Un
estudio, que se publica en Nature, sugiere que podría ser posible desarrollar
vacunas para prevenir el nacimiento prematuro y otras complicaciones que se
producen durante el embarazo. Dichas vacunas serían las primeras destinadas a
estimular el conjunto de células T-CD4 reguladoras que suprimen la respuesta
inmune.
Las
vacunas actuales están diseñadas específicamente para estimular subconjuntos de
células T que activan la respuesta inmune. En esta investigación, coordinada
por Sing Sing Way, del Centro Médico Infantil de Cincinnati (EE.UU.), se
muestra que el sistema inmune de las mujeres embarazadas estimula
selectivamente las células que impiden el ataque y el rechazo de tejidos
fetales reconocidos como extrañas. Pero lo más importante, según detalla el
estudio, es que dichas células inmunes T reguladoras supresoras inducidas
durante el embarazo se conservan después del parto y se vuelven a acumular y a
proporcionar protección para un embarazo posterior.
Memoria
celular
Para
que un embarazo tenga éxito es necesario que el organismo de la madre tenga la
capacidad de tolerar los antígenos heredados del padre. Dichos antígenos,
señala el estudio, provocan la respuesta inmune de la madre, que los considera
extraños. Pero si hay un segundo embarazo, estas células T tienen la capacidad
de recordar el primer embarazo y proporcionar protección adicional para el feto
ante el propio sistema inmune de la madre.
En
este trabajo, explica el autor, «hemos demostrado que las células CD4 inmunes
reguladoras y supresoras pueden fabricar una memoria inmunológica. Y dicha
capacidad de memoria -añade- explica por qué en un segundo embarazo se reducen
las complicaciones en comparación con el primer; pero, y quizás lo más
destacable, puede servir para diseñar nuevas vías para controlar mejor el
equilibrio estricto entre la estimulación y supresión inmune en la prevención
de enfermedades autoinmunes».
Nuevas
vacunas
Es
decir, el estudio demuestra que el programa de protección durante el embarazo
se establece por la expansión y la retención de células T reguladoras que
reconocen específicamente antígenos fetales. «Sabiendo esto, podemos diseñar
vacunas que se dirijan específicamente a las células inmunes T supresoras»,
explica Way. Así, mientras que las vacunas actuales se dirigen exclusivamente a
la células T inmunes activadoras, como la de la polio, una vacuna que se
dirigiera a la expansión y la retención de las células inmunes supresoras
permitiría un silenciamiento selectivo de respuestas no deseadas.
Way
afirma que una vez que se ha demostrado que estas células pueden generar y
conservar la memoria inmunológica se podría diseñar de vacunas contra
enfermedades autoinmunes -como la artritis idiopática juvenil y la diabetes
tipo 1- en las que el sistema inmunológico ataca a sus propios tejidos sanos.
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