En
los últimos años el concepto «cero por ciento» «bajo en...» o «sin...» se ha
convertido en el mejor aliado para disfrutar de muchos alimentos, generalmente
catalogados como «poco saludables», y donde el azúcar o las grasas ocupan, en
su composición, un lugar preferente. Sin embargo, este tipo de productos
inducen a la confusión del consumidor por la falta de claridad en el etiquetado
y porque el azúcar aparece de forma oculta aunque no se denomine como tal, lo
que puede tener consecuencias para algunas personas como las que padecen
diabetes.
Aumento
Tal
y como explica Serafín Murillo, nutricionista e investigador del Centro de
Investigación Biomédica en Red de Diabetes y Enfermedades Metabólicas asociadas
(Ciberdem), «el error al que pueden inducir estas afirmaciones, aunque son
lícitas, puede tener unas mayores consecuencias para las personas con diabetes
ya que puede descompensar sus niveles de glucemia. Por ejemplo, tomar unas
galletas que indican "sin azúcar añadido" puede aumentar la glucemia,
ya que contiene otros hidratos de carbono presentes en la harina con la que se
han elaborado. Éstos no son azúcares, pero elevan la glucemia del mismo modo
que cualquier azúcar».
Precisamente,
ante esta situación, el consumidor tiene una percepción errónea respecto a los
componentes de los alimentos. En concreto, y según un estudio realizado por
Javier Noya, catedrático de la Universidad Complutense de Madrid, para la
Federación de Diabéticos Españoles, «resulta muy destacable que más de la mitad
de los españoles, el 60 por ciento concretamente, desconoce que los productos
sin azúcar añadido pueden aportar otros hidratos de carbono que tras la
digestión se convierten en azúcares». Al margen de este tipo de reclamos
publicitarios, la investigación advierte del desconocimiento que muestran los
encuestados en relación con la presencia natural de azúcares y otros
carbohidratos presentes en los alimentos de forma natural.
Habituales
«Para
la inmensa mayoría de los encuestados, existen unos "azúcares
ocultos" ya que hasta tres de cuatro españoles no identifican alimentos
como la leche o las frutas como alimentos que aportan estos nutrientes. Existe,
sin embargo, algo más de conocimiento en lo relativo a los alimentos que
contienen más hidratos de carbono, ya que sólo uno de cada cuatro encuestados
ignora que patatas, pan o pasta son los más ricos en ellos. Esta desinformación
puede tener un gran impacto sobre la salud y en especial la salud de personas
con diabetes», explica Noya.
A
modo de ejemplo, Murillo advierte de que «un pan de molde puede indicar
"bajo contenido en azúcares" pero contiene muchos hidratos de
carbono, en forma de almidón. Estos hidratos de carbono complejos –también
presentes en el arroz, las pasta, la patata o las legumbres– se transforman en
azúcares durante el proceso de digestión, por lo que se les podría denominar
"azúcares ocultos tras el etiquetado nutricional del producto". Las
personas con diabetes no deben centrarse en reducir el contenido de azúcares de
los alimentos, sino que deben comprobar la cantidad total de hidratos de
carbono que aporta ese producto». Y es que alimentos de consumo habitual como
la leche también contienen azúcares ocultos. En concreto, si una persona toma
un vaso de leche al día, al cabo de un año habrá ingerido más de 3,5 kilos de
azúcares sin saberlo», añade el experto. Ante esta situación y dado que todos
los hidratos de carbono se convierten en azúcares tras la digestión, es normal
plantearse si da lo mismo tomar pan o azúcar. La respuesta, según Murillo, es
«no. A pesar de que el efecto sobre el azúcar en sangre puede ser bastante
similar, los hidratos de carbono complejos –como el almidón del pan, el arroz o
la patata– suelen estar incluidos en alimentos más ricos en otros nutrientes
como vitaminas, minerales o fibra, que aportan otros beneficios para la salud».
Con la idea de poner un poco de luz a la oscuridad del etiquetado, el experto
explica que «se etiqueta como ''bajo en azúcares'' cuando el contenido es
inferior a 5 gramos por cada 100 gramos de alimento o ''sin azúcares'' cuando
contiene menos de 0,5 gramos por cada 100 gramos. En cambio, sin azúcar añadido
advierte que al producto no se le ha añadido ningún tipo de azúcar ni otro
alimento para proporcionar sabor dulce».
Desconocimiento
Queda
patente, por tanto, el gran desconocimiento que existe entre la población sobre
la diabetes y sus necesidades nutricionales. Según el estudio, «el 50 por
ciento de los españoles no sabe que un diabético sí puede ingerir alimentos que
contengan hidratos de carbono, sólo que debe tener en cuenta el tipo de
hidratos de cada alimento por su distinto impacto en la glucemia y controlar
las raciones. Y más aún, el 45 por ciento de los españoles no conoce su nivel
de azúcar en sangre».
La
falta de claridad del etiquetado es el caballo de batalla al que se enfrentan
muchos consumidores, en especial los diabéticos. «El etiquetado es claro pues
se ajusta a los contenidos de nutrientes de los alimentos. El problema puede
estar en que se escribe en un idioma que no entienden la mayoría de
consumidores, y para interpretar muchos alimentos se necesita una elevada
formación en nutrición. Es por ello que se debe acudir al experto para que
ayude a comprender aquello que indica», sugiere Murillo.
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