donde el
trabajo ocupa la mayor parte del tiempo. Situación que se agrava también si
tienes hijos. Por eso, hay que "buscar espacios", afirma contundente
Mieville. "Hay que 'agendar', buscar un espacio a la semana para ambos: ya
sea para ir a cenar, para ir al cine, para hablar de los problemas del día...
En definitiva, dedicar tiempo para ambos".
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