Puede
pasar a ser la tercera terapia oral que se apruebe para la esclerosis múltiple,
pero no por aparecer más tarde se quedará irremediablemente en un lugar
relegado del armamento terapéutico. Los datos de dos estudios publicados por la
revista 'The New England Journal of Medicine' son lo suficientemente positivos
como para que los especialistas piensen que este medicamento podría convertirse
en la primera elección para tratar a estos pacientes, por delante incluso del
interferón.
"Es
un fármaco tremendamente importante, con un efecto inmunomodulador,
antiinflamatorio y, probablemente, neuroprotector, que en ensayos clínicos ha
demostrado que puede reducir la tasa de brotes en un 50% comparado con
placebo", señala a ELMUNDO.es Rafael Arroyo, responsable de la Unidad de
Esclerosis Múltiple del Hospital Clínico San Carlos de Madrid. Además, continúa
este experto, los efectos secundarios observados (enrojecimiento facial,
diarrea y otras alteraciones gastrointestinales) son poco frecuentes y bien
tolerados.
Los
nuevos estudios publicados por 'NEJM', denominados 'Define' y 'Confirm',
establecieron varios grupos de participantes. Aunque las características de los
pacientes no eran exactamente iguales y el número también difería, básicamente
se comparó la eficacia del nuevo fármaco, denominado BG-12, con placebo. La
terapia se administró en una dosis de 240 mg bien dos o tres veces al día.
Lo
que se comprobó es que además de su efecto en la reducción de los brotes, el
fármaco redujo el número de nuevas lesiones cerebrales entre un 71% y un 99%,
en función del tipo de lesión y del estudio. En los pacientes de 'Define', se
consiguió una reducción estadísticamente significativa del 38% en la progresión
de la discapacidad, aunque un dato tan positivo no se observó en los pacientes
del estudio Confirm.
Eficacia
y efectos de otras terapias
El
medicamento más utilizado para la esclerosis múltiple desde los últimos 15 años
es el interferón que logra reducir la tasa de recaídas un 30%. Su seguridad,
demostrada durante todo este tiempo, ha hecho que sea uno de los fármacos a los
que recurren los médicos en primer lugar para tratar a estos pacientes.
"Hay pacientes extraordinariamente bien controlados con este fármaco, pero
otros no responden bien y siguen teniendo brotes. Además, es incómodo por su
modo de administración [una inyección en días alternos]", explica Arroyo.
Existen
otras opciones con una eficacia mejor que el interferón pero, debido a sus
efectos secundarios, sólo se recurre a ellas cuando el primero fracasa. Son los
denominados natalizumab y fingolimod. El primero, que se administra por
inyección intravenosa, puede generar una enfermedad cerebral denominada
leucoencefalopatía multifocal progresiva para la que no hay tratamiento.
Por
su parte, fingolimod, un fármaco oral, requiere "que se monitorice al
paciente el primer día de tratamiento porque la terapia baja mucho la
frecuencia cardiaca. Por este motivo, las personas que toman medicación para el
corazón tienen problemas con el fármaco porque tiene efecto sumatorio",
aclara Juan Antonio García Merino, jefe de sección de Neurología del Hospital
Universitario Puerta de Hierro Majadahonda, en Madrid.
Hace
un par de semanas, apareció en escena otro medicamento oral, la teriflunomida
(comercializado como Aubagio), que ha sido aprobado por la agencia que regula
los medicamentos en EEUU, la FDA, pero todavía no lo ha sido por su homóloga
europea, la EMA. Según los datos de los ensayos clínicos, este producto reduce
la tasa de recaídas un 30%, aunque entre sus efectos secundarios están las
náuseas, caída de pelo o alteración de los marcadores analíticos de la función
hepática.
¿Primera
opción de tratamiento?
Por
todos estos antecedentes, Arroyo considera que "el BG-12 cuenta con un
perfil apto para ser un fármaco de primera línea. Podría perfectamente
anteceder a los interferones de estos momentos".
No
obstante, habrá que esperar a lo que decidan tanto la FDA como la EMA, porque
como explica García Merino "ellas reciben muchos más datos que los
publicados en la revista y, en función de ellos, se decidirá si se aprueba su
comercialización y luego después ver qué lugar ocupa en la terapéutica del
paciente".
Por
otro lado, tal y como señala Guillermo Izquierdo, del Servicio de Neurología
del Hospital Universitario Virgen Macarena de Sevilla, "el precio del
producto podrá condicionar el tipo de indicación que se vaya a aprobar. Además,
quedan por aclarar algunas discordancias [detectadas entre los dos estudios] en
relación con el efecto sobre la discapacidad y la seguridad a largo
plazo".
Sea
como sea, los especialistas tienen claro que con este fármaco "se abre el
abanico de las opciones terapéuticas, si fallan unas se puede recurrir a otras.
Además, el BG-12 tiene un mecanismo de acción distinto del resto, como lo que
es muy probable que unos fármacos y otros se puedan utilizar en
combinación", concluye García Merino.
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