De
los 50 millones de personas en todo el mundo que sufren epilepsia, un pequeño
porcentaje padece el síndrome de Dravet, también conocido como epilepsia
mioclónica grave de la infancia. En España se estima que pudiera haber entre
200 y 400 niños afectados por este tipo de epilepsia rara, de los que están
diagnosticados menos de 100. Esta enfermedad neurológica, provocada por la
mutación del gen que regula los canales de sodio, tiene como expresión más
común los ataques convulsivos que se empiezan a manifestar, asociados o no a
fiebre, antes del año de edad. En este artículo se describen las
características de este trastorno resistente al tratamiento médico, la terapia
que se sigue con los niños que la padecen y la dieta que aconsejan los
especialistas para los afectados.
La
epilepsia es una enfermedad neurológica que en la mayoría de los casos se
controla con anticonvulsivos. No obstante, cerca de un 25% de epilepsias son
refractarias a la terapia farmacológica. Y dentro de este porcentaje, está el
síndrome de Dravet, un trastorno descrito por Charlotte Dravet en 1978 que
empieza en la infancia y se caracteriza por una epilepsia severa resistente al
tratamiento.
Un
tipo grave de epilepsia: el síndrome de Dravet
Las
crisis epilépticas empiezan antes de que el niño (con maduración neurológica
previa normal) cumpla el primer año de vida y están relacionados con la fiebre.
Suelen ser convulsiones generalizadas tónicas-clónicas (el paciente presenta
desde gritos, pérdida del nivel de conciencia, rigidez o espasmos musculares) o
unilaterales que pueden darse hasta 50 o más al día.
A
pesar de que las manifestaciones distan entre los afectados, las crisis pueden
desembocar en un "status epiléptico": crisis epiléptica que se alarga
más de media hora o una serie de crisis breves que se repiten durante un
periodo superior a los 30 minutos, sin que el paciente recupere el nivel de
conciencia entre ellas. A mayor duración de la crisis, más graves son las
consecuencias (incluso provocar la muerte) y mayor dificultad comporta su
tratamiento. El "status epiléptico" puede presentarse en cualquier
tipo de crisis convulsiva y tener diferente pronóstico y tratamiento.
Con
el paso del tiempo, estas crisis surgen aun sin fiebre y pueden sufrir también
varias veces al día mioclonias (sacudidas bruscas y rápidas de las cuatro
extremidades durante escaso tiempo que, a veces, hacen caer al paciente al
suelo y que pueden afectar a los brazos y a la musculatura del cuello o del
tronco), ausencias (crisis generalizadas no-convulsivas que se caracterizan
porque la única manifestación es un rápido parpadeo o algunos instantes con la
mirada perdida y con desconexión del medio) y ataques parciales-complejos.
Es
a partir del segundo año de vida cuando se pueden observar señales de retraso
en el desarrollo; descoordinación en el movimiento que puede afectar a los
dedos, manos, brazos y piernas, al habla, a los movimientos oculares y al
mecanismo de deglución (ataxia); trastornos asociados al autismo, trastornos
del sueño; y retraso en el crecimiento.
A
pesar que su descripción data desde finales de 1970, hasta 2003 no se ha dispuesto
de un test genético para el diagnóstico de la enfermedad. Según datos de la
Fundación Síndrome de Dravet se estima que la incidencia es de 1 entre 20.000
nacimientos. Según esta fundación, en España es posible que haya entre 200 y
400 niños afectados, aunque suponen que la cifra podría ser más elevada ya que
la ausencia de criterios diagnósticos estrictos hace que puedan haber casos no
identificados como tales. Esta enfermedad tiene una tasa de mortalidad que
alcanza el 20%.
Convivir
con el síndrome de Dravet
No
hay un tratamiento curativo para esta dolencia y la terapia va encaminada a
paliar los síntomas con medicamentos para controlar las convulsiones. Pero el
problema estriba en que la respuesta no siempre es adecuada ni siempre es
efectiva. Además, estos medicamentos no están exentos de efectos secundarios:
suelen deteriorar las capacidades físicas y mentales.
