El
frío podría ser un buen aliado en la lucha contra la obesidad. Esta es una
novedosa línea de investigación que pone la clave en la estimulación de la
grasa parda, un consumidor natural de calorías. Otros estudios apuntan a que el
ejercicio físico funciona también como activador de este tejido graso. La
obesidad es la nueva epidemia de las sociedades opulentas que consumen
esfuerzos y dinero para ponerla a raya: dietas que se encuentran en el límite
de lo saludable, costosos tratamientos estéticos... Como se detalla a
continuación, en este momento de austeridad, son bienvenidas las ideas contra
la obesidad que, además de económicas, aporten una dosis de sentido común.
Adelgazar
con ejercicio y un poco de frío
¿Por
qué algunas personas no engordan a pesar de que comen todo lo que les apetece,
mientras que otras que vigilan su dieta están obesas? Quizás la respuesta se
encuentre en la actividad de la grasa parda, un tipo de tejido que tiene una
sorprendente característica: en lugar de acumular reservas de energía, consume
calorías quemando grasas y azúcares para producir calor. De esta manera, activa
el metabolismo, con la consiguiente pérdida de peso.
Las
causas de la obesidad pueden ser debidas a varios factores a pesar de que, en
última instancia, el aumento de peso se produce por un desequilibrio entre la
entrada de calorías y su eliminación. A menudo, el problema es consecuencia de
un exceso de aporte con la dieta, pero hay personas que tienen sobrepeso aunque
controlan su dieta y hacen ejercicio. En estos casos, el problema podría estar
en esa otra vía, la del gasto energético. Nuevas investigaciones apuntan el
papel que podría tener la grasa parda en este tipo de cuestiones. Los
científicos buscan la manera de activar esta grasa y parece ser que el frío
podría ser una forma sencilla e inocua de estimular este eliminador de
calorías. Por otra parte, parece que este "termorregulador natural"
que produce calor, se pondrá en marcha si la temperatura ambiente desciende.
Un
estudio publicado en 2009 en la revista 'New England Journal of Medicine'
adelantó ya unos primeros resultados positivos. Estudiaron a 24 hombres sanos
-la mitad de ellos con sobrepeso- en condiciones normales de temperatura
ambiente (22ºC) y a temperaturas inferiores (16ºC). Midieron la actividad de la
grasa parda y la composición corporal y la energía desprendida, y comprobaron
cómo la actividad de este tejido se activaba con el frío de forma más evidente
en los individuos sin sobrepeso.
Un
trabajo más reciente que ha corroborado de qué manera este tipo de grasa se
aviva con el frío es el efectuado en el Joslin Diabetes Center, en Boston
(EE.UU.). Esta investigación, además, aporta una novedad: la efedrina, otra vía
que se creía esperanzadora en la activación de la grasa parda, no causa los
mismos efectos.
El
ejercicio físico es otro de los estimulantes de la grasa parda. En una
investigación publicada en 'Nature', un equipo de la Universidad de Harvard
(EE.UU.) ha identificado una nueva hormona que genera el músculo cuando se
ejercita y que se dirige a esta grasa con la misión de despertar su
funcionamiento. De esta forma parece que el ejercicio, además de consumir
calorías por el movimiento, al activar este tejido aporta un consumo energético
extra. Ejercicio y un poco de frío serán, lo más probable, una línea de
investigación importante en el futuro que puede proporcionar nuevos enfoques en
la lucha contra la obesidad.
Perder
peso: activar la grasa parda
En
el organismo hay dos tipos de grasa: la blanca y la marrón o parda. La grasa
blanca, la más conocida, se encarga de acumular energía en forma de tejido
graso, mientras que la parda o marrón tiene un papel opuesto, ya que quema
grasas y azúcares para generar calor. Esta producción de calor es clave para
mantener la temperatura corporal en los mamíferos y otros animales de sangre
caliente. Por el contrario, los animales de sangre fría intentan mantener la
temperatura corporal a través de medios externos, como exponerse al sol o
acurrucarse en lugares cálidos.
La
grasa parda es rica en unos corpúsculos celulares conocidos como mitocondrias.
Las mitocondrias de este tipo de grasa tienen una particularidad: una proteína
que es la responsable de que, en lugar de acumular energía, la disipe en forma
de calor.
La
grasa parda era poco conocida hasta hace escasas fechas y se creía que solo
estaba presente en los bebés para mantener su temperatura corporal. Se pensaba
que con la edad desaparecía y que en los adultos era sólo un vestigio. En estos
últimos años se ha demostrado que no es así, y que sigue activa a lo largo de
la vida. Este descubrimiento se ha efectuado gracias a una nueva técnica de
imagen, la tomografía por emisión de positrones (PET). Muy útil en oncología,
la tecnología PET utiliza glucosa marcada con isótopos que ayudan a localizar
aquellas zonas del organismo que tienen un elevado consumo metabólico, como es
el caso de los tumores. De esta forma, se ha podido observar que hay zonas de
la parte superior del tórax, cuello y alrededor de la columna, con una gran
actividad metabólica, que se atenúa si el individuo está en un lugar cálido.
Por
otra parte, las imágenes registradas de la grasa parda en un individuo delgado
y en uno obeso muestran la distinta actividad que hay entre ambos. El
movimiento de esta grasa ha sido muy estudiada en ratas y los trabajos
efectuados en la Universidad de Cambridge fueron algunos de los primeros.
Observaron que cuando sometían a un grupo de ratones a una dieta hipercalórica,
no todos aumentaban igual de peso; era como si en algunos, este aporte extra,
en lugar de acumularse, se disipara.
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