miércoles, 14 de mayo de 2014

El alcoholismo se puede tratar



El problema del alcoholismo es cada vez más importante en el mundo. Aunque nuestro país está en la media europea de ingesta de alcohol, con un consumo de 11,2 litros de alcohol por persona y año, según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), conocer el número de personas con adicción a la bebida es más complicado. Una revisión de estudios publicada recientemente consideraba que el número de sujetos con problemas graves de alcohol oscila en España entre uno y dos millones, pero esta cifra seguramente se quede corta en función de los datos que sí existen en otros países y que apuntan a que un 8% de la población tiene este problema. Otra revisión que recoge esta semana la revista JAMA pone el foco en las terapias farmacológicas para tratar esta adicción y sitúa estos tratamientos en la lista de opciones terapéuticas que estas personas tienen para evitar una recaída.

Cuando un consumo esporádico se convierte en una adicción, la persona no puede controlar la ingesta. Aunque la bebida en muchos países como España está incrustada en la cultura popular y no se suele considerar un problema para la mayoría, su exceso sí que está detrás de muchos problemas de salud: trastornos psiquiátricos (ansiedad, depresión o suicidio), hipertensión, daño hepático y cardiaco, mayor riesgo de cáncer y alteraciones neurológicas.

De hecho, la conciencia de esta enfermedad es inversamente proporcional a su gravedad por lo que, en muchas ocasiones, serán los familiares los que soliciten ayuda médica. "Algunos pacientes sí que llegan a darse cuenta de que tienen un problema, tal vez porque se han visto tirados en la calle o en una situación poco agradable que no quieren que se repita, pero en la mayoría de las ocasiones son los familiares los que dicen que tiene un problema con el alcohol. En estos casos, a través de la familia y el médico de cabecera se puede convencer al paciente de que tiene que ponerse en tratamiento", explica Leandro Fernández, del grupo de trabajo de Salud Mental de la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (Semergen).

Eficacia de las terapias

Cuando esto ocurre, la terapia psicológica es una de las más demandadas pero cada vez hay más evidencia científica que sostiene la eficacia de fármacos para lograr la abstención o reducir el consumo alcohólico. La revisión publicada por JAMA hace un repaso de los datos publicados en 123 estudios clínicos que incluyeron en total a 22.803 pacientes. La mayoría de estas investigaciones se habían llevado a cabo con dos fármacos, acamprosato o naltrexona, o con ambos. Aunque también algunos de los trabajos habían evaluado el efecto de otros fármacos como nalmafeno, topiramato y otros medicamentos que no requieren receta médica.

Básicamente, lo que evidencia este análisis es que el acamprosato y la naltrexona son los que presentan una mayor evidencia clínica sobre sus beneficios a la hora de reducir el alcoholismo o la bebida. El primero actúa revirtiendo el estado de hiperexcitación del cerebro vinculado a la ingesta de alcohol, lo que supone que sea efectivo para dejar de beber o, por lo menos, para empezar de nuevo a beber más tarde y en una situación más controlada. Por su parte, el mecanismo de acción de la naltrexona es sobre el sistema opioide cerebral, bloqueándolo, y evitando también el efecto de pérdida de control.

Prevenir la ingesta de alcohol es importante pero también lo es evitar esta pérdida de control. Según datos del Instituto Nacional de Toxicología y Ciencias Forenses, detrás del 45% de los fallecidos en accidente de tráfico está el consumo de alcohol y drogas. Porque una persona adicta no puede controlar cuánto va a beber ni cuándo. Por otro lado, según datos de la Sociedad Científica Española de Estudios sobre el Alcohol, el Alcoholismo y otras Toxocomanías (Socidroalcohol), el 70% de los hombres que agreden a sus parejas dice hacerlo bajo la influencia del alcohol.

Involucrar al paciente

"Parte del tratamiento de estas personas se basa en explicar e instruir al paciente y a sus familiares en qué consiste esta enfermedad, porque hay mucha culpabilidad, vergüenza y estigma ya que no se suele reconocer al alcoholismo como enfermedad. Esto ocurre porque la mayoría de las personas que consumen alcohol no se convierten en adictas y no se logra identificar esta enfermedad. Es un gran obstáculo", afirma Josep Guardia, de la Unidad de Conductas Adictivas del Servicio de Psiquiatría del Hospital de la Santa Creu i Sant Pau.

Este especialista enumera los fármacos que hay disponibles en nuestro país: naltrexona, acamprosato, topiramato, antabus y colme. Estos dos últimos son los medicamentos más utilizados en España pero, según afirma Guardia, son de los que cuentan con menos evidencia científica. "Parecen ser los ideales de entrada porque si la persona está dispuesta a no beber, antabus le ayuda ya que si toma algo de alcohol mientras que recibe el tratamiento, se produce una reacción desagradable e incluso peligrosa. Pero esto tiene fecha de caducidad, porque tarde o temprano, quizás dentro de meses o años, la persona prueba a tomar algo de alcohol y es cuando puede generarse una crisis muy grave", explica.

