Investigadores
de las Universidad de Birmingham y Amsterdam (Reino Unido) han demostrado que
un simple análisis de sangre para determinar los niveles de progesterona puede
servir para averiguar quiénes de las mujeres que, en su primer trimestre de
embarazo, sufren dolor y pérdidas de sangre acabarán padeciendo un aborto.
Se
trata de una forma sencilla de acabar con una sensación angustiosa. Hasta la
fecha, lo único oficialmente indicado para estas mujeres era una ecografía que,
en muchos casos, resultaba no ser concluyente. Es decir, la mujer volvía a casa
sin saber si iba a perder, o no, el hijo que esperaba.
Porque
los síntomas de dolor y sangrado vaginal los padece un 30% de las mujeres
encintas, mientras que los abortos espontáneos los sufren entre un 15% y un 20%
de las embarazadas.
En
el nuevo trabajo, un metaanálisis que ha analizado 26 estudios con casi 9.500
participantes, se demuestra que añadir el análisis de sangre a la ecografía
permite averiguar casi con total certeza si el embarazo será o no viable. El
trabajo se ha publicado en el 'British Medical Journal' y acaba con la duda de
si la medición de los niveles de progesterona era una prueba suficiente para
diagnosticar la viabilidad de una gestación.
Después
de la ecografía
Una
de las autoras del trabajo, la investigadora de la Universidad de Birmingham
Ioannis Gallos, explica a ELMUNDO.ES que "el análisis se debe realizar
siempre después de la ecografía y solo si los resultados de esta son
inconcluyentes" algo que, según la ginecóloga, sucede en el 30% de los
casos.
El
sangrado y el dolor vaginal, continúa Gallos, "provocan ansiedad en las
mujeres porque pueden ser los primeros síntomas de un aborto o de un embarazo
ectópico". Cuando la ecografía no permite al médico averiguar si el
embarazo seguirá o no adelante, "un rápido y barato análisis de sangre
para medir los niveles de progesterona", puede ayudar a determinar la
viabilidad de la gestación.
"Se
trata de una prueba muy precisa, ya que más del 99% de las mujeres que presenten
niveles bajos de esta hormona acabará no teniendo un embarazo normal y, lo más
probable, es que termine en aborto", añade Gallos.
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