Investigadores
de la Escuela de Harvard de Salud Pública han descubierto que el consumo
regular de bebidas azucaradas está vinculado con una mayor susceptibilidad
genética al alto índice de masa corporal (IMC) y un mayor riesgo de obesidad.
El estudio, publicado en el 'New England Journal of Medicine', refuerza la idea
de que los factores ambientales y genéticos pueden provocar obesidad.
"Nuestro
estudio proporciona evidencia, a partir de tres cohortes prospectivas, de que
la genética y los factores dietéticos --como el consumo de bebidas azucaradas--
pueden influir sobre el peso corporal y el riesgo de obesidad. Estos hallazgos
podrían motivar nuevas investigaciones sobre las interacciones de la variación
genómica y los factores ambientales sobre la salud humana", señala Lu Qi,
profesor en el Departamento de Nutrición en Harvard.
La
investigación se basó en datos de tres grandes cohortes, 121.700 mujeres del
Estudio de Salud de Enfermeras, 51.529 hombres del Estudio de Seguimiento de
Profesionales de la Salud, y 25.000 mujeres del Estudio de Salud del Genoma de
la Mujer. Todos los participantes completaron cuestionarios detallados sobre su
consumo de alimentos y bebidas.
Los
investigadores analizaron los datos de 6.934 mujeres del Estudio de Salud de
Enfermeras, 4.423 hombres del Estudio de Seguimiento de Profesionales de la
Salud y 21.740 mujeres del Estudio de Salud del Genoma de la Mujer, todos de
ascendencia europea, y cuyo genotipo estaba disponible. Los participantes
fueron divididos en cuatro grupos según la cantidad de bebidas azucaradas que
consumían: menos de una bebida por mes, entre 1 y 4 bebidas por mes, entre 2 y
6 bebidas a la semana, y una o más bebidas al día. Se calculó una puntuación de
predisposición genética sobre la base de los 32 polimorfismos de nucleótido
único conocidos por su asociación con el IMC.
Los
resultados mostraron que los efectos genéticos sobre el IMC y el riesgo de
obesidad entre los que bebían una o más bebidas azucaradas al día fueron
aproximadamente dos veces mayores que los de aquellos que consumían menos de
una bebida al mes.
Los
resultados sugieren que el consumo regular de bebidas azucaradas puede
amplificar el riesgo genético de obesidad. Además, los individuos con una mayor
predisposición genética a la obesidad parecen ser más susceptibles a los
efectos dañinos de estas bebidas sobre el IMC.
Frank
Hu, profesor de Nutrición y Epidemiología en Harvard, y coautor de este
estudio, añade que "los efectos genéticos de la obesidad pueden ser
compensados por el consumo de alimentos y bebidas saludables".
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