En cambio, con naltrexona y acamprosato, aunque no se vinculan con una abstención radical, "es menos probable que la persona se descontrole con la bebida cuando la tome. Además, es más fácil discutir sobre los consumos, identificar las situaciones de riesgo y permitir un proceso de recuperación pactado. Contar con la participación del paciente y de su familia es fundamental en estos casos", sostiene Guardia, que ha sido el codirector de la tercera edición de la Guía de intervención en el trastorno por consumo de alcohol.

Por otro lado, este experto hace referencia a una nueva opción terapeútica: nalmefeno. "Todavía no está aprobado en España pero sí en Europa. Se trata de un nuevo concepto. Este fármaco tiene por objetivo no la abstinencia sino la reducción del consumo de alcohol. Su mecanismo de acción también se basa en el bloqueo de los receptores opioides aunque lo hace de forma diferente a la naltrexona. Este medicamento logra reducir el deseo de beber mediante la participación activa del paciente".

Precisamente ese es uno de los puntos que destacan en un editorial que publica también JAMA Katharine Bradley y Daniel Kivlahan, del Centro de Excelencia en el Tratamiento de Abuso de Sustancias y Educación de Seattle, Washington (EEUU), quienes manifiestan que "pacientes y médicos deberían empeñarse en realizar decisiones compartidas sobre las opciones terapéuticas de la dependencia al alcohol [...] Se les debería ofrecer aquellos tratamientos basados en la evidencia tanto farmacológicos como conductuales, que apoyan de forma conjunta la recuperación".

En España

Pero, ¿qué ocurre en nuestro país? ¿Qué ayuda solicitan las personas alcohólicas? "En primer lugar el paciente va al médico de cabecera y, quizás, a un centro de salud mental pero no a un centro de drogodependencias. Y por lo general, se pide ayuda por otro síntoma, como ansiedad, insomnio o depresión, que probablemente esté provocado por el alcohol. Y en muchas ocasiones se les da benzodiacepinas (tranquilizantes) que no le solucionará el problema sino que se lo agravará", explica el especialista catalán.

Esa falta de buen manejo también la señala el representante de Semergen. "Muchos médicos de Atención Primaria tratan de derivar lo antes posible a estos pacientes porque no saben cómo manejarles. Creo que primero deberían estudiar la situación de cada uno y si el paciente está capacitado para hacer un diagnóstico compartido, es decir que se comprometa a reconocer su enfermedad. Y entoces derivarle al sitio adecuado", explica.

Sin un estudio con una buena base metodológica, los datos sobre alcoholismo en España son aproximativos. Lo que se sabe es que cada vez son más frecuentes los 'atracones' entre los jóvenes. Según datos de la última Encuesta Escolar sobre Drogas, el 40% de los menores que beben lo hace en forma de atracón. "El hábito de beber está totalmente vinculado a fiestas, partidos de fútbol y ocio en general. La sociedad no es consciente de esto y de que cada vez hay más jóvenes con problemas de alcohol", apunta Fernández.

Hay mucho desconocimiento tanto del problema como de las soluciones. Sin embargo, los expertos que han elaborado esta revisión demuestran que hay fármacos eficaces para tratar el alcoholismo. Pero en nuestro país, sostiene Guardia, no hay suficientes unidades especializadas en el tratamiento de esta adicción. "Ni en centros ambulatorios ni en hospitales. Y debería, pues uno de cada tres hombres ingresados por una patología médica o psiquiátrica está causada o agravada por el alcohol. Lo que ocurre es que, en los últimos años, los centros de drogodependientes han dado más protagonismo a la atención a las drogas, y el alcohol ha quedado relegado a un segundo término. Algunos pacientes no se sienten bien atendidos en estos centros".

Por último, tanto el editorial como este especialista insisten en la falta de equidad en la atención a estas personas. "Los pacientes alcohólicos reciben cuidados de menor calidad que los de otras enfermedades crónicas. Hay medicamentos carísimos que se dan con gran falicidad para otras patologías. En cambio, cuando hablamos de tratamientos para el alcohol, a los médicos se nos ponen unas barreras grandísimas. ¿Por qué esta desigualdad? Quizás por el desconocimiento de que esto también es una enfermedad del cerebro, tan orgánica como un Alzheimer, algo que no busca el paciente sino que está por encima de su voluntad. Por otro lado, el alcoholismo en comparación con las adicciones a otras drogas es la que tiene una respuesta más eficaz al tratamiento".

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