Tiene
menos fama, pero la infección causada por el virus de la hepatitis es más
mortal que la del virus del sida (VIH) en los países de la Unión Europea. Los
datos, del Informe sobre la Carga Global de la Enfermedad 2010, presentados
durante el International Liver Congress, celebrado en Londres, muestran que en
2010 el número de fallecimientos relacionados con el virus de la hepatitis superó
en más de 10 veces al de muertes causadas por el VIH. El informe señala que los
virus de la hepatitis C (VHC) y B (VHB ) causaron cerca de 90.000 muertes en
2010 en la Unión Europea, mientras que el VIH mató a 8.000 personas. Y de los
dos, el más mortal es el VHC, con casi 57.000 muertes, frente a las 31.000 del
VHB. Los datos de este informe, señaló Laurent Castera, de la Asociación
Europea del Hígado, indican que aunque la epidemia del VIH «sigue siendo una de
las principales prioridades, la mortalidad de la hepatitis en la UE obliga a
darle preeminencia».
En
concreto, el informe detalla que, a nivel mundial, las muertes por hepatitis y
por el VIH aumentaron entre 1990-2010 en 1,47 millones de muertes por causa del
VIH y 1,29 por el VHC y VHB. Sin embargo, mientras que las muertes relacionadas
con el VIH en la UE se redujeron en más de la mitad después de 1990, en zonas
de Europa del Este la mortalidad ha aumentado considerablemente.
Enfermedad
infradiagnosticada
Castera
cree que se necesitan recursos adicionales para «prevenir, detectar y tratar la
hepatitis B y C con el fin de hacer frente a estos desequilibrios en las principales
causas prevenibles de muerte humana». Porque no hay que olvidar que sólo en la
Unión Europea, entre 7,3 y 8,8 millones de personas están infectadas con el
VHC, el doble de los que había en 1997 y que de éstos una gran parte estaría
sin diagnosticar.
Por
eso, las nuevas directrices de la Asociación Europea del Hígado recomiendan
ofrecer la prueba de detección del VHC a cualquier persona que forme parte de
una población con una alta prevalencia de hepatitis, así como también a todos
aquellas personas que hayan podido tener una exposición de riesgo a este virus.
No hay que olvidar, apunta Rafael Esteban Mur, jefe del Servicio de Medicina
Interna-Hepatología del Hospital Universitario Vall d’Hebron de Barcelona, que «la
hepatitis C sigue siendo un enfermedad infradiagnosticada, una situación que
actualmente cobra mayor relevancia al disponer de tratamientos muy buenos
capaces de curar a casi el 80-90% de los casos». En España, se calcula que hay
900.000 personas portadoras del VHC, aunque un porcentaje muy amplio, el 70%,
desconoce que lo es.
Además
de promover el diagnóstico de las personas portadoras del VHC, la Asociación
Europea del Hígado reconoce el «cambio de paradigma» que se ha producido con la
llegada de los nuevos fármacos antivirales: sofosbuvir, simeprevir y
daclatasavir. Disponibles ya en Europa (en España sólo están aprobados para su
uso compasivo sofosbuvir y daclatasavir), estos nuevos fármacos han demostrado
alcanzar cifras de curación cercanas al 80-90%, asegura Esteban Mur, que habla
de «revolución total» en el tratamiento de la hepatitis C.
Lo
mismo opina Jean-Michael Pawlotsky, director del Centro Nacional Francés de
Hepatitis Viral. «Desde la publicación de las directrices de 2013 se ha
producido un cambio de paradigma en el tratamiento de la hepatitis C de
genotipo 1 con la llegada de estos nuevos tratamientos». Pawlotsky subraya que
son efectivos «incluso en aquellos pacientes en los que el tratamiento inicial
había fracasado».
Terapia
estándar
Sin
embargo, el documento ha tenido en cuenta el escenario económico actual de los
países de la Unión Europea y por ello reconoce que es posible que en algunos de
ellos exista la necesidad de continuar utilizando la terapia estándar (interferón
pegilado y ribavirina), con o sin la primera generación de inhibidores de la
proteasa del VHC (telaprevir y boceprevir).
A
pesar de ello, insisten en que estas pautas sólo se empleen en el tratamiento
del genotipo 1 «siempre y cuando no haya disponible otros antivirales de nueva
generación». Y, añade que el objetivo es optimizar al máximo las pautas de
tratamiento, por lo que recomienda combinar los antivirales más eficaces de
distintas compañías farmacéuticas.
En
este sentido, algunas asociaciones de pacientes y ONG han denunciado que en
España hay un número importante de pacientes con infección por VHC que
necesitan de forma urgente los nuevos antivirales, ya que la mayoría no han
respondido a las terapias disponibles, y no tienen acceso a ellos a través del
programa de uso compasivo. Estos programas se establecen para poner a disposición
fármacos aún no autorizados en nuestro país a pacientes españoles para las
cuales no quedan otras opciones terapéuticas disponibles.
Sin
embargo, la realidad es que en algunos hospitales hay pacientes que cumplen los
requisitos para acogerse a este uso pero que no acceden a los medicamentos por
problemas burocráticos y de coste. Si bien es cierto que son caros (un
tratamiento de 12 semanas puede oscilar entre los 50.000 y 60.000 euros) lo
cierto es que son eficaces. Para Estaban Mur, «el gasto hay que hacerlo ahora,
y evitar las complicaciones de la enfermedad».
¿El
fin del VHC?
En
un informe publicado en «Journal of Viral Hepatitis» se habla por vez primera
de la posibilidad de eliminar la hepatitis C si las pruebas y los índices de
tratamiento se incrementan. Usando nuevas técnicas de medición, médicos, estadísticos
y epidemiólogos de 15 países investigaron cómo aumentando el éxito del
tratamiento –incorporación de la nueva generación de medicamentos antivirales-
y el número de pacientes tratados por año, podría reducirse hasta un 90 % la
población infectada en 2030, lo que supone la definición clínica de la
erradicación de una enfermedad. «La hepatitis C es una enfermedad curable y
esta investigación muestra que el tratamiento de únicamente el 10 % de la
población diagnosticada por año puede conducir a la eliminación de la
enfermedad en 2030», asegura el profesor Graham Foster, Editor Jefe de la
revista.
La
hepatitis C es un problema de salud pública mundial. Las personas infectadas
con hepatitis C pueden no experimentar síntomas durante 20-30 años, pero cuando
aparecen los síntomas, el virus puede haber dado lugar a la aparición de
complicaciones graves como cirrosis e insuficiencia hepática.
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