Sólo
el 30 por ciento de los pacientes utiliza la medicación tal y como fue
prescrita por su médico, según ha mostrado un informe elaborado por la
Fundación Salud 2000, con el objetivo de concienciar a los ciudadanos, y
sensibilizar a los profesionales sanitarios y a la propia Administración, sobre
la importancia de la adherencia terapéutica, ante la creciente preocupación por
las elevadas tasas de incumplimiento de los pacientes a las terapias que les
son prescritas.
De
hecho, se estima que un tercio de los enfermos no utiliza la medicación como se
lo recomendó el médico y que otro 30 por ciento sólo lo hace a veces. Además,
la Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que la adherencia al
tratamiento a largo plazo se sitúa en torno al 50 por ciento en los países
desarrollados.
Por
este motivo, la fundación ha destacado en el informe la importancia de
potenciar las nuevas vías de comunicación entre el paciente y el profesional
sanitario, facilitar junto con los fármacos, sistemas de apoyo y medicación que
aseguren su cumplimiento, y buscar la eficiencia a través del uso de
biomarcadores que permitan incrementar las posibilidades de éxito e involucrar
al ciudadano en la gestión de la propia salud.
"Es
un documento claro y muy bien elaborado que incide, como probablemente no
podría ser de otra manera, en aquellos puntos que consideramos básicos y que
son la necesidad de sensibilizar al conjunto de la población, profesionales y
ciudadanos; difundir información sobre el estado de la cuestión y hacer una
llamada para la investigación en este campo; y establecer estrategias que
conduzcan a un mejor cumplimiento de las terapias", ha comentado el
presidente del Observatorio para la Adherencia Terapéutica (OAT), José Manuel
Ribera Casada.
Asimismo,
la importancia del cumplimiento de los tratamientos radica también en el coste
que supone no llevarlos a cabo. Y es que, según un estudio de la consultora IMS
Health de 2012, el mal uso de los fármacos provoca aproximadamente un 8 por
ciento del gasto sanitario en el mundo y, de esa cifra, el 57 por ciento se
corresponde con problemas de no adherencia.
"La
adherencia deficiente a los tratamientos a largo plazo compromete gravemente la
efectividad de estos últimos, y supone un asunto crucial para la salud de la
población tanto desde la perspectiva de la calidad de vida como de la economía
de la salud. Además, tal y como sostiene la OMS, aumentar la efectividad de las
intervenciones sobre adherencia terapéutica puede tener una repercusión mucho
mayor sobre la salud de la población que cualquier mejora de los tratamientos
médicos específicos", señala la fundación en el informe.
RESPONSABILIDAD
E IMPLICACIÓN DE LOS MÉDICOS Y DE LA ADMINISTRACIÓN
Existen
diferentes variables relacionadas con el incumplimiento farmacoterapéutico
entre las que destacan las características personales del paciente, la terapia
que utiliza, la enfermedad que padece, el entorno familiar y social, el
profesional sanitario que le atiende, la estructura del sistema sanitario y la
política farmacéutica.
Unas
variables que los profesionales sanitarios deben de tener presentes a la hora
de la prescripción, dispensación y administración de los medicamentos para
ofrecer una asistencia sanitaria de la mayor calidad posible y, además,
contribuir al uso racional de los recursos diagnósticos, tal y como les obliga
la Ley de ordenación de las profesiones sanitarias.
Asimismo,
el informe solicita a la Administración tomar conciencia sobre la importancia
de medir la adherencia a los tratamientos y favorecer el cumplimiento
terapéutico, corrigiendo ciertos desajustes del sistema como, por ejemplo, la
falta de mecanismos de coordinación entre profesionales. Del mismo modo, debe de
poner en marcha acciones que permitan avanzar en el desarrollo de las
regulaciones pendientes o en el reconocimiento de las competencias
profesionales.
EL
IMPORTANTE PAPEL DEL FARMACÉUTICO
Por
otra parte, la fundación recuerda que el farmacéutico, ya sea hospitalario, de
Atención Primaria o comunitario, no siempre está "suficientemente
aprovechado" por la Administración sanitaria en la labor del seguimiento
farmacoterapéutica. En concreto, en el caso del farmacéutico hospitalario el
estudio ha mostrado que su contribución es de "máxima relevancia"
tanto en los pacientes hospitalizados como en los externos y ambulantes.
"En
todos estos supuestos puede hablarse del establecimiento de una relación
asistencial singular entre el farmacéutico y el paciente, que en ocasiones se
torna conflictiva por dificultades de adherencia a los tratamientos, por el
elevado coste de estos últimos y por los problemas psicosociales que
frecuentemente se dan en este colectivo", destaca el informe.
En
este sentido, ha propuesto que, cuando los pacientes no cumplen con los
tratamientos, el farmacéutico hospitalario valore con el médico responsable del
enfermo una propuesta de cambio del tratamiento por otro de más fácil
cumplimiento o, si es posible, realice las dispensaciones con otra periodicidad
para intentar monotorizar mejor, e implicar "más estrechamiento", a
la persona con el tratamiento.
Respecto
al farmacéutico comunitario, el problema fundamental, a juicio del informe,
radica en su falta de integración efectiva en el Sistema Nacional de Salud
(SNS), lo que acarrea "frecuentemente" dificultades de coordinación
con el médico de Atención Primaria.
"Sin
duda, tendría que intentar vencerse esta dificultad de integración, ya que la
potencialidad de este profesional es muy significativa para paliar los
problemas de falta de adherencia a los tratamientos, a través de la labor de
seguimiento farmacológico, que les atribuye la Ley de garantías y uso racional
de los medicamentos y productos sanitarios", destaca.
Por
último, el informe muestra la necesidad de que las compañías farmacéuticas
contribuyan a reducir los problemas de adherencia de los pacientes, facilitando
junto a sus fármacos sistemas de apoyo y medición del cumplimiento, que deben
ser valorados por las comisiones de farmacia de los hospitales y por la
Administración pública a la hora de planificar el arsenal farmacológico.
De
esta manera, adquiriría "mayor relevancia" el coste real de los
tratamientos que el coste en sí de los fármacos lo que, a juicio de la
Fundación Salud 2000, repercutiría en un "claro ahorro" para los
sistemas de salud.
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