"El
edificio tiene la forma de cromosoma, o de prisión, en el medio se ubican los
espacios comunes y en los laterales estarán los laboratorios; funcionará de una
forma distinta a la conocida, no habrá departamentos, sino una veintena de
grupos sin barreras ni disciplinas académicas, la mejor forma de definirlo es
anarquía creativa'", explica el Nobel de Medicina, Sir Paul Nurse, de 65
años, y contento como un niño ante la llegada de los Reyes Magos. Él se refiere
al Francis Crick Institute, que será el mayor centro de investigación médica
del mundo, o, al menos, de Europa. Sir Paul ha trabajado en Europa y EEUU y
conoce la dimensión de sus afirmaciones.
Para
construir el citado instituto han unido fuerzas y medios instituciones públicas
y privadas del Reino Unido. El nombre homenajea a otro Nobel de Medicina,
Francis Crick (1916-2004), descubridor, con James Watson, de la estructura
molecular del ADN en 1953. La construcción del edificio ha costado 850 millones
de euros y su funcionamiento requerirá 120 millones de euros anuales. Pero
ninguno de los tres directivos que presentan el proyecto a los medios
extranjeros parece preocupado por la parte financiera. "Teniendo en cuenta
que estamos en una crisis económica internacional, tiene mérito lo que se ha
hecho en términos económicos", apostilla Sir Paul Nurse.
Unos
1.500 profesionales, de los cuales 1.250 serán científicos, trabajarán en el
centro de investigación con el objetivo de conocer el desarrollo de
enfermedades y encontrar vías para tratarlas, diagnosticarlas y/o prevenirlas.
"El cáncer es un objetivo para nosotros, no obstante, también lo son el
corazón, las infecciones y las afecciones neurodegenerativas; nosotros no
haremos falsas promesas como han hecho otros porque todas estas alteraciones
son complicadas, aunque se van mejorando en términos de 10, 20 y 30 años",
explica el científico.
Las
principales instituciones u organismos que han arrimado el hombro para crear el
Francis Crick Institute son el Medical Research Council (estatal), Cancer
Research UK (ONG benéfica), Wellcome Trust (privado) y un trío de
universidades. "Controlaremos nuestro propio presupuesto, y deberemos
también generar ingresos económicos, o sea, que competiremos en descubrimientos
científicos para la medicina. Queremos ser los primeros en descubrimientos
útiles" aventura Sir Paul, quien añade: "en salarios competiremos con
Europa, no con EEUU, pero nuestra diferencia será en el ambiente de trabajo,
que es tan importante como el dinero". La formación, y despacho hacia
otros lugares, de científicos es otro de los objetivos del instituto. Desde
graduados universitarios hasta científicos con programas ya avanzados ocuparán
las instalaciones a partir del otoño del año próximo.
John
Cooper, jefe operativo del instituto, dice que la inauguración del centro
científico está ya provocando gran expectación en la comunidad médica y
científica internacional. "Nos llegan peticiones de todo tipo procedentes
de todo el mundo; la mitad de los científicos, seguramente, provendrá del
extranjero", asegura. De España, nadie se ha puesto en contacto todavía.
En cambio, han nombrado un embajador en Japón.
El
edificio está ubicado en el céntrico barrio de King's Cross, en el norte de
Londres, junto a la terminal del tren que une Londres y París en un par de
horas. La institución que casi toca al Francis Crick es la Biblioteca
Británica, un pozo sin fondo de conocimiento e información. Pero lindante
también al centro de investigación se encuentra uno de los enclaves más
conflictivos del norte de Londres, Somers Town, una bolsa de pobreza a la que
el Francis Crick quiere abrir sus puertas.
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