El
'tupper' se ha convertido en el gran protagonista del inicio del curso escolar.
Sin embargo, más allá de la decisión de algunas comunidades de permitir a los
escolares que se lleven la comida de casa, poco se ha hablado de lo que deben
llevar las tarteras en su interior. Varios nutricionistas dan las claves a los
padres para triunfar.
Emilio
Martínez de Victoria, director del Instituto de Nutrición y Tecnología de los
Alimentos de la Universidad de Granada, recuerda que a la hora de preparar el
menú de cada día, los padres deberán tener en cuenta las condiciones de
conservación y calentamiento de los alimentos.
"Se
debe incluir una pequeña tableta de hielo para que los alimentos aguanten bien
la mañana", explica a ELMUNDO.es, "aunque es importante seleccionar
productos que se conserven bien sin frío".
Por
eso, insiste, lo mejor es evitar alimentos crudos o poco cocinados, así como
huevos, lácteos o pescados, que tienen más riesgos por una inadecuada
conservación. A cambio, añade, se debe optar por carnes bien cocinadas, pastas
o verduras (bien frescas o cocinadas). Las legumbres también son otro grupo
obligado, "y si el niño no va a tener opción de calentarlas siempre se
pueden preparar en forma de ensaladas".
Otro
truco que ofrece este especialista es añadir siempre a cualquier alimento unas
gotitas de limón o vinagre, "para acidificar el medio y reducir el riesgo
de contaminaciones". Para evitar cualquier problema también aconseja que
la comida se caliente en el microondas una sola vez, "porque si se
recalienta, existe el riesgo de que se reactive cualquier pequeña contaminación
que pueda existir".
Rosa
María Ortega, catedrática de Nutrición de la Universidad Complutense de Madrid,
recomienda por su parte hacer un desayuno más fuerte de lo habitual; y mandar a
los niños con algún alimento para media mañana.
Coincide
con su colega en que todos los alimentos son aceptables, aunque recomienda como
'básicos imprescindibles' una pieza de fruta todos los días, y no olvidarse de
los cereales, bien en forma de un trozo de pan, un bocadillo o sandwich de vez
en cuando y pasta. "Algún día se puede recurrir a un embutido bajo en
grasas, combinado con ensalada en un sándwich", apostilla su colega desde
Granada, que insiste en no demonizar los bocadillos, siempre que sean un
recurso esporádico.
A
juicio de Ortega, que los niños coman de tartera no tiene por qué ser un
elemento que incida negativamente en los índices de obesidad infantil;
"eso dependerá de la cantidad y el tipo de alimentos que ingieran".
Mejor
planificación de los menús
Eso
sí, como han señalado otros colegas nutricionistas en estos primeros días de
curso, es cierto que llevar la comida de casa obligará a muchas familias a una
mejor planificación de sus menús y a una gran imaginación, para que los niños
no coman todos los días lo mismo. "Los menús en los colegios suelen estar
bien planificados, diseñados por especialistas, pero esto no puede condenar a
las familias que no pueden pagar el comedor a que sus niños sean obesos",
subraya. "La clave va a estar en la imaginación del que cocina",
concluye Martínez de Victoria.
Ortega
y Martínez Victoria coinciden también en la importancia de una adecuada
conservación de los alimentos, e insisten en que el tipo de menús dependerá de
las condiciones de calentamiento que haya en cada colegio. "Ahora que
llega el frío empiezan a apetecer platos más calentitos, como las sopas o las
legumbres, pero esto dependerá de que el colegio disponga o no de
microondas", explica la catedrática madrileña.
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