Se
dice que un hombre tiene eyaculación precoz cuando eyacula de forma rápida y
sin control, produciendo un impacto psicológico en él y en su pareja. Pero esta
condición -ya que no puede considerarse una patología como tal- no aparece por
igual en todos los casos. Ahora un grupo de expertos define por primera vez los
tipos y las causas que están detrás de este proceso.
En
el año 2007, el Comité de la Sociedad Internacional de Medicina Sexual elaboró,
basada en la evidencia científica, una definición para la eyaculación precoz
primaria. Sin embargo, concluyó que no había datos suficientes para hablar de
otros tipos. Hasta hoy. Un estudio realizado por esta entidad, y publicado en
la revista científica The Journal sexual of Medicine, refleja por primera vez
en la historia otra definición: la de la eyaculación precoz secundaria o
adquirida. Un hecho importante para médicos e investigadores que permitirá
avanzar con estudios más rigurosos hacia mejores tratamientos para esta
disfunción sexual.
Ambos
tipos no sólo se diferencian en el tiempo de aparición sino también en la
duración del coito. En la primaria o permanente, el coito dura un minuto
aproximadamente o menos. En cambio, la eyaculación precoz secundaria o
adquirida se caracteriza porque el coito alcanza los tres minutos.
"Es
un dato muy importante porque sabemos muy poco de algunos aspectos de la
eyaculación precoz", informa Eduardo García Cruz, urólogo del Hospital
Clínic de Barcelona. Si no tenemos definiciones sólidas, sostiene el experto,
no podemos plantear estudios en población general, ni podemos definir la
magnitud del problema, ni tampoco saber cuándo es recomendable tratar y cuándo
no. "Un problema común en sexualidad es que el criterio de normalidad lo
fija cada uno (y eso hace que sea muy difícil generalizar y analizar esta
esfera tan relevante de la condición humana)", subraya.
La
eyaculación precoz es la disfunción sexual más común. Según los últimos datos
de la Sociedad Europea de Medicina Sexual, (ESSM) de 2013
http://www.elmundo.es/elmundosalud/2013/04/03/noticias/1365003896.html uno de
cada cinco hombres la sufre alguna vez en su vida. Sin embargo, a pesar de las
cifras, es la menos diagnosticada. Tal como declaraba el profesor Hartmut Pors,
presidente de la Sociedad Europea de Medicina Sexual (ESSM) en la presentación
de una campaña Not just a moment en 2013, "tan sólo el 10% de los varones,
aproximadamente, busca ayuda profesional".
Distintas
causas, mismas consecuencias
¿Qué
caracteriza cada tipo de eyaculación? ¿Qué las desencadenan? La secundaria o
adquirida ocurre en un momento dado de la vida del individuo y el factor
desencadenante suele ser un acontecimiento importante en su vida. Según explica
Antonio Fernández Lozano, urólogo y andrólogo de la Fundación Puigvert en
Barcelona, los acontecimientos pueden ser: un cambio de pareja, un accidente,
una enfermedad, un periodo de estrés o incluso una situación como la actual de
crisis. "Las relaciones pierden calidad, el sujeto está pendiente de otras
cosas y todo cúmulo de situaciones producen ansiedad, diferente en cada
hombre", comenta.
Por
su parte, en la mantenida entran en juego los factores genéticos. Este tipo de
eyaculación precoz se desencadena bien por factores genéticos o bien por un
aprendizaje y/o conducta mal adquiridos. Por ejemplo, si las primeras
relaciones sexuales han sido encuentros rápidos, en lugares poco tranquilos y
con una ansiedad elevada pueden contribuir a que el individuo adquiera esos
patrones de conducta, los interiorice y aparezcan siempre, en cada encuentro
sexual posterior.
Aunque
no se sabe muy bien, añade por su parte García Cruz, qué porcentaje existe de
genética y de aprendizaje, sí se puede destacar es que los dos influyen en este
caso.
La
pareja, clave en la terapia
En
general, los hombres que sufren eyaculación precoz tienen "menor
autoestima, muchos más problemas de la esfera sexual (disfunción eréctil, deseo
sexual hipoactivo, etc...), menos relaciones sexuales y disfrutan menos del
sexo", enumera García Cruz.
Además,
todas estas alteraciones repercuten en la sexualidad de la pareja: "Las
parejas van a tener más problemas respecto al deseo y la excitación, menor
satisfacción con las relaciones sexuales y, por lo tanto, menos sexo y peor
sexualidad", mantiene.
El
estrés que le provoca tanto a él como a la pareja es muy relevante. Según
Fernández Lozano, la pareja ocupa un lugar fundamental: es la que está con él,
lo 'sufre' con él, tiene que ayudarle, comprenderle, estar a su lado, etc.
"Es la coterapeuta, la llave de todo", mantiene.
Por
ello, es fundamental hacer frente al problema. En la actualidad, aseguran ambos
doctores, esta condición es tratable tanto con medicación como con terapia
psicológica. Lo importante es consultar el problema con el especialista: romper
los tabúes y la vergüenza, porque la salud sexual es algo que forma parte de
nuestra calidad de vida.
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