La
vida de los afectados está totalmente limitada. Deben evitar los esfuerzos y
cansarse más de la cuenta, lo que se traduce en, por ejemplo, no poder jugar en
el parque con los demás niños. Tampoco pueden permanecer en el exterior si las
temperaturas son demasiado altas o demasiado bajas, incluso la temperatura del
agua del baño es importante. Y tienen que estar siempre bajo la mirada atenta
de un adulto, ya no solo por las crisis sino también por las alteraciones en la
conducta y el retraso psicomotor, como pérdida de equilibrio o desconexión con
el entorno, entre otras. En definitiva, cualquier cosa que les canse, acalore o
excite puede desencadenar una crisis.
Los
afectados necesitan vigilancia durante las 24 horas del día, ya que las crisis
no tienen un patrón estándar y pueden surgir en cualquier momento, con o sin
fiebre, y, a menudo, por la noche. Y, además, pueden ocasionar una parada
cardiorespiratoria.
La
evolución del síndrome varía entre individuos. Muchas veces la enfermedad se
estabiliza a partir de los cuatro años y menguan las mioclonias, aunque
persisten los ataques convulsivos, sobre todo, por la noche y con presencia de
fiebre.
Dieta
cetogénica para epilepsias refractarias al tratamiento
Un
estudio publicado en 2011 en la 'Revista de Neurología', bajo el título
'Experiencia con la dieta cetogénica como tratamiento en la epilepsia
refractaria' y realizado por especialistas del Hospital de Sant Joan de Déu, en
Esplugues de Llobregat (Barcelona), concluía que sería un "tratamiento
probablemente útil". Los expertos apuntan que, a pesar de ser un estudio
retrospectivo y con una muestra corta de pacientes, hay una respuesta positiva
con el seguimiento de esta dieta en una tercera parte de los enfermos con
epilepsia refractaria estudiados.
Con
una tolerancia aceptable y unos efectos secundarios que pueden prevenirse o
corregirse, la dieta cetogénica puede considerarse una opción terapéutica
frente a epilepsias refractarias, antes de iniciar otras medidas más agresivas
o cuando no es factible la intervención quirúrgica.
También
señalan que no está exenta de efectos adversos (diarrea, vómitos e
hipoglucemias y, a largo plazo, estreñimiento y aumento de peso) que deben
conocerse, aunque un nutricionista con experiencia puede prevenirlos o
corregirlos sin mayores complicaciones. De igual manera, creen que son
necesarios más estudios que avalen su efectividad y una mejor monitorización de
la dieta para obtener mejores resultados.
Soporte
para los afectados por el síndrome de Dravet
La
delegación en España de Fundación Síndrome de Dravet fue creada en 2010 por un
grupo de padres que perseguía potenciar la investigación de la enfermedad. En
la actualidad, esta organización sin ánimo de lucro está formada por médicos,
investigadores, padres, instituciones y empresas que buscan un objetivo común:
ayudar a los enfermos de síndrome de Dravet de España y de otras epilepsias
infantiles refractarias al tratamiento; avanzar en el conocimiento de sus
causas; mejorar su diagnóstico; y hallar terapias efectivas que permitan paliar
las consecuencias de la enfermedad.
Desde
sus inicios, la Fundación ha considerado de vital importancia aunar esfuerzos a
nivel internacional, por lo que mantiene vínculos permanentes con otras
organizaciones mundiales para hacer un frente común de lucha contra el síndrome
de Dravet.
El
próximo 22 de septiembre, la Fundación organiza el II Paseo Solidario en
Madrid, Almería, Lleida y Burlada. Las entradas se pueden comprar directamente
en su web o en ticketea.com. El dinero recaudado se destinará a la financiación
del test genético para diagnosticar la enfermedad de forma gratuita a cualquier
niño del mundo.
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