martes, 11 de septiembre de 2012

Las «huellas géneticas» del VIH



La eficacia de la vacuna RV144 contra el VIH puede oscilar de un 80% a un 30%, dependiendo de la variación genética de los virus. Estos datos, que se publican hoy en Nature, podrían ser cruciales para el futuro desarrollo de vacunas contra el virus del sida, asegura la autora de la investigación, Morgane Rolland, debido a que refuerzan los estudios realizados con la vacuna RV144 que mostraba que los anticuerpos dirigidos a la región V1V2 reducen el riesgo de infección, «lo que nos sugiere que la región Env-V2 podría ser un objetivo fundamental para las futuras vacunas contra el VIH».

La vacuna RV 144, que comenzó a probarse en 2006, combina dos compuestos contra el VIH que no habían funcionado por separado: Alvac, del laboratorio Sanofi-Pasteur, y Aidsvax, creada por VaxGen y actualmente propiedad de una ONG, Global Solutions for Infectious Diseases. Este nuevo inmunógeno se inoculó a 16.402 voluntarios heterosexuales. Los primeros resultados, publicados en NEJM en 2009, mostraron que la vacuna era segura y con una eficacia del 31%.

En el trabajo de Rollan, del Programa para la Investigación del VIH de las Fuerzas Armadas de EE.UU., se demuestra que existe una relación causal entre la vacunación y la protección contra el VIH-1. Es decir, confirman que una respuesta inmune contra ciertas variantes de una proteína de la envoltura viral -Env-V2-, previamente vinculada con el riesgo de infección, tiene un papel en la protección conferida por la vacunación RV144.

Huella genética

El equipo de Rolland ha realizado un análisis genético de los virus VIH-1 de un grupo de pacientes que participan en este ensayo con el objetivo de identificar las «huellas genéticas» asociadas a la presión inducida por la vacuna inmune. En concreto, los investigadores examinaron las secuencias del genoma del VIH de 110 voluntarios que participaron en el ensayo y que posteriormente se infectaron con el VIH. Los resultados indicaron que los virus que infectaron a los participantes de este ensayo eran diferentes si se trataba de personas que recibieron la vacuna o si eran aquellos a los se administró placebo.

Así, los expertos analizaron Env-V2, una proteína que ya en un estudio publicado en 2012 había demostrado que estaba asociada con un menor riesgo de infección. Este nuevo análisis revela que los cambios de aminoácidos en determinadas proteínas de la envoltura viral se asocian a la forma en la que el virus responde a la vacunación. En concreto, muestran que los cambios de aminoácidos en las posiciones 169 y 181 están relacionados con una mayor eficacia, que alcanzaría el 80% en algunos casos.

«Este estudio confirma el optimismo que hay ahora en el campo de la investigación de la vacuna contra el VIH. Estamos haciendo progresos importantes en la comprensión de lo que se necesita para desarrollar una vacuna contra el VIH más eficaz, que en última instancia nos ayudará a poner fin a esta pandemia». señala Nelson Michael, director del Programa de Investigación del VIH.

Dificil de comprender y de explicar

José Alcamí, del Instituto de Salud Carlos III, cree que el trabajo es interesante pero muy «difícil de comprender y explicar» .

El estudio, señala, hace un subanálisis con un objetivo final: «determinar marcadores surrogados de protección frente al VIH». Alcamí explica que todavía hoy día no conocemos qué respuestas inmunes contra el virus son realmente protectoras. Por ejemplo, «en el virus de la gripe sabemos que hacer anticuerpos frente a los dos determinantes mayores HA es el marcador surrogado de protección. ¿Qué quiere decir esto? Que si te vacunan y generas dichos anticuerpos estarás protegido, si no, te infectarás ». Pero además indican si una vacuna es eficaz o no; así, si una nueva vacuna frente a gripe no induce estos anticuerpos sus posibilidades de éxito son mínimas.

Si nos trasladamos al VIH, desgraciadamente no sabemos qué anticuerpos son útiles para protegernos frente al virus y conocerlo es fundamental para saber: «quién está protegidos tras una vacunación y qué de vacunas tienen una mayor probabilidad de funcionar».

En la publicación original del NEJM se buscaron, dentro de los vacunados e infectados, qué parámetros les diferenciaban de los vacunados y no infectados y se encontraron dos: anticuerpos anti región V1-V2 y anticuerpos IgA. En éste, explica, se profundiza el primer marcador. «¿Por qué protegen los anticuerpos V1-V2? Para eso se examinan los virus que escaparon a esta respuesta y se mira su "huella genética"». En otras palabras; «en qué se diferencia el virus que emerge a pesar de la vacuna, es decir la variante "resistente a la vacuna"». Para ello se comparan los virus de los pacientes infectados y vacunados y los infectados y no vacunados.

Los autores encuentran dos aminoácidos que son la «huella genética» de esos anticuerpos. Pero, aunque los datos estadísticos son significativos, de nuevo hay solapamiento; «no es un blanco y negro: tanto vacunados como los que recibieron placebo tienen ambos tipos de variantes, lo que indica que el fenómeno es muy complejo».

En resumen, señala Alcamí, « el trabajo define las dianas de los anticuerpos que podrían ser protectores en una pequeña proporción de pacientes y marca las rutas de escape del virus a la vacuna -que se producen a pesar de estos anticuerpos, lo que indica que son poco potentes-».

Además, concluye, es más dudoso que sea un «marcador surrogado universal para otras vacunas anti-VIH. Es decir si un nuevo prototipo no induce anticuerpos frente a V1V2 y dirigidos frente a los residuos 169 y 181 no podemos excluir que no puedan ser eficaces por otros mecanismos. Si los inducen sería un punto de partida positivo, pero tampoco definitivo porque el virus escapa».

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