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no siempre significa lo mejor. Está máxima puede aplicarse al ejercicio físico
y sus beneficios sobre la salud cardiovascular. Dos estudios que se publican en
«Heart» sugieren que los beneficios de la actividad física tienen una curva en
forma de ‘J’. De acuerdo con el primero de los dos estudios, demasiado
ejercicio de alta intensidad puede en realidad incrementar el riesgo de muerte
a causa de un ataque al corazón o un derrame cerebral en pacientes con
enfermedad cardíaca existente. En el otro trabajo, realizado en Suecia, se
sugiere que los hombres jóvenes que realizan ejercicio de resistencia durante más
de cinco horas a la semana pueden aumentar su riesgo de desarrollar una
arritmia cardiaca durante su vida.
Según
los estudios la curva en forma de ‘J’ para los beneficios del ejercicio
significaría que «más no siempre significa mejor»; pero sobre todo estos dos
nuevos trabajos plantean inquietantes interrogantes acerca de la intensidad y
la duración de la actividad física en diferentes momentos de la vida, según un
editorial que acompaña a los estudios y que firman Eduard Guasch y Lluís Mont,
del Hospital Clinic de Barcelona.
Los
investigadores españoles apuntan que si bien parece «contradictorio» pensar que
la actividad física podría agravar las enfermedades del corazón , otros
estudios más pequeños ya han sugerido esta posibilidad relacionada con el «entrenamiento
de resistencia, en particular el vinculado a un estado pro-inflamatorio aguda
(reversible)».
'Sesentones'
activos
En
el primer estudio, realizado en el German Cancer Research Center (Alemania),
los investigadores registraron la frecuencia y la intensidad de la actividad física
y la supervivencia durante 10 años de más de 1.000 personas con enfermedad cardíaca
coronaria estable. Todos los participantes, la mayoría de los cuales eran ‘sesentones’,
habían participado a un programa de rehabilitación cardíaca para protegerse de
un segundo ataque cardiaco o un derrame cerebral.
Según
las guías actuales se recomienda que los pacientes de enfermedad cardiaca deben
hacer hasta una hora de actividad aeróbica de intensidad moderada al menos
cinco veces a la semana. En el estudio, alrededor del 40% realizaban una
actividad física de 2-4 veces a la semana; un 30% hacía más ejercicio y el otro
30% menos menos. Y uno de cada 10 participantes reconocieron no hacer ejercicio
nunca o en contadas ocasiones.
Los
investigadores también vieron que la frecuencia de la actividad física tendía a
disminuir a lo largo del periodo de supervisión, aunque se mantuvo estable para
aquellos físicamente activos (2-4 veces a la semana).
Cuando
analizaron los resultados se quedaron sorprendidos. Después de tomar en cuenta
otros factores que podían influir en los datos, vieron que aquellos que
realizaban un ejercicio extenuante diariamente tenían más del doble de probabilidades
de morir de un ataque cardíaco o por causa de un derrame cerebral que los que
también hacían ejercicio, aunque de forma más moderada. Es decir, tenían la
misma probabilidad de morir por un evento cardio y cerebrovascular que los que
no hacían «ninguna actividad física».
Fibrilación
auricular
En
el estudio sueco, los investigadores del Instituto Karolinska preguntaron a más
de 44.000 hombres de 45 a 79 años de edad acerca de sus patrones de actividad física
durante su tiempo libre cuando tenían 15, 30, 50, y 60 años. Además, los
investigadores controlan los datos de la salud cardiovascular desde el año 1997
con el fin de valorar cuántos habían desarrollado un latido cardíaco irregular
-fibrilación auricular-, un conocido factor de riesgo para el accidente
cerebrovascular.
Y
los resultados fueron de nuevo sorprendentes: aquellos que habían hecho
ejercicio intenso durante más de cinco horas a la semana eran un 19% más
propensos a desarrollar fibrilación auricular a los 60 años que los que practicaban
ejercicio menos de una hora a la semana. Y otro dato ‘inquietante’: el riesgo
de fibrilación auricular subía hasta un 49% en aquellos que cuando tenían 30 años
hacían más de 5 horas de ejercicio a la semana, pero menos de 1 hora por semana
a los 60.
Ejercicio
siempre saludable
En
el editorial relacionado los autores españoles sugieren que esto puede deberse
a que la intensidad del ejercicio es probable que sea mayor a los 30 que a los
60, por lo que puede tener efectos menos extremas en el cuerpo. Sin embargo, señalan,
ambos estudios apuntan a la intensidad y a la duración del ejercicio como
factores críticos en las asociaciones encontradas. Y explican que existe una
curva para el efecto dosis-respuesta de ejercicio: «se obtienen beneficios
cardiovasculares máximos si el ejercicio se realiza en dosis moderadas,
mientras que dichos beneficios se pierden con esfuerzos prolongados y de gran
intensidad».
Para
Guasch y Mont los genes también pueden tener un papel importante en la
determinación del «umbral de seguridad». Pero, señalan, «mientras que nuestra
percepción de qué cantidad de ejercicio es bueno para nosotros puede estar
cambiando, el hecho es que ninguno es malo para nuestra salud a largo plazo». Y
advierten que una «delgada línea separa la información exacta y alarmismo
innecesario, algo que puede llevar a la inactividad y, como consecuencia, a las
enfermedades del corazón».
Para
estos dos investigadores, los beneficios del ejercicio son un hecho y desde
luego «no deben ser cuestionados», más bien al contrario, «deben ser reforzados».
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